Cuanto más se planta más derechos se pierden. En Colombia hay aproximadamente 170.000 hectáreas sembradas de palma aceitera. Testimonios de un delegado de la organización de trabajadores del sector palmero, relacionado con las empresas Oleaginosas Bucarelia y Oleaginosas Las Brisas, denuncia las malas condiciones de trabajo en las plantaciones de palma aceitera en el departamento de Santander, además de las presiones e incentivos para debilitar a los sindicatos del sector. Oleaginosas Bucarelia cuenta con 4.700 hectáreas y la otra empresa con unas 2.800, todas ubicadas en Puerto Wilches, Santander.
Según palabras de este trabajador: "La estrategia de las empresas para debilitar y eliminar los sindicatos se basa en planes de retiro voluntario con indemnizaciones superiores a lo otorgado por ley. Muchos compañeros se han ido de las empresas y por lo tanto de la organización sindical, pero vuelven a laborar en el sector con el régimen de condiciones impuesto por las empresas a través de cooperativas. La política de los empresarios tiende a reducir las conquistas convencionales alcanzadas durante 20 o 30 años de lucha. Se comenta por parte de algunos empresarios que las empresas en las cuales los trabajadores están organizados sindicalmente son menos competitivas, y además esos trabajadores son renuentes a aceptar las condiciones de trabajo que esas empresas quieren imponer, condiciones que atentan contra la salud y la dignidad de los trabajadores.
En definitiva, lo que plantean es que las organizaciones sindicales deben desaparecer. Otra modalidad que fomentan las empresas es que los campesinos se vuelvan parceleros de palma ahorrándose así costos laborales. Luego, estos campesinos deben vender la materia prima a las empresas al precio que ellas imponen. La gente gana menos y no tiene ninguna garantía de seguridad social".
Evitando la organización de los trabajadores, las empresas evitan también los reclamos por el bajo salario y por uno de los mayores problemas que enfrentan los trabajadores que es el de las pésimas condiciones de trabajo. "Por ejemplo: a medida que la palma es más vieja es también más alta, y por lo tanto las condiciones de cosecha del racimo y poda de la mata propician accidentes. Los trabajadores que se desempeñan en la cosecha se quejan de dolores en sus cervicales y son comunes los accidentes cuando son alcanzados por las hojas que tienen muchas espinas. Por otro lado, en las plantaciones también se fumiga para el control de plagas y no se sabe qué impactos en el ambiente y en la salud ocasionan esos productos".
Todo lo anterior y en particular la política empresarial de intentar debilitar a los sindicatos a través del aumento de trabajadores empleados por medio de cooperativas y de contratistas individuales, llevó a SINTRAINAGRO, la mayor organización de trabajadores agrarios del país, a plantear la necesidad de unificar los sindicatos de esa rama con la idea de conservar las conquistas logradas hasta el momento y de buscar la sindicalización en las empresas que aun no tienen sindicato. Gracias a la organización de los trabajadores, en Bucarelia y Las Brisas se logró la firma de algunos convenios colectivos y ahora los trabajadores de algunas cooperativas están también exigiendo mejores condiciones laborales.
Es de señalar que en este artículo sólo hemos hecho referencia a los impactos sociales del cultivo de palma aceitera, pero que a ellos se suman además los graves impactos ambientales de este modelo de monocultivo a gran escala, que se repiten en todas las regiones y países donde se instalan, entre los que se destacan los impactos sobre la biodiversidad, los suelos y el agua.
Artículo basado en información obtenida de: SIREL, Sindicatos, Nº 43, 25 de noviembre 2002, entrevista de Gerardo Iglesias, Rel-UITA a Hernán Correa, Secretario General de SINTRAINAGRO y Secretario de Asuntos Agrarios de la CUT.