Las contradicciones entre los ideales otorgados a conceptos originados en los espacios de la política internacional y sus implicaciones para los bosques son evidentes. Este boletín busca reflexionar críticamente sobre lo que algunos de estos conceptos generan para los pueblos que viven en y con los bosques.
Términos como REDD - el principal mecanismo internacional de política sobre bosques que ha impactado los bosques tropicales durante los últimos 15 años, Sostenibilidad y muchos otros más, han influido fuertemente en los debates dentro y entre los grupos de la sociedad civil, las ONGs, las autoridades responsables de formular políticas, las instituciones financieras y las empresas. Sin embargo, parece haber nociones radicalmente diferentes sobre lo que estos términos realmente significan y cuál es o debería ser su función.
Este boletín no pretende embarcarse en un debate sobre lo que es o debería ser la Sostenibilidad, o cualquier otro de los conceptos discutidos en los artículos de esta edición. Más bien, nuestro objetivo es abrir un espacio para la reflexión crítica sobre lo que estos conceptos realmente generan en los bosques y en los pueblos que dependen de ellos.
Las numerosas luchas contra las empresas que afirman actuar de manera Sostenible o que implementan proyectos REDD en los bosques son evidencia de las claras contradicciones entre el sentido positivo que difunden quienes respaldan estos conceptos y las consecuencias reales de los numerosos proyectos y actividades a través de los cuales estos conceptos se manifiestan en el terreno. Los gobiernos se comprometen a una economía Sostenible y las empresas comercializan sus productos como Sostenibles porque al usar esta terminología atraen a los patrocinadores financieros y consumidores.
Es importante notar que cuando la oposición a un concepto se vuelve demasiado fuerte e impide que el concepto logre su propósito de “maquillar de verde” la destrucción del bosque, se introduce rápidamente otro nuevo concepto. Sin embargo, lo nuevo tiende a ser solo el nombre y la propaganda, mientras que las ideas subyacentes que sostienen la economía capitalista se mantienen firmes. La creciente exigencia pública de que gobiernos y empresas adopten medidas significativas para abordar el caos climático, por ejemplo, ha dado lugar a una gama completamente nueva de conceptos ambiguos y expresiones confusas, tales como productos con deforestación neta cero, soluciones basadas en la naturaleza, soluciones climáticas naturales y prácticas inteligentes para el clima.
Parece que para casi todos los “productos” y procesos industriales que causan devastación ambiental, se presenta una versión Sostenible como solución. Pero en general, estas nuevas versiones resultan ser soluciones falsas porque no representan una ruptura con el paradigma del crecimiento ilimitado, que impulsa la sobreproducción y el consumo desenfrenado. Para estas supuestas soluciones lo que cuenta no es la realidad de miles de comunidades del bosque que se enfrentan al acaparamiento continuo de sus tierras, la destrucción de sus territorios y medios de vida, la violencia y la contaminación, sino que las empresas utilicen etiquetas anunciando que apoyan un desarrollo Sostenible. Mesas redondas, sistemas de certificación, programas empresariales de responsabilidad social y ambiental, salvaguardas de bancos multilaterales, entre muchos otras iniciativas similares, prometen una economía capitalista ecológica y socialmente amigable. Una economía basada en la producción industrial de aceite de palma Sostenible, plantaciones de árboles Sostenibles, minería Sostenible, energía Sostenible. Pero en realidad, estas prácticas hacen poco más que maquillar de verde la destrucción del bosque y allanar el camino para una mayor expansión industrial.
Reportes sobre los desastrosos impactos de un agente específico de la deforestación, la ganadería industrial para la producción de carne, por ejemplo, a menudo concluyen con una lista de recomendaciones para que las empresas, los gobiernos y los financiadores apliquen mejores prácticas o desarrollen un nuevo conjunto de salvaguardas o pautas voluntarias. Pero muy a menudo, estas recomendaciones fortalecen conceptos que de hecho destruyen los bosques, porque rara vez exigen una ruptura radical con el status quo y en cambio se centran en mejoras que llevan a una destrucción que “pudo haber sido peor”. Estas recomendaciones ofrecen una oportunidad para que las empresas se llamen a sí mismas Sostenibles, mientras que las comunidades deben continuar enfrentando prácticas de acaparamiento de tierras y destrucción de bosques que supuestamente “pudieron haber sido peor”. En este contexto, las llamadas mejores prácticas, salvaguardas y guías voluntarias se vuelven fundamentales para la supervivencia del capitalismo y el “modelo de desarrollo” que es el causante de la mayor parte de la destrucción de los bosques.
Otra amenaza importante pero bastante oculta de estos conceptos es que obstaculizan la movilización y la organización colectiva entre los grupos de la sociedad civil. No obstante, movimientos, comunidades del bosque y grupos de apoyo siguen canalizando mucha energía en involucrarse con estos conceptos, con el argumento de que esto mejorará su implementación.
Con las múltiples crisis ecológicas y sociales determinadas a continuar, lo que a su vez genera un número creciente de conceptos que distraen de la necesaria ruptura con la economía capitalista (verde), tal vez sea tiempo de reflexión. ¿Cómo pueden los movimientos de base y las organizaciones que las apoyan evitar quedar atrapados en un sinfín de debates políticos y procesos de diálogo relacionados a conceptos que, a la larga, sirven para perpetuar la muerte de los bosques, mientras que obstaculizan la movilización y la organización colectiva?
¡Disfruten la lectura!