El monocultivo es la principal herramienta que tiene el gran capital transnacional para apropiarse y tomar control del recurso tierra y la mano de obra barata de los países del Sur, causando enormes impactos sobre la diversidad biológica y cultural. La homogenización y dramática simplificación del agroecosistema le permite maximizar la explotación del suelo y de la mano de obra mediante tareas mecanizadas y de fácil control y supervisión. Su sostenimiento se define basado en los códigos de rentabilidad y, dependiendo del cultivo, se cumplen ciclos de diez, quince o veinte años y luego es abandonado. Los resultados son: un suelo agotado o envenenado, graves impactos sociales, disminución importante de la fauna silvestre, pérdida del conocimiento tradicional entre otros impactos culturales junto a impactos en la economía local derivados de una economía de enclave. Pese a lo anterior, las empresas siempre recuperan el dinero invertido y lo hacen con intereses que satisfacen tanto sus expectativas como las del mercado financiero. Luego abandonan todo y se van, como lo demuestra el caso del banano: de la costa atlántica a la costa pacífica y de nuevo en los años ochenta, del atlántico a nuevas áreas.
En Costa Rica, datos aproximados indican que existen ciento veinte mil hectáreas de plantaciones de árboles, las más extensas del país. Algunas áreas se han transformado en otros monocultivos o han sido taladas. El banano ronda las cuarenta mil hectáreas y la naranja ocupa unas veinticinco mil hectáreas. La piña es el nuevo cultivo en expansión causando graves impactos en materia laboral, social, económica y ambiental: ha pasado de nueve mil trescientas hectáreas en 1998 a veintitrés mil en el 2004.
Dentro de la historia del movimiento popular costarricense (comunitario y ecologista), la lucha contra las plantaciones ha dejado varias lecciones aprendidas. Tal es el caso de la campaña contra un proyecto industrial que incluía doce mil hectáreas de plantaciones de melina junto a la construcción de un complejo industrial en la zona sur del país. Esta lucha ocupa un lugar de importancia en la memoria popular debido a las enseñanzas que generó. Este complejo industrial se ubicaría en la zona sur del país y afectaría uno de los ecosistemas más importantes y hermosos del país: el Golfo Dulce que además es uno de los pocos fiordos que existen a nivel mundial.
Las lecciones aprendidas de dicha lucha se pueden sintetizar en:
- la resistencia local es clave y esencial en cualquier lucha, sin ésta no puede haber éxito alguno. Esta resistencia debe ser fortalecida para que una vez la lucha sea ganada, la organización comunitaria pueda trabajar en diversos aspectos locales relacionados con la sustentabilidad y la mejora de la calidad de vida de la comunidad en general. Las organizaciones externas al lugar que brindan ayuda pueden mejorar mucho su accionar si desde el inicio piensan que el éxito de su trabajo de colaboración será medido en tanto su quehacer no sea necesario y este hecho se traduzca en el fortalecimiento de la organización local.
- los planes de trabajo deben discutirse y construirse conjuntamente al nivel local desde donde emanan todas las directrices y toma de decisiones del trabajo de resistencia y construcción de propuestas sustentables.
- el trabajo internacional dentro de este esquema es de gran importancia no solo en la búsqueda de apoyo y solidaridad sino también en la construcción de relaciones que fortalezcan las propuestas sustentables y de resistencia surgidas en el nivel local. Este trabajo es de gran importancia en el contacto de recursos humanos especializados que puedan brindar su colaboración de análisis técnico en áreas donde sea requerido así como en la búsqueda de recursos financieros que faciliten el trabajo de resistencia.
- los medios de comunicación juegan un rol importante y debemos de provocar que estén de nuestro lado. No importa que al inicio los grandes medios no cubran nuestra lucha si lo hacen los pequeños ya que así iremos llegando al principal público y conocedores de que los grandes siempre monitorean las noticias que cubren los pequeños, en algún momento cubrirán la lucha de resistencia. Salir en los medios es importante pero no vital y la mayoría responde a los mismos intereses que combatimos en nuestras luchas.
- lo jurídico y lo científico son solo instrumentos, importantes pero instrumentos al fin. Esta lucha de resistencia es ante todo una lucha política de reivindicación del papel local en la definición del modelo de desarrollo que desean las comunidades.
- la institucionalidad pública no debe ser neutral aunque así lo sostengan. Por esta razón insertamos a varias de estas instituciones públicas en nuestra lucha para que estuvieran a nuestro favor. Así lo hicimos cuando analizando la coyuntura política podíamos vislumbrar que su papel se daría en este sentido. Los neutrales no ayudan en la resistencia.
- la seguridad debe de tomarse en serio en todas las planificaciones. En esta lucha perdieron su vida los ecologistas Oscar Fallas, María del Mar Cordero, Jaime Bustamante y David Maradiaga. Este aspecto debe ser parte de toda planificación de actividades.
- el sector comunal y el ecologista son nuevos actores sociales que pueden jugar un rol de liderazgo en la construcción de alianzas del movimiento popular. Las alianzas son de gran importancia y es necesario invertir todo el tiempo del mundo para lograrlas basándose en el respeto, el aprendizaje mutuo que se puede lograr y en la creación de canales de diálogo y discusión que permiten a más mediano y largo plazo, ir tejiendo lo necesario para construir el país que queremos.
Experiencias de lucha como ésta han permitido en Costa Rica trabajar mediante campañas que hoy en día enseñan que el manejo comunitario del bosque y la biodiversidad, así como la construcción campesina e indígena de los derechos que estos actores sociales poseen sobre su conocimiento tradicional, son posibles. Permiten también construir nuevos movimientos como el que hoy existe en el atlántico y zona norte del país en contra del cultivo de piña, nueva amenaza al ambiente y a las comunidades locales costarricenses. Son sueños que soñando y empujando se vuelven cada día más reales.
Por COECOCeiba-AT, correo electrónico: gavitza@racsa.co.cr