En enero de 1998, y coincidente con la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos --la pequeña y lujosa estación de esquí en Suiza que da nombre a dicho evento-- 192 organizaciones de 54 países, congregadas en la Acción Global de los Pueblos, lanzaron una “Declaración contra los Globalizadores de la Miseria”.
El Foro Económico Mundial es una organización empresarial cuyos integrantes pertenecen a las 1.000 empresas más poderosas del mundo, cruciales en la formulación de las políticas empresariales y directivas de alcance mundial. Cada año realizan un foro estratégico en Davos, donde es posible encontrar a personalidades conocidas como Mike Moore, Director General de la OMC; Michael Dell, presidente de la empresa Dell Computer, la mayor proveedora de computadoras del mundo; Carleton Fiorina, presidenta de Hewlett-Packard, otra de las principales proveedoras de hardware de computadoras y servicios de tecnología de la información; Bill Gates, presidente de Microsoft y la persona más rica del mundo; George Soros, presidente del mayor fondo de inversión de alto riesgo; Richard Parsons, integrante de AOL Time Warner, la mayor compañía de comunicación y medios de difusión del mundo.
Pero la centralización acelerada del poder político y económico causado por la globalización y su cambio gradual hacia instituciones antidemocráticas y cerradas, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), fue creando su propio proceso antagónico. Los pueblos de los países del Tercer Mundo, así como los sectores pobres y excluidos de los países industrializados, que han sufrido y sufren los devastadores efectos de la globalización económica y la dictadura de instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la OMC y los gobiernos que sirven a sus intereses, buscaron salidas.
A fines de 1998 algunas organizaciones sociales hicieron una invitación abierta a celebrar un Davos Alternativo. Se trataba de demostrar que las cuestiones económicas planteadas por el Foro Económico Mundial no son de interés mundial sino tan solo de un determinado grupo de intereses, que existen otras fuerzas que responden a la diversidad mundial, y que es urgente que los responsables de tomar decisiones consideren otras formas de analizar los temas económicos y de abordar el desarrollo. Fue así que en el Foro de Davos de 1999 cientos de manifestantes se hicieron presentes y lanzaron la consigna “Libertad, no librecomercio”.
Mientras tanto, iba tomando cuerpo la idea de que ya no sirve introducir paliativos o mejoras a este mundo, sino que es imprescindible crear otro. En una búsqueda de respuestas a ese desafío de construir “otro mundo” en que la economía esté al servicio del ser humano y no al revés, el comité de organizaciones brasileñas concibió y organizó en enero de 2001, en la ciudad de Porto Alegre, Brasil, el Primer Foro Social Mundial. Alrededor de 20.000 participantes se reunieron en torno a la consigna “Otro mundo es posible”.
Se trataba de crear un lugar abierto para la reflexión, el debate democrático de ideas, la formulación de propuestas, el libre intercambio de experiencias y la creación de vínculos y contactos entre grupos y movimientos de la sociedad civil opuestos al neoliberalismo y a la dominación del mundo por el capital. Y realmente, el Foro Social Mundial constituyó una plataforma abierta para discutir estrategias de resistencia al modelo de globalización formulado en Davos por las grandes transnacionales y sus gendarmes: los gobiernos nacionales, el FMI, el Banco Mundial y la OMC.
Como el propio Foro Social Mundial lo establece en su Carta de Principios, se trata de “un espacio plural y diversificado, no confesional, no gubernamental y no partidario, que articula de manera descentralizada y en red a entidades y movimientos que estén involucrados en acciones concretas por la construcción de un mundo diferente, local o internacional … abierto a la diversidad de géneros, etnias, culturas, generaciones y capacidades físicas”. En grandes términos existe la idea común de construir una sociedad planetaria en la cual los seres humanos, tanto entre ellos como con el planeta, logren establecer relaciones armoniosas.
En los dos años siguientes, Porto Alegre volvió a ser sede de este creciente proceso mundial y permanente de búsqueda y elaboración de alternativas con dimensión internacional. En el segundo Foro participaron más de 55,000 personas provenientes de 131 países, en tanto que 100,000 personas asistieron al tercero. Para 2004, con la intención de ampliar su alcance, se decidió que el Foro Social Mundial se realizaría en la India, acercando la posibilidad de participación a otros pueblos de la región.
A esta altura, el Foro Social Mundial se ha separado totalmente del evento que le diera origen. Lejos quedó el Foro Económico Mundial de Davos, que indudablemente pasó a segundo plano a la hora de destacar las noticias, comprobando que crece la convicción de que la creación de otro mundo no solo es posible sino que resulta impostergable.
El WRM participó desde el inicio en este proceso proactivo de la sociedad civil, sumándose a este espacio que fomenta la creación de nuevos vínculos y sirve para estrechar los ya forjados. También ha participado con el objetivo de incorporar el tema de los bosques a la agenda social, destacando la dimensión social que cumplen, tanto por constituir el medio de vida de millones de personas como por su condición de base de la supervivencia humana en el planeta. Por otra parte, también hemos señalado los graves impactos de las plantaciones en gran escala de monocultivos de árboles, impuestas mundialmente dentro de un esquema que favorece principalmente a los grandes capitales y no hacen más que agravar el deterioro de las condiciones sociales y ambientales de quienes constituyen las mayorías del planeta.
El Foro Social Mundial forma parte del camino del WRM, y en este crisol de ideas y propuestas estaremos aportando las nuestras, así como nuestra convicción y voluntad de contribuir a la creación de ese “otro mundo posible”.