Los bosques son el hogar de muchos pueblos, incluida una parte sustancial de la población de los pueblos indígenas. Según un estudio de 1992 financiado por la Unión Europea sobre la situación de los pueblos indígenas en los bosques tropicales, en las zonas de bosque tropical del mundo vivían aproximadamente 12 millones de indígenas, un 3,5% del total de la población del área del estudio. En esta cifra no están incluidos los indígenas habitantes de otros tipos de bosque.
Los bosques proporcionan fuentes y medios de supervivencia. Según palabras del director general del Centro de Investigación Forestal Internacional (CIFOR), David Kaimowitz: “cien millones de personas dependen de los bosques para obtener los elementos básicos para su supervivencia, tanto bienes y servicios como ingresos. Al menos una tercera parte de la población rural del mundo depende de leña, plantas medicinales, alimentos y abono orgánico para la agricultura, que provienen de los bosques. Los bosques son también una fuente fundamental de ingresos para extensas poblaciones de habitantes rurales pobres en particular de África y Asia, y en menor medida de América Latina".
Son vitales para mantener el ambiente mundial en estado saludable. Y en las áreas de bosques las mujeres juegan un papel central y esencial. Están íntimamente familiarizadas con el bosque como si se tratase de cada rincón de su hogar. En muchas sociedades, las mujeres han sido durante siglos las recolectoras de leña y de productos menores del bosque, y también las proveedoras del agua. Son las herbalistas y las ritualistas. Estas tareas llevan tiempo y deben hacerse en forma regular, e incluso diariamente. Estas actividades las mantienen en estrecho contacto con el bosque y les permiten tener un conocimiento vivencial de su diversidad.
En su trabajo con mujeres en el sector forestal, la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO por su sigla en inglés) ha llegado a la conclusión de que “en todo el mundo en desarrollo, las mujeres hacen una contribución significativa al manejo de los bosques”. Y cita las lecciones aprendidas en el proceso: [1] a menudo los bosques son una fuente importante de empleo remunerado para las mujeres rurales; [2] las mujeres rurales son en muchas ocasiones las principales custodias y guardianas de los bosques; [3] las mujeres tienen conocimientos amplios sobre los recursos del bosque; [4] en muchas áreas, las mujeres han demostrado que no solo son las usuarias principales de los bosques sino también sus protectoras más eficaces .
Los bosques también se consideran la representación física de la mujer. Los Amungme, habitantes del bosque de Irian Jaya, ven a la mujer como un elemento central de su sociedad, y por tanto con iguales derechos y acceso a la tierra, los bosques y otros recursos naturales. La madre es una figura muy poderosa en las creencias Amungme: el hábitat vivo es la Madre. La máxima elevación del ambiente físico representa la cabeza de la Madre y es por eso un lugar sagrado. Por este motivo, cuando la empresa minera Freeport McMOran destruyó a su Madre, los Amungme iniciaron un juicio ante un tribunal de EE.UU.
La creciente integración de las comunidades rurales a la economía del dinero, que ha provocado la emigración masculina, ha atrincherado aún más a las mujeres en el trabajo agrícola en los bosques. Al igual que lo hacen con cualquier otro ingreso, las mujeres usan el dinero en efectivo que obtienen de la recolección y el cultivo de productos del bosque para alimentar y satisfacer otras necesidades básicas de sus familias.
Lamentablemente, en el proceso de desarrollo, en los programas dirigidos a habitantes y usuarios de los bosques, en los proyectos de explotación de los bosques, no se escuchan las voces de las mujeres. Tampoco se respetan sus derechos tradicionales a los bosques. Sin embargo, son ellas las que cargan con los costos de las destrucción del bosque y la transformación del uso que hacen de él.
Los impactos del cambio de los bosques o de su pérdida no son neutrales desde el punto de vista de género. En Papúa Nueva Guinea, el dinero que generan los hombres en las actividades de madereo se ha transformado en una fuente de problemas para las mujeres. El costo social del dinero en manos de los hombres es el aumento del alcoholismo, las enfermedades de transmisión sexual, los problemas delictivos y de orden público y la violencia contra la mujer.
Las mujeres debemos hacernos cargo de nuestro destino. Como madres que aseguramos la vida de las futuras generaciones, tenemos que realizar acciones afirmativas concretas. Debemos hacer valer nuestro derecho a ser escuchadas en todos los procesos y estadios de desarrollo. Debemos luchar para que se escuche nuestra propia definición de desarrollo y las formas en que debe ser aplicado en nuestros bosques. Las mujeres del Movimiento Chipko en India son famosas por ello. Somos expertas en temas agroforestales y otros trabajos relacionados con los bosques.
Utilicemos nuestro conocimiento indígena y la experiencia que hemos atesorado: las mujeres de Java que llevan siglos plantando huertos en los bosques, las tribus de las montañas de Tailandia con sus huertos domésticos, las mujeres del Sahel en su lucha por conseguir alimentos en medio de la sequía, las sanadoras tradicionales del mundo con sus preparados medicinales, las mujeres recolectoras de leña del mundo con su conocimiento sobre los árboles, las organizaciones de mujeres de Costa de Marfil con sus cooperativas de manejo forestal, el trabajo de protección del medio ambiente de las organizaciones de mujeres de Camerún, la rehabilitación de los bosques urbanos de las asociaciones de mujeres de la República Centroafricana, las mujeres indígenas del Amazonas, con su rico conocimiento del ecosistema y la biodiversidad del bosque.
De esta forma estaremos asegurando no solo la diversidad biológica sino la diversidad cultural y el respeto por los derechos de todos los pueblos. En este mundo homogeneizado, solo será posible desbaratar a las fuerzas de la dominación si los marginados --la mayoría mujeres-- se unen, alzan su voz y actúan. Si al igual que las mujeres, los bosques dan vida, debemos hacer del mundo un lugar mejor para que vivan nuestros hijos, donde el acceso, el uso y la propiedad de los recursos del mundo sea igual para tod@s sin discriminación de género. Simplemente igual que una buena administradora del hogar.
Por: Bernice A. See, Tebtebba Foundation (Indigenous Peoples International Centre for Policy Research and Education), correo electrónico: tebtebba@skyinet.net ; http://www.tebtebba.org