Ecuador: la gente dijo no a las plantaciones en reunión ministerial

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En casi todos los países los monocultivos de árboles a gran escala se han impuesto y desarrollado una vez que se ha logrado modificar las leyes de cada país de tal forma que empresarios nacionales y extranjeros obtienen todo tipo de beneficios, subsidios directos e indirectos, exenciones impositivas y hasta créditos blandos y reintegros por plantaciones a gran escala. Es esta la forma mediante la cual las empresas han transferido sus costos a los ya muy empobrecidos pueblos en un negocio mediante el cual sólo obtienen ganancias, utilizan gratuitamente los recursos, buena tierra, agua, mano de obra barata y además están protegidos por la ley, para que nadie se queje. En casi todos los países esto se ha logrado mediante una campaña de mentiras, engañando a gobernantes y pueblos, y si es necesario también utilizando métodos no tan "democráticos", tales como amenazas, atentados y muerte para los que se opongan. En este momento en Ecuador, las empresas están presionando al Gobierno a tomar medidas que las favorezcan. Sin embargo, la tarea no les resultará fácil y el proceso ya presenta algunas peculiaridades muy interesantes.

A diferencia de otros países, el Ministerio del Medio Ambiente de Ecuador tomó la excelente iniciativa de convocar a un Seminario/Taller para formular un "Plan Nacional de Forestación y Reforestación", que se realizó entre los días 28 y 30 abril en la ciudad de Quito. El objetivo de este taller, según lo explicitaba la invitación cursada por el Ministerio es que el plan se formule "con participación comunitaria, que sea integral" y que cuente "con el trabajo activo de todos los actores", "integrando los componentes socio ambiental y productivo-económico". En este sentido, parece --afortunadamente-- diferenciarse de otros planes nacionales de forestación aprobados en muchos de nuestros países a espaldas de la gente.

En la mayoría de los países donde se han impuesto los supuestos planes de forestación, estos han sido producto de consultorías extranjeras. Sólo a modo de ejemplo cabe recordar que el plan nacional forestal mexicano fue elaborado por la consultora finlandesa INDUFOR, el "Plan Maestro para el Sector Forestal Tailandés" fue elaborado por la consultora Jaakko Pöyry (también finlandesa) y el Plan Maestro de Uruguay fue elaborado por la Agencia Internacional de Cooperación del Japón (JICA). La participación estuvo totalmente ausente en todos estos procesos.

A pesar de las buenísimas intenciones del Ministerio de que el plan fuera elaborado participativamente, por la vía de los hechos los sectores empresariales se aseguraron de limitar dicha participación. Los conferencistas nacionales e internacionales invitados, en su gran mayoría "expertos" en monocultivos forestales a gran escala, tenía a cargo la tarea de demostrar el éxito del modelo en países como Brasil, Chile y Uruguay. Entre verdades a medias, gráficas y números, en resumidas cuentas sólo pudieron afirmar que en sus países las áreas de plantaciones se incrementaron y que algunos empresarios ganaron mucho dinero. La acentuación de las crisis económicas de dichos países, los conflictos con las comunidades locales y los impactos económicos, sociales y ambientales negativos producto de la expansión de los monocultivos, sólo formaron parte de la exposición de la única representación internacional no convocada por los empresarios, una integrante del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, especialmente invitada por el Ministerio. Gracias a esta invitación, el público asistente tuvo acceso a información documentada sobre los innumerables impactos socioambientales de los monocultivos forestales (y las innumerables luchas locales contra los mismos en numerosos países del mundo), que estuvieron ausentes en las presentaciones de los demás panelistas. Ello fortaleció la participación de l@s representantes de comunidades indígenas y campesinas, que en Ecuador ya tienen suficientes ejemplos sobre los impactos de este tipo de plantaciones.

Paradójicamente los integrantes de las comunidades no fueron invitados a exponer sus puntos de vista. Peor aun, sus voces fueron silenciadas en la mayoría de las oportunidades en que se manifestaron en desacuerdo o pretendieron incluir modificaciones en los "Talleres" a los que se denominó "Forestería Social y Actividades Agroforestales" y "Bosques de Protección". Pero fue en el taller denominado "Bosques de producción industrial y comercial" (que debería haberse denominado "monocultivos a gran escala"), donde definitivamente toda oposición fue limitada, censurada y desvirtuada por un moderador volcado abiertamente en favor de los monocultivos forestales.

Las pocas representaciones de organizaciones civiles, campesinas e indígenas del Ecuador, que participaron del evento con el apoyo de la organización local Acción Ecológica, indignadas por la manipulación de la que eran objeto la gran mayoría de l@s participantes, decidieron elaborar una declaración que fue leída minutos antes del cierre del evento, a pesar de la oposición del empresario Montenegro, de la maderera ENDESA /BOTROSA, quien manifestaba a gritos que "aunque no sé de que van a hablar las organizaciones, no tienen derecho a que se les dé la oportunidad de manifestarse, ya que bastante tiempo tuvieron durante estos tres días" (sic).

En dicha declaración (cuyo texto completo se encuentra disponible en nuestra página web en http://www.wrm.org.uy/paises/Ecuador/DeclaraciondeQuito.rtf) l@s firmantes hicieron público el agradecimiento al Ministerio del Medio Ambiente por la iniciativa, pero lamentaron el hecho de que la metodología no facilitara la participación y que las empresas madereras hubieran monopolizado el evento, que se convirtió "en un foro para promocionar plantaciones industriales, desconociendo las denuncias, argumentos y propuestas de las comunidades, que reconocemos en las plantaciones forestales industriales una de las principales amenazas para nuestros bosques nativos, nuestro bienestar e incluso nuestra sobrevivencia".

Además, la declaración aportó ejemplos concretos en los que las plantaciones forestales comerciales a gran escala en Ecuador no fueron una alternativa de desarrollo sino que, por el contrario, provocaron problemas tales como deforestación, disminución de fuentes de agua, reducción de la fertilidad del suelo, pérdida de biodiversidad, apropiación de tierras de las comunidades, aumento de riesgo de incendios y reducción de las zonas de conservación.

Las organizaciones firmantes consideraron además "que debe iniciarse un proceso participativo en donde las comunidades intervengan con miras a la elaboración de un Plan Nacional sobre Conservación y Manejo Sustentable de los Recursos Naturales, en donde se incluyan las estrategias de conservación, regeneración y restauración de los bosques y otras áreas naturales, especialmente para la protección de las fuentes de agua, flora, fauna y suelo, porque las plantaciones no son bosques."

En resumen, el reciente evento llevado a cabo en Ecuador constituye una experiencia muy importante. Por un lado, porque el gobierno auspició un proceso participativo que abrió puertas a actores normalmente dejados de lado como las comunidades indígenas y campesinas. Por otro lado, porque mostró la capacidad de manipulación del sector maderero, que se adueñó del evento y quiso ponerlo al servicio de sus intereses empresariales. Pero también porque los sectores realmente interesados en la conservación ambiental y en la distribución equitativa de los beneficios derivados del uso sustentable de los recursos naturales pudieron finalmente sortear los obstáculos y hacer oír su propia voz. Es de esperar que el gobierno --que seguramente va a ser objeto de enormes presiones por parte del sector empresarial maderero-- tome en cuenta estas posiciones y las incorpore a sus políticas, para que éstas beneficien a las comunidades locales y al país en su conjunto, asegurando al mismo tiempo la conservación ambiental.

Por: Ana Filippini, correo electrónico: anafili@wrm.org.uy