El gobierno ecuatoriano ha firmado un contrato con la empresa Oleoductos de Crudos Pesados (OCP) para construir un oleoducto que atravesará el país de este a oeste, recorriendo las tres regiones geográficas que conforman su territorio. La obra afectará áreas frágiles de gran importancia desde el punto de vista ecológico y para la producción agrícola.
El oleoducto de 500 km de largo habrá de transportar crudo de baja calidad. La mayor parte del mismo provendrá de un bloque petrolero localizado en el Parque Nacional Yasuní, que todavía no ha sido licitado para explotación. Es esta un área prístina dentro del Parque, el cual es uno de los más importantes del Ecuador continental y hogar del pueblo indígena huaorani. Existe también el peligro de que la frontera petrolera se extienda a los territorios amazónicos del sur del país, todavía relativamente inalterados, donde viven los indígenas quichua, shuar y achuar.
OCP Ecuador es un consorcio conformado por Agip, Alberta, Kerr Mc Gee, Occidental, YPF, Pérez Companc y Techint. Las obras serán realizadas por la empresa argentina Techint, que es conocida por su desastrosa performance en materia ambiental. El costo estimado de U$S 1.100 millones está, según fuentes locales, sobrevaluado, teniendo en cuenta que el costo del mismo oleoducto fue evaluado en 1999 en U$S 400 millones. En definitiva, quien pagará esa diferencia será el pueblo ecuatoriano.
El trayecto del gasoducto fue aprobado antes de que se realizara la evaluación de impacto ambiental (EIA) requerida por la Ley de Gestión Ambiental. La Constitución de la República establece que previo a este tipo de obras debe hacerse una consulta a las comunidades afectadas, lo que tampoco se llevó a cabo a cabo. Tras la aprobación del proyecto, se dio a la consultora ENTRIX un plazo de tan sólo dos meses para hacer una EIA, tiempo a todas luces insuficiente considerando que el oleoducto de 500 km de longitud habrá de atravesar ecosistemas sumamente complejos.
Dado que el oleoducto atravesará todo el país, de este a oeste, pasará por todos los sistemas de fallas existente en el Ecuador, donde hay un total de 94 fallas. En la ruta proyectada de la obra hay varios volcanes activos, entre los cuales el Reventador, el Antisana, el complejo volcánico de Chacama, el Guagua Pichincha y el Pululahua. El Guaga Picchincha provoca especial preocupación ya que recientemente entró en erupción. Una erupción violenta significaría que el oleoducto quedaría expuesto al efecto de las cenizas, eventuales aludes y flujos de lava.
El oleoducto sería construido sobre un suelo vulnerable y susceptible a la erosión, en regiones de alta pluviosidad, donde los derrumbes son frecuentes. Parte de la obra pasará por una zona con alta concentración de escuelas, lo que significa un riesgo para el sector más vulnerable de la población: los niños.
La obra atravesará asimismo otras importantes áreas, ecológicamente frágiles, y cortará de hecho varios ecosistemas del país, incluyendo zonas donde nacen arroyos y ríos, zonas agrícolas de alta calidad, áreas topográficamente inestables o activas desde el punto de vista sísmico, bosques tropicales primarios, etc. Asimismo, unos 40 poblados serían afectados por el proyecto.
La ruta proyectada del oleoducto pasa por el Valle de Mindo, considerado por los ornitólogos como la Capital Mundial de las Aves, dado que es la zona con mayor concentración de pájaros por unidad de superficie en América del Sur. El oleoducto habrá de destruir importantes corredores de vida silvestre, afectando la fauna local. Los medios de vida de las poblaciones locales están constituidos por la ganadería y el turismo. Ambas actividades se verán seriamente afectadas tanto por la construcción como por el futuro funcionamiento del oleoducto. El mismo pasará también por otras áreas protegidas y bosques útiles para prevenir los procesos de erosión en las estribaciones de los Andes.
Por otra parte, la proximidad con Colombia implica un riesgo adicional, dado que en los últimos 10 años ha habido más de 760 atentados contra oleoductos en dicho país. Dado que Ecuador está participando del Plan Colombia y considerando que los niveles de violencia en dicho país vienen incrementándose, el nuevo oleoducto se convertirá en un importante objetivo militar. En efecto, el año pasado el Sistema de Oleoductos Trans Ecuatoriano (SOTE) ya fue objeto de cuatro atentados.
Las consecuencias de la mala planificación de los oleoductos son ya conocidas en Ecuador. Tal es el caso de SOTE, construído por Texaco hace 30 años, que ha colapsado varias veces, provocando muerte por quemadura de personas a lo largo del mismo.
Desde hace años, Acción Ecológica ha venido promoviendo una moratoria a la expansión de la explotación petrolera en los trópicos. Ahora está solicitando a todas las personas y organizaciones que piensan que la Amazonía debe sobrevivir, que apoyen la campaña contra la construcción del mencionado oleoducto y la expansión de la explotación petrolera sobre los bosques primarios de la Amazonía ecuatoriana. Si desea sumar su voz, por favor escriba al Ministerio de Energía y Minas.
Por: Acción Ecológica.