EE.UU.: Potlatch Corporation, la certificación del FSC y los árboles transgénicos

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Las 7.000 hectáreas de plantaciones de álamos de Potlatch Corporation en Boardman, Oregon, tienen tanta tecnología de punta como pueda tener una plantación. Los árboles se plantan en el suelo arenoso del desierto y solo crecerán gracias a decenas de miles de finas mangueras negras. El agua, los fertilizantes y los plaguicidas son bombeados hasta los árboles a través de las mangueras de riego. El agua de riego proviene de la represa John Day, construida por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. en 1971. La represa es una de las 19 que bloquean el río Columbia y que han devastado la pesca del salmón en ese río.

Las plantaciones de Potlatch son monocultivos de híbridos clónicos de álamo. En 1999, la compañía autorizó a la Universidad del Estado de Oregon a iniciar una prueba con una plantación de álamos genéticamente modificados (tolerantes a los herbicidas y resistentes a los insectos) sobre 1,2 hectáreas de sus tierras. Potlatch fue uno de los miembros fundadores de la Cooperativa de Investigación en Ingeniería Genética de Árboles (Tree Genetic Engineering Research Cooperative-TGERC) de la Universidad del Estado de Oregon, a quien paga US$ 25.000 por año. “Son científicos de primera línea, de reputación internacional. Nuestra inversión en TGERC nos da un muy buenos dividendos”, explicó en 1999 Jake Eaton, Gerente de Investigaciones de Potlatch,

La participación directa de Potlatch en la tecnología de ingeniería genética retrocedió cuando la compañía decidió que deseaba vender madera a Home Depot, la mayor empresa de productos de bricolaje "Hágalo Usted Mismo" en todo el mundo. En 1999, para sacarse de encima a los activistas ambientales, Home Depot elaboró una política de compra de madera que “da preferencia” a la madera proveniente de “bosques bien manejados”. Actualmente, Home Depot vende más madera certificada por el Consejo de Manejo Forestal (FSC por sus siglas en inglés) que cualquier otro minorista en los EEUU. Potlatch decidió que la certificación del FSC era justo lo que necesitaba.

Debido a que los principios del FSC prohíben el uso de OGMs en las operaciones forestales certificadas, Potlatch acordó eliminar los árboles transgénicos en diciembre de 2000. Ocho meses después, Scientific Certification Systems (SCS) certificó a las plantaciones de Potlatch como bien manejadas según los principios del FSC.

No obstante, al momento de otorgarse el certificado los árboles transgénicos todavía crecían en las plantaciones de Potlatch. SCS le dio incluso otros cuatro meses a Potlatch para eliminar los árboles. “Al 31 de diciembre de 2001 Potlatch debe cumplir su compromiso de eliminar los híbridos de álamo transgénicos sexualmente inmaduros de 2 años y continuar absteniéndose de realizar investigación sobre OGM en sus instalaciones en el este de Oregon”, dice el resumen público de la evaluación de certificación redactado por los asesores de SCS.

SCS no verificó si los árboles habían sido eliminados hasta junio de 2002, seis meses después de la fecha límite establecida, cuando el asesor Dave Wagner realizó una auditoría anual de las plantaciones de Potlatch Boardman.

“Los álamos híbridos genéticamente modificados fueron retirados antes del 31 de diciembre de 2001”, señaló Wagner. Sin embargo, continuó, “luego del retiro hubo algunos rebrotes que a la fecha de la auditoría anual de 2002 no habían sido tratados”. Más de nueve meses después de que fuera otorgado el certificado, todavía había árboles transgénicos brotando en las tierras de Potlatch.

SCS no retiró el certificado, sino que emitió una solicitud de acción correctiva. Una vez más Potlatch no tenía que hacer nada hasta fin de año. “Al 31 de diciembre de 2002 Potlatch debe eliminar los tocones y los brotes asociados a los árboles híbridos de álamo genéticamente modificados que fueron eliminados”.

Una vez más, SCS no verificó si Potlatch había removido los tocones y brotes de los árboles transgénicos hasta seis meses después de la fecha límite. En junio de 2003, Barry Sims, un consultor forestal de Portland y asesor de SCS, realizó una auditoría anual de las plantaciones de Portland Boardman.

“Todo el material transgénico ha sido retirado”, informó Sims, sin explicar qué evidencia lo había ayudado a llegar a esa conclusión. No menciona en el resumen público si inspeccionó el área él mismo o si simplemente preguntó al personal de Potlatch.

Luego de cada auditoría anual, los evaluadores de SCS llegaron a una conclusión idéntica palabra por palabra: “el nivel general de manejo forestal ha sido claramente fortalecido en el predio de bosque en el último año”. Esta conclusión es sorprendente, más aún cuando lo único que tienen en común las plantaciones de alta tecnología de Potlatch con un bosque es que están llenas de árboles.

Y lo que es más importante, talar álamos y dejar los tocones en el suelo es una manera absolutamente inadecuada de eliminar los álamos de una parcela de tierra, se trate de álamos transgénicos o no. “Todos los álamos tienden a brotar vigorosamente desde los tocones luego de su tala”, explica Steven Strauss de la Universidad del Estado de Oregon.

Matthius Fladung del Institute for Forest Genetics and Forest Tree Breeding cercano a Hamburgo en Alemania, ha documentado lo difícil que puede ser remover todo rastro de álamos transgénicos del suelo. El ensayo de Fladung se completó en 2001 y se eliminaron los árboles de la parcela. Dieciocho meses después, según reportó Fladung, todavía había vástagos de las raíces de los árboles transgénicos presentes en el suelo.

Fladung manifiesta su preocupación porque “se debe ser cuidadoso al sacar conclusiones del hecho de que los vástagos de las raíces aparezcan varios meses después de la tala del ensayo de campo”. Si el ensayo no se ubica cerca de ningún otro grupo de álamos, es simple “porque todo álamo debe ser transgénico”. Sin embargo, si hay otros álamos en los alrededores “puede ser difícil distinguir entre los vástagos transgénicos y los no-transgénicos” dice Fladung.

Es improbable que ningún álamo transgénico haya conseguido crecer desde las raíces que Potlatch aparentemente dejó en el suelo. Es improbable, quizás, pero no imposible. Ciertamente SCS estaba infringiendo las normas del FSC al otorgar el certificado a una compañía que estaba cultivando árboles transgénicos en sus tierras. El hecho de que SCS no verificara de manera más cuidadosa que Potlatch hubiera eliminado completamente cualquier rastro de los álamos transgénicos es un escándalo.

Por: Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org