El gobierno de Laos ha decidido hacer del país “la batería de Asia”. Para ello ha construido una serie de grandes represas hidroeléctricas a lo largo del río Mekong que vienen causando el despojo de miles de personas. El reciente colapso de la represa Xe Piann-Xe Nam Noy acentuó los muchos otros riesgos de tales proyectos.
Con casi el 40 por ciento del volumen total del río Mekong en la República Democrática Popular de Laos, el gobierno ha decidido hacer del país “la batería de Asia”. Para ello ha construido una serie de grandes represas hidroeléctricas a lo largo del río Mekong, con el objetivo de exportar la energía excedente a los países vecinos. El Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo son influyentes actores que desde el principio han respaldado las políticas neoliberales para la construcción de represas en Laos.
Cada vez más las represas bloquean y desvían el flujo y la interconexión tanto de espacios y ciclos ecológicos como de antiguas economías y patrimonios culturales locales. Y en muchos casos el daño generado ya es irreparable.
Actualmente hay 46 centrales hidroeléctricas en funcionamiento en Laos y más de 50 centrales en construcción en todo el país, cuya finalización se prevé para 2020. El plan es exportar alrededor del 85 por ciento de la producción de energía del país, principalmente a Tailandia, Camboya y Vietnam. (1)
No obstante, este “desarrollo” de la energía hidráulica se enfrenta a crecientes críticas. El río no es solo una cuestión de los laosianos, sino también de todos los habitantes de los países vecinos, que comparten sus aguas y corrientes. A escala regional, el embalse del Mekong y sus ríos tributarios reducirá significativamente la producción pesquera artesanal, vital para el sustento y las formas de vida de toda la cuenca del Bajo Mekong. A eso se agrega que los cambios en las corrientes hídricas seguramente aumentarán las inundaciones, interrumpirán los sistemas agroecológicos que dependen de los ciclos periódicos de inundaciones, e impedirán la acumulación de sedimentos que proporcionan nutrientes para la producción agrícola en Laos y los países río abajo. Además, se corre el riesgo de que las represas puedan llegar a reducir el volumen de agua que fluye desde el Mekong superior y así causar pérdidas significativas a los agricultores que se dedican a la agricultura en el Delta del Mekong en Vietnam. Estos proyectos pueden causar serias disputas sobre el agua entre Laos y los países del bajo Mekong. (2)
Una reseña de los impactos ambientales y sociales provocados por los proyectos de represas en Laos reveló cómo estos proyectos causaron la emigración de miles de personas que perdieron sus medios de vida y culturas y luego se vieron obligadas a ganarse la vida en nuevos oficios que les resultaban completamente extraños. (3) Además de esto, el reciente colapso del dique de la central hidroeléctrica Xe Piann-Xe Nam Noy en el sur de Laos, que inundó numerosas aldeas y generó un elevado número de muertos, acentuó los muchos otros riesgos de tales proyectos.
¿Quién está detrás de la represa Xe Piann-Xe Nam Noy?
Ubicada en el sur de Laos, en la meseta de Bolaven, la represa hidroeléctrica Xe Piann-Xe Namnoy fue construida en los ríos que confluyen en el Sekong, uno de los mayores afluentes del río Mekong. El proyecto se remonta a junio de 1993, cuando los gobiernos de Tailandia y Laos firmaron un memorando de entendimiento sobre el comercio de 1,5 millones de kilovatios (kW) de electricidad. Al año siguiente, Dong-A E&C, una empresa coreana, firmó un contrato con el gobierno de Laos para instalar una planta hidroeléctrica, con una inversión total de US$ 498,41 millones de dólares.
El Ministerio de Estrategia y Finanzas de Corea del Sur proporcionó al Fondo de Cooperación y Desarrollo Económico parte de los recursos financieros necesarios para construir la represa. Pero el Grupo Dong-A quebró en mayo de 1998, poco después del estallido de la crisis financiera asiática, y su subsidiaria, Dong-A E&C, también se declaró en bancarrota en noviembre de 2000. Esto hizo que el proyecto de construcción de la represa se detuviera de manera indefinida.
El proyecto resurgió cuando otra compañía coreana, SK Engineering & Construction, y Korean Western Power Company (KWPC) firmaron en 2006 un memorando de entendimiento con el gobierno de Laos para reanudar el proyecto. En 2011, el gobierno de Laos solicitó ayuda financiera al Fondo de Cooperación y Desarrollo Económico, de Corea. Poco después, el Ministerio de Estrategia y Finanzas de Corea del Sur y su contraparte laosiana firmaron un acuerdo. (4)
Además de la inversión de Corea del Sur, el banco tailandés Ayudhya Public Company Bank también cofinanció el proyecto. El banco se encuentra actualmente bajo el paraguas del grupo financiero japonés Mitsubishi UFJ (MUFG). Además, el Fondo de Inversión de Pensiones del Gobierno (GPIF, por su sigla en inglés) posee acciones por valor de alrededor de mil millones y medio de yenes (aproximadamente 14 millones de dólares estadounidenses) del Banco Krungthai, otro co-financiador tailandés de la empresa conjunta, así como créditos por un valor de más de seis mil millones de yenes (aproximadamente 59 millones de dólares estadounidenses) del Banco de Exportación e Importación de Corea, que financia la empresa estatal Lao Holding (LHSE, por su sigla en inglés), que creó la empresa conjunta. (5)
La propaganda del consorcio era que la represa hidroeléctrica, capaz de generar 410 MW de electricidad después de su finalización, produciría atractivas ganancias en los próximos 27 años al exportar su producto a la compañía de energía tailandesa Ratchaburi Electricity Generating Holding. Sin embargo, lo que evitó mencionar fue que se obligó a los indígenas a abandonar nuevamente sus formas de vida y sustento, y tampoco hizo referencia a los numerosos riesgos sociales y ambientales que conlleva dicha represa.
Los impactos silenciados
Los indígenas Nyaheun, que poblaban la zona que fue inundada por el proyecto de la represa Xe Pian-Xe Nam Noy, solían ser autosuficientes. De sus tierras obtenían suficiente arroz mientras que el río y los bosques cercanos también les proporcionaban alimentos y agua.
Sin embargo, poco después de haberse firmado el contrato del proyecto de la represa, se obligó a los Nyaheuna emigrar a la región montañosa. Tuvieron que dejar atrás la pesca, que era su modo de subsistencia, y se vieron obligados a cosechar café. Pero la región montañosa era el hogar de otro grupo étnico nativo conocido como los Jhru, con los cuales los Nyaheun mantuvieron históricamente un vínculo de hostilidad. Por otra parte, la emigración de los Nyaheun a la zona de los Jhru significó una disminución del agua potable disponible y también impactó en la fertilidad de la tierra, lo que resultó en una reducción de las cosechas y la necesidad de usar fertilizantes. La migración ha comprometido drásticamente la calidad de vida de ambos grupos. (6)
Cuando hace dos décadas el proyecto de Dong-A E&C fracasó, los Nyaheun comenzaron a regresar a sus pueblos de origen. Pero cuando se reanudó la construcción de la represa, nuevamente los obligaron a irse.
Además, las aldeas camboyanas en torno al Mekong inferior, por ejemplo, al momento de escribir el informe ya habían experimentado cambios abruptos en los volúmenes de agua, disminuciones aceleradas y cambios en las cantidades y especies de peces disponibles para la pesca, y un cambio drástico en su forma de vida (que incluye tener que arreglar necesariamente las estructuras de sus casas en respuesta a los repentinos cambios de los volúmenes de agua). Los aldeanos han experimentado todos esos cambios tan acelerados en la última década desde que se inició la construcción de la represa. Aún más preocupante es el hecho de que estos cambios ambientales se han traducido en un creciente detrimento de la soberanía alimentaria.
“Un desastre, pero no un desastre natural” (7)
Mientras la estaban construyendo, la parte superior de una represa subsidiaria instalada en uno de los embalses del proyecto hidroeléctrico Xe-Pian Xe-Namnoy se derrumbó, liberando una gran cantidad de agua. Como resultado, seis aldeas situadas aguas abajo quedaron sepultadas, mientras que otras 13 aldeas también se vieron afectadas por graves inundaciones. Debido a que la construcción de esta presa se encontraba bajo un afluente transfronterizo del río Mekong, el gran flujo de agua también llegó a Camboya, causando perjuicios a las comunidades de frontera en la provincia de Stung Treng. (8). La tragedia causó la muerte de más de 30 personas, cientos de personas desaparecidas e innumerables pérdidas de hogares y medios de vida.
Después del colapso de la represa, el gobierno de Laos anunció la suspensión de todas las nuevas represas propuestas, en espera de una revisión de todas las instalaciones hidroeléctricas existentes. Sin embargo, el día después de este anuncio inició el proceso de consulta previa de un nuevo proyecto en el Mekong, altamente cuestionado: la represa de Pak Lay. (9)
No es nada nuevo que las mega represas sean cuestionadas y provoquen desastres ambientales y sociales. Pero entonces, ¿por qué los planes de construcción de represas en el río Mekong y en otros lugares continúan a pesar de los urgentes reclamos de evitar sus impactos tan perjudiciales?
Artículo basado en información obtenida de:
(1) Mekong Eye, Laos expects to have 100 hydropower plants by 2020, julio de 2017.
(2) Green W. and Baird, I (2016) Capitalizing on Compensation: Hydropower resettlement and the commodification and decommodification of nature-society relations in Southern Laos, Annals of the American Association of Geographers.
(3) International Rivers, Power Surge: The Impacts of Rapid Dam Development in Laos, 2008.
(4) South Korean Presence on the Mekong Hydropower Development Market: Current Status and Issues, LEE Kangjun (Director, Energy and Climate Policy Institute)
(5) Mekong Watch, Grave damage caused by dam collapse in southern Laos, julio de 2018.
(6) Idem (4)
(7) Mekong Watch statement.
(8) Idem (5)
(9) New Delhi Times, Water Experts Question World Bank’s role in Laos Dam, octubre de 2018.