El crecimiento tiene límites, y la escala es realmente un tema

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Las empresas transnacionales dominan cada vez más todos los sectores económicos en los que es posible obtener ganancias. La mayoría de ellas han incorporado consideraciones sociales y ambientales a su discurso, si bien son pocas las que realmente ponen en práctica sus propias declaraciones al respecto. Más allá de sus buenas intenciones, la escala misma de sus actividades hace que la sustentabilidad ambiental sea prácticamente imposible de lograr, mientras que la competencia por dominar los mercados mundiales ha convertido a las consideraciones sociales en algo casi antagónico con la rentabilidad.

Al respecto abundan los ejemplos en todos los sectores económicos, pero el caso de la empresa Aracruz Celulose, con sede en Brasil, es paradigmático porque fue una de las primeras empresas transnacionales en adherir a la temática ambiental con anterioridad a la Cumbre de la Tierra de 1992. Esta compañía es la mayor productora del mundo de celulosa blanqueada de eucalipto, con una producción anual de 1.300.000 toneladas. Aracruz ha venido expandiendo sus plantaciones de eucalipto y su planta industrial desde el inicio de sus operaciones y aparentemente no hay límites para sus planes de expansión. Ahora apunta a aumentar la capacidad de producción de celulosa a 2 millones de toneladas y eso implica la ocupación de miles de hectáreas más de tierras fértiles con plantaciones de monocultivos de eucalipto.

Si bien las comunidades locales que viven en la zona ocupada por Aracruz --principalmente comunidades indígenas y afrobrasileñas tradicionales-- fueron despojadas de sus tierras, en un principio la compañía recibió cierto apoyo de otros sectores de la sociedad, a quienes les prometió desarrollo y empleo. Pero el desarrollo prometido nunca llegó mientras que el empleo ha caído sostenidamente como resultado de la mecanización y la tercerización. Según la propia Aracruz, la compañía tiene en su plantilla a “1.689 empleados, incluidas nuestras filiales internacionales, Aracruz Produtos de Madeira y Portocel. Además de la mano de obra propia, hay 2.954 trabajadores permanentes contratados por terceros, lo que da un total de 4.643 puestos de trabajo directos en las regiones en que operamos”. ¡Y ese es todo el empleo generado por una compañía enorme, con una fábrica de celulosa enorme y una cantidad igualmente enorme de tierras que llegan a unas 220.000 hectáreas!

Al mismo tiempo, el empleo rural existente ha disminuido como resultado de la compra de tierras por Aracruz y su plantación con eucaliptos. Dado que la cantidad de puestos de trabajo por hectárea en las plantaciones de árboles es mucho menor que en la agricultura, el empleo en las zonas rurales da un saldo negativo. Además, los impactos ambientales, tanto de las plantaciones como de la producción de celulosa, han agravado los impactos en las poblaciones locales, como es el caso de las comunidades de pescadores enfrentadas a la casi desaparición de los peces como resultado de las actividades de Aracruz.

Los impactos referidos, y otros muchos más, han determinado el crecimiento de la oposición organizada, que incluso desembocó en la aprobación reciente de una ley por parte de la Asamblea Legislativa del estado de Espirito Santo --inmediatamente vetada por el Gobernador-- que prohíbe nuevas plantaciones de árboles para la producción de pulpa de papel en tanto no se lleve a cabo el mapeamiento agroecológico del estado, a partir del cual se establezcan normas claras sobre dónde pueden y donde no pueden plantarse esos árboles. En el artículo sobre Brasil en este mismo boletín se analiza el tema más en detalle.

Como ya se dijo, el caso de Aracruz es tan solo un ejemplo de lo que ocurre actualmente en muchas partes del mundo, tanto en el Norte como en el Sur. No importa cuan afanosamente las transnacionales intenten --cuando lo hacen-- tener en cuenta los aspectos ambientales y sociales, el resultado final es degradación ambiental y creciente marginación social. Y de hecho, el tema es en realidad bien simple: cuanto mayor es la escala, mayores son los impactos. ¿No es hora de volver a discutir los conceptos de “lo pequeño es hermoso” y de los “límites al crecimiento”?