La capacidad de almacenamiento de carbono de los manglares y varios otros ecosistemas costeros, como las marismas de agua salada, las praderas marinas, los bosques de algas y los humedales, ha pasado a ser noticia.
Trabajando en equipo, científicos universitarios e investigadores forestales han examinado el contenido de carbono de los manglares. Las conclusiones de uno de esos estudios, realizado en la región del Indo-Pacífico, fueron publicadas por Nature Geoscience. Se encontró que los manglares almacenan por hectárea hasta cuatro veces más carbono que la mayoría de los demás bosques tropicales del mundo, y esto se atribuye, en parte, a sus suelos profundos, ricos en materia orgánica, en los que prosperan los mangles. El complejo sistema radicular del manglar, que fija las plantas en los sedimentos submarinos, frena las aguas de la marea, permitiendo a la materia orgánica e inorgánica permanecer en la superficie del suelo. La escasa cantidad de oxígeno aminora el ritmo de la descomposición, de modo que buena parte del carbono queda acumulado allí. De hecho, los manglares almacenan sólo en su suelo más carbono que toda la biomasa y el suelo de la mayoría de los bosques tropicales.
Cuando se cambia el destino de la tierra, buena parte del carbono almacenado se libera a la atmósfera, agravando el problema del cambio climático. En los últimos 50 años, los manglares han sufrido una rápida disminución de entre un 30 y un 50 por ciento.
El Protocolo de Kyoto de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático ha aumentado su colección de falsas soluciones de mercado al adoptar un nuevo método para calcular el dióxido de carbono de la atmósfera captado y almacenado por los manglares; esto ha dado lugar a soluciones para el cambio climático llamadas de “carbono azul” (ver el Boletín nº 167 del WRM).
Dicha metodología fue desarrollada por la UICN, Ramsar y Sylvestrum, en asociación con el grupo transnacional francés de productos alimenticios Danone, para el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kyoto. Este mecanismo permite a los grandes países industriales evitar su responsabilidad histórica de reducir sus propias emisiones de carbono, invirtiendo en proyectos en el Sur que, supuestamente, evitan esas emisiones. Los defensores de la compensación de carbono argumentan que “la solución” para preservar los manglares y combatir el cambio climático consistiría en incentivar que dichos ecosistemas no sean tocados, ofreciendo a cambio créditos de carbono.
De este modo, los manglares serán el blanco de grandes compañías ansiosas por comprar créditos de carbono para compensar la contaminación que generan continuamente. Un ejemplo de esto es el Wetland Carbon Partnership del mencionado Grupo Danone. Se trata de un emprendimiento de 2008, que fomenta la aprobación de proyectos que generen grandes cantidades de créditos de carbono, en el marco del MDL o del denominado mercado voluntario. Para junio de 2011, se habían presentado no menos de 25 proyectos. Danone ya invirtió en dos proyectos piloto, en Senegal e India.
El sistema de compensación de carbono propuesto por Danone significa que la empresa seguirá quemando combustibles fósiles y aumentando el volumen de gases de efecto invernadero de la atmósfera, e intentará al mismo tiempo neutralizar la contaminación almacenándola en algún manglar del planeta.
Sin embargo, esto implica aumentar el volumen neto de carbono en la biosfera, es decir la atmósfera, los seres vivos, la vegetación y el suelo. Si bien los mangles y el suelo absorben carbono y lo almacenan, este almacenamiento es temporario y forma parte del ciclo del carbono atmosférico. En cambio, los combustibles fósiles extraídos del subsuelo y quemados por empresas como Danone aumentan de forma permanente el volumen de carbono de la biosfera. Dicho carbono de origen fósil no forma parte del ciclo del carbono atmosférico y termina aumentando la cantidad de gases de efecto invernadero responsables del cambio climático, sin que haya posibilidad alguna de volver a enterrarlo.
El modelo de producción a gran escala y de distribución comercial de millones de artículos, muchos de ellos superfluos y descartables, sin otro objetivo que el consumo excesivo, genera un gran volumen de emisiones de carbono y está en el origen de la actual crisis climática. También es causa subyacente de la desaparición de los manglares. El mercado del carbono es hijo de dicho modelo, y difícilmente servirá para solucionar el problema que este último ha creado.
Artículo basado en información obtenida de: “Mangroves among the most carbon-rich forests in the Tropics”, junio de 2011, http://www.salvaleforeste.it/en/201106231474/
mangroves-qmong-the-most-carbon-rich-forests-in-the-tropics.html.