El zorro a cargo del gallinero

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Hace 10 años, en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) dio inicio a un proceso que se continúa en la próxima Cumbre Mundial para el Desarrollo Sustentable (CMDS), que tendrá lugar en Johannesburgo, Sudáfrica, del 26 de agosto al 7 de setiembre.

A diferencia de las expectativas generadas diez años atrás por la conferencia de Rio, nada hace prever que esta nueva cumbre vaya a dar lugar a compromisos serios para abordar la crisis de los bosques. Las cláusulas referentes a los bosques del Borrador del Plan de Implementación acordadas en la última reunión preparatoria de la CMDS se pueden calificar, en el mejor de los casos, como patéticas. Entre ellas, cabe la pena mencionar que:

No hace ni una referencia al tema de las causas subyacentes de la deforestación

Cualquiera que esté involucrado en el tema bosques sabe que las "malas prácticas de manejo" no son las causas de fondo de la destrucción y degradación del bosque. Cuando existen, tales prácticas son en realidad una consecuencia de otras causas subyacentes --p.ej., la deuda externa, la imposición de políticas económicas orientadas a la exportación, la inversión transnacional, el comercio internacional, el consumo excesivo en los países del Norte, patrones de tenencia de la tierra injustos, etc. A pesar de que estas causas han sido todas ellas identificadas por los gobiernos y las agencias internacionales, que se han comprometido a abordarlas, el borrador del plan de trabajo las ignora completamente. Al ignorar el problema central del diagnóstico de la enfermedad, ya de entrada el plan resulta totalmente inadecuado para abordar el problema de la conservación de los bosques.

Insiste en la promoción de monocultivos forestales, definidos como "bosques plantados"

En el borrador del plan de trabajo se insiste en llamar "bosques" a las plantaciones y en asignarles los mismos beneficios sociales y ambientales que a los bosques. La realidad sin embargo, es que las plantaciones de árboles a gran escala generan pobreza, aumentan las desigualdades, afectan la seguridad alimentaria, agotan los recursos hídricos y los suelos, y reducen drásticamente la diversidad biológica, para mencionar solamente sus efectos más evidentes. Es por ello que el simple hecho de que el borrador de plan insista en llamarlas "bosques" constituye otra mala señal en cuanto a su adecuación para la conservación de los bosques.

Insiste en plantear como solución la transferencia de tecnología y la asignación de recursos financieros desde el Norte como parte de la solución

¡Como si el problema pudiera resolverse volcando más dinero y más tecnología! En la mayor parte de los casos es precisamente por causa de la disponibilidad de recursos financieros y tecnologías del norte que se destruyen los bosques del sur. Sería mucho más adecuado plantear los temas de fondo --el continuo flujo de recursos financieros del Sur al Norte y la apropiación de conocimientos y tecnología del Sur por parte del Norte-- como forma de crear condiciones adecuadas para la conservación de los bosques en el Sur.

Promueve la ingerencia directa de las transnacionales en el proceso

En comparación con éste, los problemas mencionados en los párrafos precedentes pasan a ser de importancia relativa. En pocas palabras, el plan de trabajo promueve "asociaciones" (de transnacionales con gobiernos y organizaciones de la sociedad civil), que de hecho significa poner en manos de quienes más destruyen la solución a los problemas: las empresas transnacionales. De ellas, el borrador de plan de trabajo espera que faciliten el suministro de recursos financieros, la transferencia de tecnología, el comercio y otros "beneficios" que supuestamente resultarían en un manejo sustentable de los bosques.

De un plumazo las transnacionales dejan de ser parte del problema a ser parte central de la solución. Se ignora el hecho de que las corporaciones son ellas mismas una de las causas principales de la destrucción social y ambiental. Al mismo tiempo que son cada vez más las organizaciones de la sociedad civil que llaman a controlarlas y a hacerlas legalmente responsables de los impactos de sus actividades, la CMDS les abre las puertas de par en par. Pese a ser los gobiernos expertos tanto en ser zorros como en ser gallinas (y por ende conocer bien a ambas especies), ¡de hecho quieren poner al zorro a cargo del gallinero!

En definitiva, la documentación oficial de la CMDS está en línea con el proceso post-Rio. Durante los últimos diez años, promesa tras promesa hecha en la Cumbre de la Tierra ha sido rota. El borrador del plan de trabajo para la CMDS va incluso más allá: ni siquiera promete nada. En consecuencia, el lograr que algo positivo en materia de bosques salga de esta Cumbre dependerá casi enteramente de la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil para lograr que se introduzcan cambios sustanciales al plan en discusión.