Los grandes contaminadores prometen "cero emisiones netas" para complacer a quienes los financian. Las llamadas "soluciones basadas en la naturaleza" - el nuevo nombre de las compensaciones - están al centro de estas promesas. El riesgo es un acaparamiento masivo de tierras. Las empresas de alimentos y del agronegocio son actores clave en esta estafa.
Después de años de no haber hecho nada por avanzar hacia los ya controversiales objetivos del Acuerdo de París de 2015, decenas de grandes contaminadores prometen ahora "cero emisiones netas." Estas promesas se dan básicamente para complacer las necesidades de imagen de los actores financieros que los sostienen económicamente. Las compensaciones, no las reducciones de emisiones, están al centro de estas promesas. Y las compensaciones ahora están en su mayoría encubiertas bajo la última marca comercial del maquillaje verde: las "soluciones basadas en la naturaleza", cuyo riesgo es el de generar un acaparamiento masivo de tierras fértiles y de bosques, particularmente en el Sur global. Las empresas de la alimentación y del agronegocio son actores clave en esta letal estafa.
Las corporaciones son, sin duda, el principal obstáculo para una acción significativa ante la crisis climática. Estos actores todopoderosos han pasado las últimas dos décadas socavando el consenso científico, bloqueando legislaciones serias y pintando de verde su propia responsabilidad. Desde la firma del Acuerdo de París en 2015, con su débil compromiso voluntario de mantener al mundo en un desastroso 1,5 grados de temperatura, y su promesa de soluciones basadas en el mercado, pocas empresas han hecho siquiera el mínimo esfuerzo por dar a conocer sus emisiones, y mucho menos adoptar medidas para reducirlas.
Las empresas de la alimentación y del agronegocio se encuentran entre las de peor desempeño. El último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) calcula que el sistema de producción de alimentos es responsable de hasta un 37% del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI). Esto no ha impedido que estas compañías reciban miles de millones de dólares de las empresas financieras internacionales, incluso de aquellas que afirman estar comprometidas con la inversión responsable.
No pasa un día en que no aparezca el anuncio de alguna iniciativa comercial o la promesa de lograr "cero emisiones netas" para 2050. Estas iniciativas y promesas de se basan en las compensaciones, que ahora están encubiertas bajo el término eufemístico de "Soluciones basadas en la naturaleza". Al mismo tiempo, muchas de estas empresas están presionando fuertemente para que los gobiernos no obstaculicen el financiamiento que destinan a empresas contaminantes, insistiendo en que de alguna manera estas están en la mejor posición para decidir cómo debe asignarse la inversión para las soluciones climáticas. Este maquillaje verde, tan profundamente basado en las compensaciones, se perfila como incluso peor que los días de la negación del problema climático.
Todo el plan de "cero emisiones netas" de Nestlé es sobre compensaciones
BlackRock es el accionista de empresas de combustibles fósiles y del agronegocio más grande e influyente del mundo. A pesar de su profunda vinculación con los peores criminales climáticos del mundo, BlackRock se ha redefinido como líder de la acción climática y “espera que las empresas definan cómo se han alineado con un escenario en el que el calentamiento global esté limitado a muy por debajo de los 2°C, en línea con la aspiración mundial de alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) para 2050”. Las empresas ahora se refieren colectivamente a las compensaciones en el marco de las promesas de "cero emisiones netas" como "Soluciones basadas en la naturaleza".
Una de las empresas en las que BlackRock invierte fuertemente es Nestlé, la mayor compañía productora de alimentos del mundo y una de las empresas con mayores emisiones de GEI fuera del sector energético. BlackRock es el principal accionista de Nestlé y, a pesar de su enorme huella climática, Nestlé encaja perfectamente en las actividades que BlackRock “espera” de las empresas en las que invierte. En diciembre de 2020, Nestlé lanzó su “Plan hacia las emisiones netas cero”, comprometiéndose a reducir su emisiones en un 50% para el año 2030 hasta llegar a las "cero emisiones netas" en 2050. La mayoría de estas emisiones se producen en su cadena de abastecimiento de productos lácteos, cárnicos y cultivos básicos (café, aceite de palma, azúcar, soja, etc.). Las emisiones anuales de Nestlé en estas actividades son aproximadamente el doble que las emisiones totales de su país de origen, Suiza.
El plan climático de Nestlé no implica una reducción en sus ventas de alimentos a base de lácteos, carne y otros productos agrícolas que provocan elevadas emisiones. Por el contrario, su plan climático se basa en un crecimiento proyectado del 68% de su producción de lácteos, carnes y cultivos básicos entre 2020 y 2030.
Parte del plan de Nestlé para lograr esto es el compromiso de invertir 1.200 millones de dólares durante los próximos diez años en “prácticas de agricultura regenerativa”. Pongamos esto en perspectiva: Nestlé pagó un dividendo de alrededor de 8.000 millones de dólares a BlackRock y a sus otros accionistas en 2020. Desde agregar aditivos al forraje para reducir el metano producido por los animales, hasta introducir prácticas agroforestales y un mejor manejo del suelo en las plantaciones de cultivos, estos planes siguen siendo inciertos en cuanto a cómo los proveedores implementarán estas prácticas, qué significan exactamente y quién pagará para que eso suceda.
A falta de un plan serio para reducir sus emisiones, Nestlé apuesta a las compensaciones para salvar su ambición de "cero emisiones netas". “Vemos un enorme potencial en la remoción de emisiones de GEI de la atmósfera como un modo de contrarrestar las emisiones que no podemos reducir directamente”, sostiene Nestlé en su plan.
El precursor de las actuales "Soluciones basadas en la naturaleza" es el Programa de las Naciones Unidas para la Reducción de Emisiones por la Deforestación y la Degradación de los Bosques (REDD+ por su sigla en inglés), que no solo no logró reducir la deforestación ni las emisiones en los últimos doce años, sino que también perjudica gravemente a las comunidades afectadas, sobre todo por quitarles el acceso a sus tierras agrícolas y de bosques, y por contribuir a los conflictos por la tierra.
Uno de los primeros promotores de REDD+ fue una empresa suiza, South Pole Group, que ahora trabaja para Nestlé en su plan de compensaciones. South Pole lideró el enorme proyecto REDD+ Kariba, que cubre 784.987 hectáreas en el noroeste de Zimbabwe. Ese proyecto, que se estructuró para canalizar dinero a través de varias empresas registradas en paraísos fiscales, no trajo ningún beneficio material a las comunidades campesinas y, peor aún, les impidió el acceso a las tierras de las que dependen para la producción de alimentos, la caza y la recolección. A pesar de eso, logró ofrecer compensaciones al gigante energético francés Total para que sus embarques de gas natural líquido a China fueran "neutrales en carbono."
Nestlé, un comprador de compensaciones, pagó a South Pole para que desarrollara un modelo para “calcular el potencial de mitigación de GEI de las tierras agrícolas”. Por su parte, South Pole hace contratos con potenciales vendedores de compensaciones, como Miro Forestry del Reino Unido, que contrató a South Pole para certificar la absorción de carbono de sus enormes plantaciones de árboles en África Occidental, y para ayudarlo a vender esas compensaciones. South Pole, descrito como “uno de los mayores comerciantes de créditos de carbono”, cobra por hacerles el cálculo a las empresas en ambos lados de la transacción y luego, si todo sale bien, por organizar la compraventa.
Nestlé calcula que necesitará compensar 13 millones de toneladas de CO2e por año para 2030, una cantidad casi igual a las emisiones anuales totales de un país como El Salvador. Pero este número podría ser aún mayor si los planes de "agricultura regenerativa" no se materializan. Aunque Nestlé no detalla sus planes de compensación, ya ha lanzado proyectos basados en la plantación de árboles en lugares donde la empresa obtiene sus ingredientes - tales como plantar tres millones de árboles en Malasia, tres millones de árboles en lugares clave de abastecimiento en las Américas y un área protegida en Costa de Marfil. Cuando Nestlé afirma que tiene la intención de eliminar las emisiones de la atmósfera “utilizando soluciones naturales”, implica que sus compensaciones anuales proyectadas requerirían el equivalente a encercar o plantar árboles en al menos 4,4 millones de hectáreas de tierra cada año.
Si el número de planes comerciales de "cero emisiones netas" que está aumentando rápidamente avanza hacia la implementación, aunque sea solo parcialmente, provocará un masivo acaparamiento de tierras, bosques y territorios de los pueblos indígenas y las comunidades rurales del Sur global. Como se indica en un informe reciente de La Vía Campesina y una coalición de ONGs y movimientos sociales, la acelerada avalancha de planes de cero emisiones netas de las empresas deja en claro que “no existe el deseo ni la ambición por parte de los más grandes y ricos del mundo por reducir realmente las emisiones. El "maquillaje verde" difícilmente sirve como un término para describir estos intentos por ocultar el continuo crecimiento de las emisiones de combustibles fósiles: —"ecocidio" y "genocidio" reflejan con mayor precisión el impacto que sufrirá el mundo”.
FOLU: los nuevos trajes de Yara y Unilever
Uno de los grupos de presión más sofisticado y encubierto de la actualidad en favor de las empresas del sector alimentario y el agronegocio es la Food and Land Use Coalition (FOLU – Coalición para la Alimentación y Uso del Suelo). Fue creada por la empresa noruega de fertilizantes Yara y el gigante angloholandés de alimentos procesados Unilever, dos de los peores contaminadores climáticos dentro del sector de la alimentación y la agricultura. Con el respaldo del gobierno noruego, también uno de los peores contaminadores climáticos del mundo, formaron una coalición con los mismos sospechosos de siempre de asociaciones empresariales y ONGs financiadas por empresas. Hoy FOLU, y las personas y grupos que la componen, están siempre presentes en los foros internacionales que se ocupan del clima y la alimentación.
La agenda de FOLU está firmemente atada a los intereses de sus dos empresas fundadoras. Unilever, el mayor comprador mundial de aceite de palma, ha promovido por años sistemas de certificación, en particular la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible, para poder obtener así una fuente "sostenible" para un producto agrícola fundamentalmente insostenible. Yara, como el mayor productor mundial de fertilizantes nitrogenados, un producto que por sí solo es responsable de una de cada 50 toneladas de emisiones mundiales de GEI producidas por humanos por año, lideró una campaña para redefinir a sus fertilizantes como salvadores del clima. Yara afirma que sus fertilizantes han permitido producir más alimentos en menos tierra, y que por lo tanto salvaron bosques y enfriaron el planeta.
No sorprende, entonces, que FOLU reclame sistemas de certificación voluntaria y una producción agrícola basada en combustibles fósiles más eficiente como las principales soluciones a las emisiones del sector de alimentos. También se centra en la reducción de la deforestación tropical, no en la eliminación de los combustibles fósiles del sistema alimentario, y espera que esto lo paguen las empresas que necesiten compensaciones para sus promesas de "cero emisiones netas", que FOLU denomina como “hacer el negocio para un futuro con cero emisiones netas basado en la naturaleza”.
Tanto Yara como Unilever llevan mucho tiempo unidas en su deseo de mantener y expandir la producción industrial de productos agrícolas. Antes de FOLU, iniciaron la Alianza Global para la Agricultura Climáticamente Inteligente, lanzada en 2014. Esa Alianza, que tenía los mismos miembros que FOLU, fue un fracaso en términos de acciones por el clima, pero ésa nunca fue su intención. La Alianza fue concebida para bloquear los esfuerzos por impulsar soluciones reales como la agroecología y la soberanía alimentaria en los foros internacionales relacionados con la alimentación, la agricultura y el clima.
La revolución climática no recibirá financiamiento
Las empresas simplemente no van a adoptar medidas que les impidan obtener ganancias, y lucharán contra cualquier actor, ya sean gobiernos o comunidades, que se interpongan en su camino. Solo cambiarán cuando se les obligue a hacerlo. Las empresas no serán ni pueden ser parte de la solución.
Esto es particularmente importante para tenerlo en cuenta con la industria financiera. Las empresas financieras como BlackRock, e incluso las compañías que administran fondos de pensiones, están diseñadas para financiar a las empresas. Si el dinero sale de sus manos, siempre tendrá como destino las empresas. Es posible que éstas se vean obligadas a hacer promesas de "cero emisiones netas" para acceder a ese dinero, promesas que encerrarán enormes superficies de tierra como "compensaciones basadas en la naturaleza", pero esto no reducirá las emisiones y afectará enormemente a las comunidades que no han contribuido en absoluto a la crisis climática. Por tanto, no existe ningún beneficio para las personas ni para el clima si una empresa financiera se ve obligada a trasladar su inversión de una empresa como Exxon a una como Nestlé.
Las soluciones deben ser desarrolladas y definidas por las personas, no por las empresas. En materia de alimentos y agricultura, los campesinos y otros productores de alimentos a pequeña escala ya han desarrollado una visión de soberanía alimentaria y soluciones a la crisis climática que excluye por completo a estas grandes empresas. En esta visión no hay lugar para el plan de acción de Nestlé o las vacías promesas ambientales de BlackRock. El gran desafío es recuperar el control de los fondos, los recursos y los gobiernos que actualmente son prisioneros de las empresas, para detener así las verdaderas causas de la crisis climática.
Tenemos que enfrentar el creciente tsunami de soluciones empresariales maquilladas de verde, con claridad y solidaridad. Es necesario rechazar las compensaciones por completo, al igual que cualquier sistema que las permita, como es el caso de las "Soluciones basadas en la naturaleza".
GRAIN
www.grain.org
Pueden leer más sobre este tema en la publicación de GRAIN
El "maquillaje verde" de las corporaciones: las "emisiones netas cero" y las "soluciones basadas en la naturaleza" son un enorme fraude (https://grain.org/es/article/6635-el-maquillaje-verde-de-las-corporaciones-las-emisiones-netas-cero-y-las-soluciones-basadas-en-la-naturaleza-son-un-enorme-fraude)