En el feminismo, el capitalismo no encuentra eco ¡continuamos la lucha contra los desiertos verdes, contra la mercantilización de la vida!

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Llegamos a un nuevo 8 de marzo, día internacional de lucha de las mujeres, en el que nosotras, mujeres feministas, también luchamos contra la mercantilización de la naturaleza. Una mercantilización que se profundiza por la expansión de los Desiertos Verdes (1), que son considerados una transición hacia la Economía Verde, un proceso basado en falsas soluciones ecológicas para un sistema en crisis, pero que, de hecho, apunta a oportunidades de lucro integrando la naturaleza al mercado.

La expansión de los Desiertos Verdes no es una realidad nueva pero se ha incentivado en los últimos años, especialmente debido a las políticas de los países llamados desarrollados, que prohíben fábricas y procesos contaminadores en sus propios territorios. No obstante, prohíben los procesos pero no prohíben el uso de los productos que producen. De esta forma, las empresas buscan otros territorios favorables para la instalación y/o ampliación de sus procesos industriales contaminadores, y América del Sur ha sido una de las opciones.

En varias regiones de Brasil, las empresas de celulosa y papel están extendiendo sus desiertos verdes de eucaliptos. Especialmente en los estados de Bahía, Espíritu Santo, Maranhão, Mato Grosso del Sur, Piauí, Río Grande del Sur (RS), las empresas se apoderan de los territorios expulsando a pueblos indígenas, comunidades quilombolas (descendientes de esclavos), campesinos y campesinas de sus tierras.

Actualmente, en RS hay una superficie de más de 500 mil hectáreas de monocultivos de árboles exóticos (2), que, según las proyecciones, antes del 2015 llegaría a cerca de un millón de hectáreas de plantaciones de pinos, eucaliptos y acacias. Los proyectos, además de transformar el bioma Pampa (3) en inmensos macizos de eucalipto, prevén la instalación de fábricas de celulosa.

Sin embargo, a raíz de la agudización de la crisis económica mundial, así como por la sistemática lucha y resistencia local, las inversiones del sector de celulosa y papel fueron menguando en RS. Las empresas que hasta entonces resaltaban la importancia del desarrollo de RS y de sus buenas intenciones, muestran su verdadera cara.

El retorno de los que no fueron: las nuevas inversiones vuelven al escenario de RS

La actual ofensiva papelera es de la empresa chilena CMPC (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, que en RS se llama Celulose Riograndense), que anunció la compra de 100 mil hectáreas de monocultivos de eucalipto y la ampliación de la fábrica de celulosa de Guaíba, usando dinero público del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). El anuncio fue aplaudido por parlamentarios, medios de comunicación (comprometidos con sus anunciantes), así como también por el gobierno estadual (4).

Se celebran números y cifras, pero nada se aclara sobre el proceso de licenciamiento ambiental, sobre cómo se cumplirá o se está cumpliendo el Zoneamiento Ambiental para la Silvicultura (ZAS) (5).

Nosotras, mujeres, decimos ¡no al capitalismo verde!

Este breve resumen es esencial para que conozcamos, mínimamente, con quién estamos tratando. La fluidez del capital es grande, la fluidez de transmutación del mercado también. La llegada de Celulose Riograndense no es nada nuevo, sino que es otra etapa del proceso de mercantilización del territorio de RS.

A nosotras, mujeres, nos es negada sistemáticamente la posibilidad de planificar y proyectar el desarrollo local. Negada porque el sistema capitalista, que es patriarcal, impone a las mujeres un papel en el que carecen de la capacidad de decidir sobre sus propias vidas, sobre su soberanía alimentaria, energética, territorial. A las mujeres les resta el espacio privado, a los hombres, el público.

Sin embargo, en RS, junto a otros movimientos, mujeres campesinas y feministas protagonizamos una lucha y resistencia local sistemática contra la expansión de los Desiertos Verdes. Dicha resistencia estremeció al agronegocio, que consideraba que en RS habría condiciones favorables a su pleno desarrollo. Y ante esta nueva ofensiva, debemos decir no al capitalismo verde, falsamente llamado Economía Verde.

La Economía Verde es la forma encontrada por el sistema capitalista neoliberal para mercantilizar la vida. Aún con el fracasado intento en Rio+20 de imponerse como ‘la agenda’ para el próximo período, gobiernos y empresas continúan acuñando esa falacia (ver el más reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo (5))

En el caso de los desiertos verdes se usa la falacia de la preservación de los bosques como argumento para la expansión de ‘bosques’ plantados. Se usa un concepto falso de bosque, para disimular que se trata de un monocultivo de árboles exóticos plantados con la intención de ser transformados, especialmente, en pasta de celulosa.

En lugar de imponer reglas para limitar los daños ecológicos o introducir cambios en el actual modelo de producción y consumo, la economía verde sigue la lógica de la compensación y la mercantilización. La compensación presupone a priori que es posible llevar a cabo un proceso contaminador, siempre que se indemnice financieramente al Estado. La mercantilización refuerza dicho principio y consagra la necesidad de valorar la naturaleza, acuñando la idea de que solo tiene valor lo que se puede comprar o vender, negociar en el mercado. O sea, es necesario encontrar formas de dotaciones presupuestarias para asegurar un ‘flujo estable’ de los bienes naturales (entendidos como meros recursos a nuestro servicio).

De esta forma, dicho modelo ilusorio y destructivo afecta directamente a las mujeres, principalmente a las trabajadoras rurales, debido a su intensa relación con los bienes naturales y la división sexual del trabajo doméstico. El trabajo de reproducción y de cuidados, de sustentabilidad de la vida aún es una tarea principalmente de las mujeres. Así, cuantas más tierras concentra el modelo, cuanto más agrotóxicos esparce e incumple las legislaciones ambientales, cuanta más agua contamina y cuanto más prioriza el trabajo productivo para los hombres, mayor es el impacto negativo sobre la vida de las mujeres. Tal contabilidad se hace invisible a propósito.

En ese modelo de agronegocio, promover la economía verde con monocultivos de árboles exóticos es promover la acumulación del capital sin ninguna perspectiva ecológica, y en consecuencia, social. El mundo que se visualiza en uno donde los elementos naturales y el trabajo de las mujeres son inagotables. Y toda responsabilidad en materia de la promoción de bienestar debe ser subsidiada por el Estado.

¡Mujeres en lucha contra la mercantilización!

De esta forma, para nosotras, mujeres de la Marcha Mundial de las Mujeres, el día 8 de marzo también es de lucha contra la violencia del capital sobre los territorios, y en consecuencia, sobre nuestros cuerpos, sobre la naturaleza.

Luchamos por otro modelo; desde la perspectiva de la Economía Feminista, defendemos la necesidad de un nuevo paradigma de sustentabilidad de la vida. Las mujeres crean cotidianamente alternativas concretas a la economía dominante, articulando transformaciones a los modelos de producción, reproducción y consumo. O sea, nosotras, mujeres, ya desarrollamos soluciones reales que incluyen la Soberanía Alimentaria y Energética, la Agroecología, la Economía Solidaria. También luchamos por el reconocimiento y valorización de los conocimientos ecológicos tradicionales de los pueblos; por la defensa de los bosques y de la biodiversidad, entre otros. El cambio de paradigma ya está en marcha, pero es necesario que las políticas públicas sean reorientadas al desarrollo de los pueblos y no del capital.

¡La Economía Verde es una solución falsa! ¡La Economía feminista es nuestra solución! ¡Cambiemos el mundo para cambiar la vida de las mujeres!

(1) Por desiertos verdes se considera a los monocultivos de árboles exóticos plantados en grandes extensiones de tierra para la producción de celulosa y papel. Generalmente los árboles más utilizados para estos cultivos son eucalipto, pino y acacia.

(2) Desafortunadamente, no es posible tener acceso a datos oficiales y confiables sobre la cantidad de hectáreas de eucaliptos plantados en RS hasta el momento.

(3) El bioma Pampa equivale a cerca del 60% de la superfície de RS y se caracteriza por una vegetación campestre, que predomina em relieves de planície, y por una vegetación más densa, arbustiva y arbórea, en las laderas y a lo largo de los cursos de agua, además de la ocurrencia de humedales. Además, ocupan una superficie de aproximadamente 700 mil km2 entre Argentina, Uruguay y Brasil.

(4) Falta de Política de Conservación y Preservação Ecológica promueve la conversión del Bioma Pampa en Desiertos Verdes por Cíntia Barenho. Disponible en: http://goo.gl/BKx2V

(5) El Zoneamiento Ambiental para la Silvicultura, más que un instrumento ambiental, es un instrumento de zonificación agrícola, que ofrece garantías mínimas a los productores del sector de la silvicultura.

(6) La Economía Verde crea millones de empleos em Brasil y en el mundo, afirma estudio de la OIT, http://goo.gl/ngB8O

Por Cíntia Barenho, Coordinadora de Proyectos del Centro de Estudios Ambientales (CEA) y militante de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), correo electrónico cintia.barenho@gmail.com