FSC: ¡Basta de certificar monocultivos de árboles!

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Asia Pulp & Paper es probablemente la compañía papelera más controvertida del mundo. Ha destruido grandes extensiones de bosques en Sumatra y reemplazado centenas de miles de hectáreas por monocultivos de árboles. En diciembre de 2007, el Forest Stewardship Council anunció que se “desvinculaba” de APP, luego de que dicha empresa empezara a usar el logo FSC. El FSC publicó una declaración en la que decía que tiene “el deber de proteger la buena voluntad y la integridad asociadas con su nombre y su logo, para los consumidores y para nuestros socios y miembros que merecen nuestra confianza”. Parecía que, por fin, el FSC se había dado cuenta de que estaba dando un aval ecológico a empresas social y ambientalmente destructivas. Lamentablemente, la desvinculación de APP resultó ser un caso aislado.

El objetivo del FSC es “promover un manejo de los bosques del mundo ambientalmente responsable, socialmente beneficioso y económicamente viable”. El FSC no debería certificar plantaciones industriales de árboles, por una razón muy simple: no son bosques. No debe certificar plantaciones de árboles, como no debe certificar plantaciones de lechugas.

Las plantaciones industriales de árboles no son ni ambientalmente responsables ni socialmente beneficiosas. Y cuando son económicamente viables, suele ser como resultado de generosas subvenciones gubernamentales.

Veracel es quizás el ejemplo más notorio de las muchas empresas que no deberían haber obtenido jamás la certificación del FSC. Desde que estableció sus monocultivos de eucaliptos en el sur del Estado brasileño de Bahía, los ríos, arroyos y manantiales se han secado. A medida que se expandieron las plantaciones de la empresa, disminuyó el área plantada con productos agrícolas. Los pobladores rurales se quedaron sin trabajo y se mudaron a las ciudades, muchos de ellos a vivir en favelas superpobladas y peligrosas.

En julio de 2008, la Corte federal brasileña multó a Veracel por haber talado bosque tropical atlántico. La corte le ordenó reemplazar por árboles nativos sus plantaciones de eucaliptos. Pero Veracel sigue en posesión de su certificado.

El año pasado, los guardias armados contratados por otra empresa certificada por el FSC, Vallourec & Mannesmann (V&M), dispararon contra Antonio Joaquim dos Santos y lo mataron frente a su hija de 16 años. Estaba recogiendo leña. Un año después, la población presentó una denuncia en la que señalaba que la substitución de la sabana nativa (“cerrado”) por los monocultivos de V&M había dejado a la comunidad desprovista de leña y frutos. La respuesta de V&M consistió en aumentar las presiones sobre la comunidad.

Para muchos, el asesinato no fue una sorpresa. “Los trabajadores y la gente de aquí corren gran peligro”, dijo un aldeano a la periodista y activista Heidi Bachram, en 2006. “Los guardias armados han disparado contra la gente, que se siente prisionera en su propia tierra.”

Pocas semanas después del asesinato de Antonio Joaquim dos Santos, V&M anunció su “decisión voluntaria de salir del FSC”.

En Uruguay, el WRM ha documentado condiciones laborales cercanas a la esclavitud en plantaciones certificadas por el FSC. “La compañía viola derechos laborales y no debería haber sido certificada nunca”, dijo el dirigente de un sindicato local, José Bautista, hablando de FYMNSA, una de las empresas certificadas.

Hace pocos días, Eufores, otra compañía certificada por el FSC, fue sorprendida cuando talaba 80 hectáreas de bosque estrictamente protegido en Uruguay. Se trata de una filial de la empresa española ENCE. En junio de 2008, en España, se le retiró el certificado FSC a otra filial de ENCE, NORFOR. Entre los problemas mencionados por las ONG figuraban el uso indiscriminado de herbicidas, el deterioro de los suelos, el aumento de la erosión, la tala rasa de más de 20 hectáreas y el empleo de especies exóticas.

En Irlanda, COILLTE tiene unas 450.000 hectáreas de monocultivos cargados de plaguicidas. Luego de una inspección realizada en 2007, el organismo encargado de verificar el cumplimiento de las normas del FSC, Accreditation Services International (ASI), concluyó que “el no cumplimiento de los criterios pertinentes del FSC continuará probablemente durante algunos años”. A pesar de esto, COILLTE conserva el certificado del FSC.

En Sudáfrica hay más de 1.600.000 hectáreas de plantaciones industriales de árboles certificadas. Como señala Philip Owen, de la ONG sudafricana Geasphere, “Las actividades de manejo de plantaciones destruyen los múltiples productos y servicios de las praderas, con lo cual anulan su viabilidad económica y una gran variedad de beneficios sociales y ambientales”.

El FSC conoce muy bien los problemas que rodean la certificación de plantaciones. Desde su asamblea general de 2002 está trabajando en una “Revisión sobre Plantaciones”. En ese entonces, las plantaciones certificadas cubrían 3,3 millones de hectáreas. Esa cifra es ahora de 8,6 millones. La revisión sobre plantaciones no ha cambiado en absoluto la manera de otorgar los certificados FSC.

En realidad, el FSC está promoviendo activamente las plantaciones industriales de árboles al tratar de aumentar las ventas del papel que lleva su etiqueta. El “Foro Mundial del Papel” por él organizado reúne a varios centenares de representantes de la industria papelera para encontrar “oportunidades de mercado para el papel FSC”. Este año, el Foro estuvo patrocinado por Mondi y Suzano, entre otros. La Asamblea General del FSC, que tendrá lugar en noviembre en Sudáfrica, está patrocinada por Mondi, Tembec y Sveaskog.

El FSC debería distanciarse cuanto antes de la industria que está certificando. En cambio, se acerca cada vez más a ella. A medida que lo hace, su logo se convierte en poco más que un maquillaje verde para las empresas.

Por Chris Lang, http://chrislang.org