A principios de la década de 1900 Gambia estaba cubierta por bosques densos y casi impenetrables. Actualmente quedan tan solo unos pocos remanentes de bosque primario y el 78% de la zona de bosque restante está clasificada como “vegetación de sabana degradada con árboles y arbustos”. La causa principal de este proceso de degradación del bosque puede ubicarse en la introducción del maní, que se convirtió en el principal cultivo comercial orientado a la exportación, en gran medida destinado a abastecer el mercado francés con aceite para uso industrial y doméstico.
En Gambia, la forma más fácil y barata de preparar la tierra para el cultivo es mediante el fuego. Es así que al final de la estación seca la gente suele prender fuego a superficies pequeñas y grandes de tierra. En muchos casos esos fuegos se esparcen a los árboles y arbustos vecinos, contribuyendo aún más a la degradación del bosque. La prevención y el control del fuego parece ser, por lo tanto, esencial para la protección de las zonas de bosque que aún quedan.
En una visita reciente al país, el Movimiento Mundial por los Bosques entrevistó a Amadou Ceesay (Director ejecutivo) y Ousman Joof (Gerente de producción) de la Asociación Nacional de Apicultores de Gambia, quienes explicaron la importancia de su actividad --unida a la del manejo comunitario de bosques-- en la conservación y restauración de los bosques, especialmente con relación a la prevención de incendios.
Explicaron que el manejo comunitario de bosques es un proyecto a largo plazo y que es necesario que la gente identifique actividades generadoras de ingresos dentro de esos bosques. Según Ceesay, “una de las actividades mejor identificadas es la apicultura. A partir de que tienen todo el equipamiento, en tan solo 2 o 3 meses pueden comenzar a percibir ingresos, y la cría de abejas es más remunerable que el ingreso agrícola anual”.
El resultado es que entonces a la gente le interesa proteger el bosque porque necesita una cantidad adecuada de árboles y flores para sus abejas, de manera que conserva los que ya existen y planta más. Con las colmenas, los bosques comunitarios están bien protegidos de los incendios forestales, no solamente porque los apicultores desean conservar su fuente de polen sino también porque necesitan proteger sus propias colmenas --ubicadas dentro del bosque-- de los incendios. Ousman Joof dice: “Cumplimos el papel de custodios del bosque: no se tala, no se prende fuego, se planta más. Necesitamos flores todo el año, de modo que plantamos especies diferentes”.
La actividad es promovida en sociedad entre la Asociación Nacional de Apicultores de Gambia, el Departamento Forestal y los comités de bosques comunitarios. Mientras que la Asociación se encarga de la capacitación apícola y la comercialización de la miel, el Departamento Forestal brinda su apoyo en la prestación de equipos y el transporte.
También es importante señalar que la apicultura y el consumo de miel no son ajenos a la cultura de Gambia. Por el contrario, hay una larga tradición en el uso de miel silvestre y en la mayoría de las comunidades hay un conocimiento tradicional en materia de cría de abejas. Las propias abejas son nativas de África, motivo por el cual son muy resistentes a las enfermedades. Según la Asociación de Apicultores, “la idea de incorporar la apicultura a los bosques comunitarios provino de los propios agricultores, y la mayoría de la miel producida se vende en Gambia, donde también se utiliza como medicina”, destacando que “en todos los hogares hay miel”. Ahora están pensando en plantar árboles para tener otros ingresos por concepto de cera, frutos, mermeladas (con miel y mango), leña.
Según palabras de Amadou Ceesay, la aplicultura “es la forma más rápida y fácil de proteger los bosques, porque las comunidades locales se benefician de él”.