El árbol de caucho, también conocido como hule, pertenece al género Hevea y es originario de América del Sur. Dentro de las especies de este género la Hevea brasilensis es la que comúnmente se explota de manera industrial.
El cultivo de caucho se introdujo en Guatemala en 1940 por iniciativa del departamento de Agricultura de los Estados Unidos de Norte América. Quince años más tarde, un primer censo de las plantaciones en el país reportó alrededor de 10.000 hectáreas. En 2003, el cultivo creció a 52.000 hectáreas; en 2012, más de 100.000 hectáreas plantadas de caucho se localizan principalmente en los departamentos de Retalhuleu y Suchitepéquez, en la Costa Sur de Guatemala, de las cuales 55.000 hectáreas están con árboles en fase de producción y las 45.000 restantes con árboles en crecimiento.
Según el mapa “Áreas aptas para el desarrollo del cultivo de Hule”, elaborado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Guatemala, se considera que el país tiene más de 400.000 hectáreas aptas para el cultivo de caucho natural. Estas zonas se localizan en la Franja Transversal del Norte y la Costa Sur del país, así como en zonas del departamento de Izabal y Alta Verapaz. Sin embargo, el crecimiento de las plantaciones de hule basado en estas proyeccionesdebe ser asunto de análisis y reflexión, principalmente por la posible competencia y acaparamiento de las tierras que puede generar el crecimiento de este monocultivo forestal, en un país con una elevada conflictividad por el acceso y la tenencia de la tierra.
Un concepto equivocado que desde ya manejan los impulsores del caucho, es considerarlo como un “bosque” artificial, aún cuando una plantación de árboles no puede compararse con la riqueza biológica ni con la compleja dinámica de los bosques. En la mayoría de los casos las plantaciones se establecen respondiendo a una lógica de mercado, por lo cual la vida de estas plantaciones también está regulada por los precios y las demandas internacionales.
Guatemala es uno de los principales exportadores y productores de caucho natural del continente americano. El impacto ambiental y social que podría generar el crecimiento de plantaciones de caucho es otro factor a considerar si las áreas a plantar cuentan con cobertura boscosa, que corre el riesgo de ser destruida, ya que en la fase de preparación del terreno para sembrar caucho se “deben eliminar árboles y arbustos ya que el crecimiento del Hevea requiere exposición a plena luz solar...”, como lo cita la Asociación Nacional de Café en su documento Cultivo de Hule (2004).
El cultivo de caucho también trata de sacar ventaja del mercado de carbono, donde estas plantaciones podrían vender “créditos” por el carbono que absorben y almacenan, generando una oportunidad más de negocio para los dueños de las plantaciones de hule. Pero este mecanismo de índole comercial es cuestionado por los grupos ecologistas porque no brinda una solución genuina a la crisis climática que propicie los cambios necesarios en la forma contaminante de producción de las empresas.
En 2010 se anunció la primera venta a escala internacional de créditos de carbono en plantaciones de árboles de caucho natural por la empresa guatemalteca Grupo Agroindustrial de Occidente (GAO), proyecto que consiste en establecer 2.500 nuevas hectáreas de plantaciones de árbol de hule. Según El Periódico (10 de junio de 2010) este acuerdo de compra de “reducción de emisiones verificadas” se firmó entre la compañía suiza FirstClimate y Pica de Hule Natural, S. A., una empresa de GAO. El acuerdo se firmó en el marco de la Feria y Conferencia Mundial Carbón Expo, que se realizó ese año en la ciudad de Colonia, Alemania. La negociación le permitirá al grupo guatemalteco acceder a fuentes de financiamiento provenientes de incentivos internacionales que impulsan la reforestación y aducen “contribuirá a la reducción del cambio climático”, según cita la nota de El Periódico.
Bajo esta dinámica preocupan los impactos sociales y ambientales que pueda generar un crecimiento de miles de hectáreas del monocultivo, y que el país continúe apostando a un modelo basado en la utilización de las tierras para la producción con fines de exportación, en contraposición a otras formas ambientalmente más más justas basadas en el beneficio de la economía campesina, la diversificación de los cultivos, la agroecología.
Carlos Salvatierra, SAVIA, punto focal de la Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Árboles (RECOMA) en Guatemala, correo electrónico: salvatierraleal@gmail.com