Guatemala: victoria de pescadores de Champerico contra empresa camaronera Camarsa

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La comunidad de Champerico (ubicada en Retalhuleu, en la costa del Océano Pacífico de Guatemala) ha estado luchando en defensa de su sustento desde 1995, cuando la empresa camaronera Camarones S.A. (Camarsa) y su subsidiaria Pesca S.A. levantaron una cerca para evitar el ingreso a los humedales.

Champerico es un puerto y el pescado es la dieta tradicional de los pobladores locales. Las acciones invasivas de la compañía son una amenaza en los lugares de pesca tradicionales de los pescadores y también han contaminado los estuarios. La empresa, además, ha talado los manglares (actividad prohibida por la Ley Ambiental) para construir estanques para la cría industrial de camarón, ha provocado la muerte de centenares de peces como resultado de sus actividades y ha reprimido e intimidado a los pescadores.

La lucha de la comunidad cobró impulso en mayo y junio de 2001, cuando el pueblo se unió para resistir la intimidación de la compañia camaronera. La respuesta social cobró dos vidas: los jóvenes Moyt�n Castellanos de 14 años y Fernando Chiyoc Albizures de 22 años (ver boletines 46 y 48 del WRM) fueron asesinados. Se estableció una comisión para la resolución de conflictos y comenzaron las negociaciones. Después del incidente, el norteamericano Mike Corser, ingeniero y gerente a cargo de CAMARSA en el momento de la protesta, fue arrestado junto con nueve guardias de la compañía, y acusado de homicidio.

Ahora parece que la lucha ha dado sus frutos. Cesó la intimidación y los guardias de seguridad usan uniforme, lo que permite identificarlos claramente. Además, la compañía también quitó las cercas. El 18 de enero una comisión en la que participaron el representante de Greenpeace International, Elmer López, y también representantes de la Asociación de Vecinos para el Desarrollo Integral de Champerico, la ONG Trópico Verde, algunos pescadores locales y personal de CAMARSA, fue al sitio a verificar que las cercas fueran retiradas. La compañía también se ha comprometido a reforestar 45 hectáreas de manglares costeros, que fueran talados en estos años.

La comunidad se siente reconfortada con estos éxitos y el mundo debe reconocer y elogiar la resistencia y fuerza moral de un pueblo anónimo que ha desafiado el poder con éxito a través de una lucha respaldada a nivel internacional por ONGs comprometidas.