Doscientos kilómetros caminaron unas 3.000 personas hasta llegar a Tegucigalpa con el objetivo de exigir al gobierno del presidente Ricardo Maduro la protección de los recursos naturales del país. Salieron de cuatro ciudades del interior de Honduras y demoraron siete días en llegar a la capital, del 22 al 30 de junio.
La marcha fue promovida por el Movimiento Ambientalista de Olancho (MAO) y el Comité de Familiares de Detenidos-Desaparecidos en Honduras (Cofadeh) junto a otras organizaciones de estudiantes, trabajadores, campesinos, indígenas y las iglesias católica y evangélica. “Es un campanazo para que el gobierno cuide los bosques, los recursos naturales, las fuentes de agua y la vida de las futuras generaciones”, declaró el sacerdote José Andrés Tamayo, cura párroco de una localidad de la provincia oeste de Olancho, quien el año anterior también encabezó una marcha contra la tala indiscriminada de los bosques de Honduras a manos de empresas madereras y mineras (ver Boletín Nº 72 del WRM).
A continuación presentamos extractos del discurso pronunciado por el padre Tamayo ante los manifestantes:
“Después de 7 días de convivencia solidaria con la población, a lo largo y ancho de cuatro carreteras que conducen a esta Capital, finalmente estamos aquí. Unas veces empapados por la lluvia y otras veces quemados por el sol, así avanzamos kilómetro tras kilómetro, por un objetivo común: la vida.
Vigilados y acechados por tierra y aire. Amenazados con deportaciones y juicios. Cuestionados, a veces, por los mismos que debían apoyarnos. Censurados, a veces, por los propios hermanos que debían dejar guardados sus miedos en otro lugar. Advertidos de lo peor, de todo lo peor, por las propias autoridades del país, que tienen miedo cuando el pueblo toma la palabra. Pero finalmente estamos aquí.
Debemos reconocer que en cada una de las cuatro rutas recorridas, hemos vivido siete días de fiesta solidaria con las poblaciones, que compartieron comida, agua, frutas, sábanas, jabones, hospedaje y alegría. Ellos financiaron esta Marcha. Ellos son los dueños de esta Marcha. El pueblo está claro que nadie más hará por él lo que él mismo no esté dispuesto a hacer. Y por años el pueblo ha visto pasar a políticos corruptos por puestos públicos, desde donde entregan los bosques, las minas, las lagunas, las playas y las tierras a los capitales extranjeros, que ni siquiera sabemos sus orígenes.
Los responsables de la crisis actual son la corrupción que produce miseria, la injusticia que produce desasosiego y la miopía de una clase política voraz, que tiene boletos de avión para marcharse con nuestras riquezas naturales al unirse las voces del pueblo. Al ponerse la cosa color de vida.
Nosotros estamos amparados en el artículo 65 de la Constitución de la República, que reconoce el derecho a la vida, y en el artículo 80, que reconoce nuestro derecho a la petición. Estamos pidiendo, a quienes se supone tienen el poder para tomar decisiones, que paren la destrucción de los recursos naturales. Ya no podemos tolerar los cortes ilegales, las subastas de madera por el propio Estado, la destrucción de la biodiversidad en el Sur, la minería a tajo abierto en todo el país, ni la contaminación de nuestras aguas. No podemos permanecer quietos ante la entrega de las riquezas naturales a quienes no las cuidan, a quienes solamente las convierten en dinero, en destrucción y muerte.
Hemos escogido el camino de la resistencia pacífica, como lo hizo Gandhi o Martín Luther King. Hemos escogido el camino de la paz, como lo hizo San Francisco de Asís, pero también hemos escogido el camino de la dignidad y la vida, como lo hace el pueblo hondureño.
Hemos venido en esta Marcha Nacional por la Vida para demandar del Gobierno varias decisiones, también de la comunidad internacional y de nosotros mismos. Hemos venido para felicitar a los hermanos de La Labor, Ocotepeque, que encontraron en la unión la fuerza para expulsar a una compañía minera que haría explotar sus fuentes de agua dulce, dentro de su bosque nublado de Guisayote. Hemos venido para felicitar los esfuerzos de El Rosario, Comayagua; del Valle de Siria, en Francisco Morazán; de Guinope en El Paraíso; de Aramecina, en el Sur; de los pescadores del Golfo de Fonseca y los habitantes de Olancho, entre otros, por haber entendido que la vida se defiende en el lugar donde vivimos, allí donde convivimos con la Naturaleza.
Y como dice un periódico de aquí de Tegucigalpa: ¿Qué sigue? Sigue el diálogo y la demanda. Sabemos que ahora el Presidente tiene enfrente las reclamaciones de Hondutel, de los médicos internos, de las enfermeras, del Bloque Popular, de los maestros, del INFA, de la Secretaría de Cultura, de los empresarios, del Fondo Monetario... de mucha gente. Pero a quien andamos buscando es a él, concretamente buscamos su voluntad política y concretamente andamos buscando al pueblo, la voluntad del pueblo, que es la fuente de donde emana la soberanía. En definitiva es el pueblo quien manda.
Todo sea hecho por la vida. ¡Sigamos siempre en Marcha!”
Artículo basado en información obtenida de: “Discurso del Padre Tamayo en la Marcha por la Vida”, enviado por Cofadeh, correo electrónico: cofadeh@sdnhon.org.hn , y “Comunicado de Cofadeh”, http://www.cofadeh.org/ ; “Llega marcha ambientalista a la capital de Honduras”, The Associated Press, Freddy Cuevas, http://www.univision.com/contentroot/wirefeeds/lat/253434.html