Los Jarawa son una de las cuatro tribus sobrevivientes que viven en las Islas Andamán, un grupo de islas en la bahía de Bengala, en la India. Dos de estas tribus fueron reasentadas por las autoridades coloniales británicas e indias con consecuencias catastróficas: una de ellas, la "Gran Andamanesa", tenía una población de 5.000 personas en 1948; ahora solamente quedan 41.
Survival International ha iniciado una campaña para asegurar la supervivencia de esta tribu Jarawa de contacto reciente y ahora las circunstancias parecen ser favorables. En primer lugar, la Suprema Corte ha suspendido temporalmente los planes del gobierno local de reasentar a los Jarawa por la fuerza, lo que de concretarse podría resultar fatal. Esto crea una oportunidad para presionar al gobierno para que abandone estos planes para siempre, y a la vez asegurar el derecho de los Jarawa a vivir de acuerdo a sus propias opciones. En segundo lugar, las autoridades de las Islas Andamán han estado considerando un plan para cerrar a carretera que cruza el territorio de los Jarawa para efectuar mejoras. Si se las pudiera persuadir de cerrarla en forma permanente, se eliminaría una de las mayores amenazas a la supervivencia de los Jarawa.
Durante casi 150 años de colonización, los Jarawa, que ascienden a 250-300 personas, fueron hostiles a todos los foríneos, en especial a los que entraban a sus bosques en búsqueda de madera o para cazar animales silvestres. Desde la década de los 70, cuando las máquinas excavadoras abrieron la "carretera nacional de Andamán" atravesando el corazón del territorio Jarawa, también debieron enfrentarse a los camiones, autos y autobuses que atravesaban su territorio. En 1998, algunos Jarawa comenzaron a salir de sus bosques hacia los asentamientos indios, sin sus arcos y flechas. De lo que se logra entender de su idioma, parecería que la presión de los cazadores furtivos sobre la costa los empujó hacia la carretera y los asentamientos.
La carretera nacional de Andamán representa una amenaza mortal a la supervivencia de los Jarawa y les ha llevado violencia y muerte desde el primer momento en que fuera construida ilegalmente directamente dentro de su área protegida. Los Jarawa se resistieron a la invasión atacando a las cuadrillas que construían la carretera y cortando árboles para bloquear el camino de las máquinas excavadoras. Como represalia, las cuadrillas de construcción colocaron a propósito cables de alto voltaje que electrocutaron un número indeterminado de Jarawa. Según un poblador anciano: "Nadie denunció nada, temiendo por sus vidas. Como no hay registro oficial, la administración salió limpia de todo esto. Pero nosotros sabemos que sucedió".
Incluso ahora que está construida, la carretera necesita una gran cantidad de trabajadores para su mantenimiento, los que viven dentro de la reserva Jarawa, cortan sus árboles para obtener madera para calentar bitumen, y cazan sus animales silvestres para comer. Y por supuesto, el flujo permanente de personas foríneas que viaja por la carretera conlleva la amenaza constante de que se introduzcan epidemias de enfermedades mortales. Se teme que ya hayan muerto familias enteras en el bosque debido a enfermedades desconocidas, y en 1999 estalló una peligrosa epidemia de sarampián.
Para que los Jarawa tengan una oportunidad real de sobrevivir es necesario cerrar la carretera. De todas formas, la administración local ha considerado cerrarla por dos o tres años para construir puentes y efectuar mejoras; durante ese tiempo el tráfico sería canalizado mediante transbordadores. El hecho de que se considere esa posibilidad, sugiere con fuerza que la carretera no es necesaria en absoluto, y en realidad, el uso de ferries ha demostrado ser una opción mucho más barata para el transporte dentro de las principales islas. Si la carretera se cierra en forma permanente, los Jarawa podrían vivir en paz en su propia tierra.
Esta medida debe adoptarse rápidamente para que los Jarawa no corran la misma suerte que las otras tribus Andamán, que fueron destruidas por una combinación de colonización y enfermedad. Las autoridades indias y de las Islas Andamán tienen el poder para evitar suceda lo mismo con los Jarawa, y si no lo hacen, será equivalente a cometer un genocidio.