La "Estrategia Revisada sobre Bosques del Grupo Banco Mundial" aprobada el 31 de octubre de 2002 contiene afirmaciones muy significativas como: "Existe un vínculo muy estrecho entre las formas de sustento de los pobres y los bosques", y "(es) una noción básicamente falsa que los pobres son la causa de la deforestación de los países en desarrollo".
"La realidad es que el flujo de fondos orientado a los bosques... seguirá siendo opacado por la inversión en actividades que pueden tener impactos perjudiciales sobre los bosques". Y: "El Banco debe evaluar qué impactos tendrán sus acciones e inversiones en otros sectores, o a nivel macroeconómico sobre los bosques y los pueblos que los habitan".
Hace tiempo que se argumenta, en gran medida en vano, que la responsabilidad por la destrucción de los bosques y la degradación ambiental no se puede adjudicar principalmente a los pobres y que la nueva economía de la última década no solo contribuyó a marginar más a aquellos que estaban en la marginalidad, sino que socavó gravemente los recursos naturales y la base de supervivencia comprendidos en los bosques, ríos, humedales y costas.
Sin embargo, la estrategia se sustenta en una contradicción básica: la agenda de la liberalización del mercado suena fuerte y clara, aunque en este caso intentando utilizar una puerta lateral. Surge claro un mensaje central: el dinero es la clave para salvar los bosques del mundo. La participación del sector privado aparece en forma trascendente. Se vincula también con los Planes Nacionales de Acción Forestal (PNAF) respectivos. El PNAF de India, preparado en 1999 por el Ministerio Unificado de Medio Ambiente y Bosques, determinó que se necesitan aproximadamente US$ 28 mil millones para proteger nuestros bosques. Pero, ¿es realmente correcto este "enfoque centrado en el dinero"?
Sólo en la década de los 90, India pidió préstamos al Banco por casi US$350 millones para la Fase I de los Proyectos Forestales en Maharashtra, Bengala occidental, Andhra Pradesh (A.P.), Madhya Pradesh (M.P.), Uttar Pradesh (U.P.) y Kerala. ¿Sirvió esto realmente para proteger y regenerar los bosques? ¿Se garantizó la seguridad de sustento de los pueblos dependientes de los bosques? ¿Recibieron los pobres algún beneficio? Son varias las preguntas que hay que contestar para lograr una idea de los impactos producidos por los proyectos. Ha habido inquietudes y denuncias generalizadas que sostienen que las actividades de la Fase I no fueron transparentes, que los grupos tribales fueron expulsadas de los bosques, que se generaron conflictos internos en los poblados y entre poblados y que en definitiva ayudaron a reforzar las desigualdades existentes y las estructuras de poder que están en la raíz misma de los problemas del manejo y la conservación de los bosques.
Mientras tanto, se aprobó la Fase II de los Proyectos Forestales en A.P. y M.P., con asignaciones de US$108 millones para cada uno, y ya se liberó la primera partida para A.P. Esto nos trae al tema de la mitigación de la pobreza, que según el banco, es la médula de su estrategia revisada sobre bosques. Aquí también se pueden ver enormes contradicciones. En una parte del texto, el documento parece aceptar las definiciones más recientes de pobreza, que la definen como una situación generada por la falta de los recursos (físicos, económicos, humanos y sociales) necesarios para lograr un sustento adecuado y sustentable. Pero al mismo tiempo se recurre repetidamente al uso de la definición de pobreza más simplista: "la pobreza sigue siendo un problema mundial de proporciones gigantescas. De los seis mil millones de personas que viven en el mundo, 2,8 mil millones o casi la mitad, vive con menos de US$ 2 por día. De ellos, 1,2 mil millones vive con menos de US$ 1 por día". No se analiza en profundidad qué es la pobreza, cuáles pueden ser sus causas reales y cuáles deben ser las soluciones a largo plazo.
Lo que salta a la vista en este contexto es la sección del resumen ejecutivo titulada "Aprovechamiento del potencial de los bosques para reducir la pobreza". Avizora la mejora de la calidad de vida rural. El concepto subyacente de esta estrategia es un mundo en desarrollo en el cual los residentes disfrutan una calidad de vida que no está significativamente por debajo de la que disponen los residentes urbanos; las comunidades rurales ofrecen oportunidades económicas equitativas a todos sus residentes (independientemente de su ingreso, situación o género); se convierten en lugares vibrantes, sustentables y atractivos donde vivir y trabajar; contribuyen al desarrollo nacional y a la economía general y están vinculadas dinámicamente a las zonas urbanas. Se trata de una elaboración sorprendentemente ajena a la realidad del mundo en que vivimos.
Nada podría estar más alejado de la verdad, especialmente en un país como India, que es rural en más de un 70% y mayormente agrícola. No hay discusión sobre la enorme pobreza y privaciones en partes de la India rural, ni se discute la existencia de desigualdad y explotación y que hay muchísimas necesidades que solucionar. Pero ¿y la India urbana hoy? Está colapsando bajo su propio peso. La contaminación del aire y el agua no tiene límites, los barrios pobres crecen sin orden alguno, los servicios básicos como el agua potable y el saneamiento son totalmente inadecuados, el desempleo altísimo al igual que la tasa de criminalidad. Resulta claro que no hay justificación para el carácter general de las afirmaciones e inferencias de la estrategia del banco, porque partes importantes del mundo rural aún hoy están bien dotadas de recursos y son ricas y poderosas. Hay áreas plenas de vigor y vitalidad, en las que las comunidades han vivido y continúan viviendo en paz, felicidad y en armonía razonable con su medio ambiente. Aquí sobreviven economías prósperas que, en un país como India, son las que de hecho lideran el desarrollo nacional.
Entonces, ¿qué conclusión podemos extraer de esta estrategia revisada del Banco? Primeramente, que pone bajo un enorme signo de interrogación las credenciales del propio Banco. Las confusiones son obvias, las contradicciones graves y el concepto subyacente tan erróneo que es difícil creer que el mismo haya sido siquiera articulado. Si los propios cimientos son tan débiles, mejor ni pensar en el edificio que se deberá sustentar sobre ellos.
¿Puede entonces esta estrategia contribuir realmente a salvar los bosques y ayudar a los pobres? Seguramente se podría intentar dar algunas respuestas, pero la pregunta de fondo es si habrá alguien dispuesto a eschucharlas.
Artículo adaptado de The Hindu, February 23, 2003, "Can this save the forests?", http://www.hinduonnet.com/thehindu/mag/2003/02/23/stories/2003022300180700.htm ,
por Pankaj Sekhsaria, Kalpavriksh, correo electrónico: kvriksh@vsnl.com , enviado por el autor.