Los planes de la firma United Fiber System para construir un imperio de la celulosa en Kalimantan recibieron un duro golpe en enero de 2006, cuando el Deutsche Bank confirmó que abandonaba su rol como asesor financiero de la empresa. Cinco años antes la UFS había anunciado que había contratado a la filial de Singapur de dicho banco como asesor financiero para la adquisición de la fábrica de celulosa de Kiani Yertas, en Kalimantan oriental.
El director general del Deutsche Bank, Michael Hoelz, confirmó en una declaración a diferentes ONG alemanas que “el Deutsche Bank ya no tiene ningún compromiso con UFS”.
El banco se retiró luego de las presiones ejercidas por Urgewald, Robin Wood, Rettet den Regenwald y Global 2000 (Amigos de la Tierra Austria). En noviembre de 2005, los activistas de Robin Wood colgaron una pancarta en la sede del banco en Frankfurt. “Estamos convencidos de que los clientes y accionistas del Deutsche Bank no estarían de acuerdo con la participación del banco en un negocio que destruye los bosques tropicales”, dijo Peter Gerhardt, miembro de Robin Wood.
La fábrica de Kiani Kertas, que produce 525.000 toneladas de celulosa por año, fue establecida por el magnate de la madera y hoy caído en desgracia, Bob Hasan, quien fuera amigo cercano y ministro del gobierno del dictador indonesio Suharto. Luego de la caída de Suharto, Hasan fue encarcelado por corrupción. Kiani Kertas nunca funcionó en toda su capacidad y contrajo una deuda de más de 1.100 millones de dólares.
Stephanie Fried, una científica de alto nivel que trabaja con Environmental Defense, vivió dos años con el pueblo indígena Bentian, en Kalimantan oriental, a comienzos de los años 90. Ella documentó cómo se establecieron las plantaciones que alimentarían la fábrica de Kiani Kertas. Lo primero que escucharon los Bentian sobre las plantaciones propuestas fue el sonido de las motosierras en su bosque familiar. La empresa destruyó sus huertas, sus árboles frutales y sus bosques. Los trabajadores arrasaron y saquearon sus tumbas ancestrales. La empresa tomó toda la madera de buena calidad, y entre el 70 y el 80 por ciento de la tierra fue simplemente quemado y abandonado. No hubo compensación alguna.
Un grupo Bentian se dirigió al vivero de la empresa para poder hablar con sus representantes, pero en lugar de estos, aparecieron unos 200 militares. Los Bentian fueron tomados prisioneros y torturados; pusieron cañones de armas de fuego en sus bocas y orejas, los quemaron con cigarrillos y amenazaron con matarlos.
Además de tomar control de Kiani Kertas, la UFS planea construir la fábrica de celulosa de Satui, con una capacidad productiva de 600.000 toneladas por año, en Kalimantan del sur, y una fábrica de chips de madera de 700.000 toneladas por año en Pulau Laut, una isla frente a la costa sudeste de esta misma región.
En 2002, la UFS firmó un contrato con la empresa estatal China National Machinery and Equipment Import and Export Corporation (CMEC), para construir la fábrica de celulosa de Satui. Bajo los términos del contrato, la CMEC financiará el 80 por ciento del proyecto mientras que la UFS se hará cargo del 20 por ciento restante. Dos años atrás, el presidente de la UFS, Sven Edström, dijo a los investigadores del Centro de Investigación Forestal Internacional de Bogor, Indonesia, que no sabía nada sobre el historial de la CMEC en materia de medio ambiente. De hecho, la CMEC nunca antes construyó una fábrica de celulosa.
A fines del año 2003, la UFS solicitó un seguro de riesgo político a la Agencia Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) del Banco Mundial. Pero luego de una campaña de una ONG retiró dicha solicitud. En 2002, una subsidiaria de la firma holandesa Akzo Nobel se retiró del proyecto de la fábrica de celulosa de Satui poco después de que Amigos de la Tierra Holanda protestara frente a las oficinas principales de la empresa en Arnhem.
La construcción de la fábrica de chips de la UFS ha comenzado, financiada por la CMEC y el banco austríaco Raiffeisen Zentralbank. La empresa austríaca Andritz, que fabrica maquinaria para la producción de papel y celulosa, firmó un contrato con la UFS para proveer las máquinas necesarias tanto para la fábrica de chips como para la de celulosa de Satui.
La UFS está inscripta en Singapur y pertenece a una serie de empresas registradas en las Islas Vírgenes británicas. Una de esas empresas, Tektronix, es propiedad de los directores y ejecutivos en jefe de la empresa sueca CellMark, la mayor empresa comercializadora de papel y celulosa del mundo. CellMark acordó con la UFS que compraría el 90 por ciento de la producción de la planta de Satui durante los primeros diez años de funcionamiento.
En una conferencia de prensa en Frankfurt, en enero de 2006, las ONG aplaudieron la decisión del Deutsche Bank de cortar todo vínculo con la UFS. Lydia Bartz, miembro de la ONG alemana Urgewald, dijo que “el Deutsche Bank debería desarrollar criterios sociales y ambientales” para poder evitar verse involucrado en proyectos como la UFS.
Longgena Ginting, de Amigos de la Tierra Internacional, explicó que el problema es la enorme capacidad ociosa de la industria del papel y la celulosa en Indonesia. Cada año, más de tres millones de hectáreas de bosque son talados de forma destructiva o ilegalmente, en su mayoría para alimentar la industria de la celulosa. “Las empresas financieras, consultoras y proveedoras de maquinaria en Europa están directamente relacionadas con la destrucción de los bosques y los medios de vida en Indonesia”, dijo.
Daniel Hausknost, de Global 2000, agregó que Andritz y Raiffeisen Zentralbank están todavía involucrados en los proyectos de la UFS. Deberían seguir el ejemplo del Deutsche Bank y dar un paso al costado.
En enero de 2005, Andreas Ecker, encargado de las comunicaciones del Raiffeisen Zentralbank, dijo a Global 2000 y a Environmental Defense que desearía que el banco no se hubiera involucrado nunca con la UFS. “Estaríamos felices si no hubiésemos invertido en este proyecto”, dijo. “Trae muchos problemas”.
Por Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org