Otra nueva certificación del Consejo de Manejo Forestal (FSC), esta vez en Indonesia, es motivo de preocupación para quienes hacen un seguimiento de los procesos que afectan a los bosques. Cerca de las nacientes del río Mahakam, en Kalimantán Oriental, una de las cuatro actividades de madereo de la empresa PT Sumalindo Lestari Jaya (registrada en Yakarta) ha obtenido un certificado del FSC a través de SmartWood, el brazo de certificación forestal de la Rainforest Alliance, con sede en Nueva York (así como un certificado complementario emitido en virtud del Protocolo de Certificación Conjunta por el organismo certificador de Indonesia, PT Mutuagung Lestari, según el plan nacional de certificación Lembaga Ekolabel).
Sumalindo Lestari Jaya (SLJ) es una gran empresa con cuatro concesiones madereras activas, zonas adicionales de plantaciones madereras, una fábrica de contrachapado y otra que produce paneles de fibra de densidad media (MDF). El 75% de esta empresa es propiedad de PT Sumber Graha Sejahtera, que a su vez es parte de un conglomerado mayor de fabricación de contrachapado, el Grupo Hasko. El otro 25% de SLJ se reparte entre PT Barito Pacific, otra importante empresa maderera, y accionistas individuales.
Que el certificado SLJ II se perciba o no como algo bueno para los bosques de Borneo depende en parte de la visión que se tenga en cuanto a lo que puede ocurrir y de lo que consideremos son las principales amenazas para esta región. Borneo ya ha experimentado la deforestación extensiva a través del madereo mal reglamentado o directamente ilegal y la tala para la agricultura, las plantaciones de árboles y las de palma aceitera. Más de la mitad de las zonas que se han talado son ahora tierras “abandonadas”, aunque gran parte de éstas sigue siendo disputada por las comunidades. Los grandes trozos de los bosques remanentes en Borneo ahora están, en su mayor parte, en las regiones más altas, en las cabeceras de los ríos. Si bien ya hace tiempo que se adjudicó a los madereros la mayoría de estas zonas, hasta el momento se las ha explotado muy poco debido a los costos prohibitivos del acceso y el transporte y la disponibilidad de zonas más accesibles y lucrativas aguas abajo.
Los principales organismos internacionales de conservación activos en Indonesia intentan salvar “el corazón de Borneo” estableciendo un mosaico de bosques protegidos, parques nacionales y grandes concesiones forestales bajo “gestión sustentable de los bosques” y al mismo tiempo manteniendo al mínimo el desmonte de tierras para usos comunitarios e industriales.
La amenaza de una tala masiva de bosques en las cabeceras de los ríos no es imaginaria. De hecho en julio de 2005 el presidente de Indonesia anunció planes para establecer la mayor plantación de palma aceitera del mundo en esa zona. Según el anuncio, alrededor de 1,8 millones de hectáreas de bosques a lo largo de la frontera entre Sarawak (Malasia) y Kalimantán (Borneo indonesio) se convertirán en plantaciones de palma aceitera financiadas por el Banco Internacional de Desarrollo de China. La concesión SLJ II queda a horcajadas de este corredor de palma aceitera que se propone. El gobierno local en el distrito de Malinau también tiene planes para convertir grandes tramos de bosques de la zona en palma aceitera. Las organizaciones conservacionistas como el WWF, que ha denunciado a grandes voces los planes para la palma aceitera, y The Nature Conservancy (TNC) están bien dispuestas a alentar a las empresas a que inviertan en madereo a largo plazo en esos bosques en lugar de que se los tale definitivamente. La pregunta es: ¿cuán creíbles son estos planes de madereo sustentable por parte de grandes empresas? Cuando sube la marea de la tala de bosques, ¿es posible proteger los bosques fronterizos con “bolsas de arena” mediante la certificación de las operaciones de madereo, o bien esto solamente fomentará aún más el saqueo, primero por los madereros y luego por otros?
La búsqueda de la sustentabilidad:
El madereo a escala industrial en las islas exteriores de Indonesia empezó a hacerse importante en los años 1970 y desde entonces ha contribuido a la destrucción de los bosques del país. La sobrexplotación, el mal manejo forestal, el no replantar o no aplicar la regeneración natural asistida así como las actividades claramente ilegales y la tala rasa han sido generalizados. La producción maderera se ha disparado hasta cinco o seis veces la corta permitida anual, impulsada por el exceso de capacidad de las fábricas de celulosa y chips y los aserraderos, en tanto continúan las exportaciones ilegales de troncos. La combinación de la forestación mal reglamentada, los caminos para la extracción de madera, la migración promovida por el gobierno y la conversión [de bosques] a plantaciones, incluidas las plantaciones de árboles, ha elevado la tasa de deforestación a 1,5 millones y hasta 3 millones de hectáreas por año, aunque no hay acuerdo en cuanto a las cifras exactas.
En los últimos años Indonesia ha experimentado un cambio de rumbo general hacia el aumento del madereo ilegal y las operaciones a menor escala. El foro ambiental nacional WALHI (Amigos de la Tierra Indonesia) ha hecho un llamamiento a establecer una moratoria sobre todo el madereo a gran escala, proponiendo que en su lugar se promuevan operaciones certificadas con base en las comunidades. Las ONG conservacionistas más grandes, sin embargo, han estado trabajando con un grupo de las mayores empresas madereras, como SLJ, que intentan resistir la tendencia a la ilegalidad, ayudándolas a obtener la certificación.
Desde hace unos cuantos años SLJ procura mejorar sus normas de manejo forestal con el fin de cubrir la demanda de madera certificada del mercado estadounidense, en particular de The Home Depot, centrándose en la mayor de sus cuatro concesiones, la llamada concesión SLJ II, que empezó a cortar en 1991. Hoy esta concesión de 270.000 hectáreas está siendo talada a partir de su borde sur, cerca del río Mahakam en el distrito de West Kutai, donde existe una laguna cerca de la comunidad de Long Bagun donde se tiran los troncos. Sin embargo, la mayor parte de la concesión se extiende más allá de la cabecera del río Kayan en el distrito de Malinau y casi alcanza la frontera con Malasia. Al avanzar con sus actividades de madereo, SLJ planea extender su red de caminos madereros hacia el norte, más allá de la línea divisoria de las aguas, hasta la parte más grande de su concesión en Malinau.
En el caso de SLJ II, Sumalindo ha utilizado técnicas muy sofisticadas de inventario de bosques y ha dividido su concesión en zonas como Bosques de Alto Valor para la Conservación, y ha aplicado [técnicas de] madereo de impacto reducido como parte de un esfuerzo coordinado de TNC y el WWF-Indonesia, llamado la Alianza para Promover la Certificación de los Bosques y Combatir el Madereo Ilegal en Indonesia, financiado principalmente por USAID y The Home Depot. Este sistema también fue diseñado para complementar un programa existente de colaboración entre TNC y empresas madereras a gran escala, cuyo objetivo es la promoción de la forestación responsable mediante incentivos de mercado a las buenas prácticas.
Dado que la fábrica de contrachapado y las plantas de procesamiento de MDF de SLJ en Samarinda utilizan madera procedente de varias concesiones, el desarrollo de una técnica que pueda diferenciar entre la madera de SLJ II y el resto de la madera es fundamental para el éxito de este esfuerzo de gestión y comercialización sustentables. Con este fin, TNC y SLJ, con asesoramiento técnico de SGS y la consultora URS, han estado experimentando los códigos de barras para colaborar con la trazabilidad de la madera. La idea es que los códigos de barras pueden engramparse a los troncos cuando se corta la madera, de modo que los aparatos de lectura de códigos de barras puedan detectarlos a lo largo de toda la “cadena de custodia”, y aplicarse solamente a los productos fabricados con estas maderas en las plantas procesadoras. Esto permitiría poder supervisar la madera desde el tocón hasta el punto de importación en los Estados Unidos.
En enero de 2005, un grupo local que se hace llamar el “Grupo de trabajo de Kalimantán Occidental sobre los bosques” (Pokja Hutan Kaltim), que tiene vínculos con las comunidades locales de la cabecera del Mahakam, denunció que se estaba “blanqueando” madera obtenida fuera de la concesión SLJ II a través del estanque de troncos, madera a la que se le colocaban códigos de barras que no correspondían. Aunque en el informe de su auditoría SmartWood explica que atendió cuidadosamente estas inquietudes y se aseguró que los procedimientos de trazabilidad de la madera ahora se están aplicando como corresponde, Pokja Hutan Kaltim afirma que la mezcla de maderas todavía continúa.
Preocupaciones de las comunidades:
La competencia entre madereros y plantadores por el control de las tierras boscosas de Kalimantán se ha llevado a cabo con relativamente poca consideración para con los derechos y prioridades de los pueblos indígenas, que son los legítimos propietarios de estos bosques. Sin embargo, la totalidad de la concesión SLJ II ocupa las tierras de los territorios tradicionales de los indígenas de Borneo, hoy conocidos comúnmente como los Dayaks. Los que están en el sur de la concesión y hoy residen cerca de Long Bagun antes se conocían como Long Glats, en tanto en el norte los pueblos son los Kenyah y los Punan, quienes han vivido en estos bosques de cabecera desde los principios de la historia documentada (1) pero aparentemente se asentaron en sus cinco aldeas actuales, hoy accesibles solamente mediante canoa (una semana de viaje) o aviones misioneros, entre la década de 1950 y 2002.
Los Principios y Criterios del FSC exigen que las actividades forestales sean legales, reconozcan y respeten los derechos legales y consuetudinarios de los pueblos indígenas y procedan solamente si éstos han dado su consentimiento libre e informado. Una mirada atenta a la auditoría de SLJ II realizada por SmartWood demuestra que la empresa todavía tiene mucho por andar hasta que pueda decirse que cumple plenamente con estas condiciones.
Al igual que con la mayoría de las operaciones de madereo en Indonesia, los límites de las “Zonas de bosques estatales” dentro de las cuales está la concesión SLJ II todavía no han sido debidamente examinados, acordados ni registrados. Esto es importante dado que el proceso de delimitación es la forma principal del gobierno para controlar que las concesiones de bosques propuestas no se superpongan con las tierras de las comunidades. En el caso de SLJ II, solamente se ha registrado una parte muy pequeña del límite, con lo que técnicamente la concesión es ilegal. Sin embargo, SmartWood decidió que la empresa había hecho todo lo posible para persuadir al gobierno de que regularizara estos límites y otorgó la certificación con la condición de que la empresa continúe intentando que éstos se resuelvan.
Del mismo modo, en lugar de esperar a que SLJ II cumpliera con los otros requisitos del FSC, los auditores decidieron otorgar la concesión a la empresa siempre y cuando ésta resuelva, dentro de los próximos seis meses o dos años, sus asuntos pendientes con las comunidades, por ejemplo finalizar los mapas de los territorios de las comunidades, acordar zonas de tenencia de las comunidades y métodos de resolución de conflictos y negociar convenios sobre el empleo y las compensaciones por el uso del conocimiento tradicional. Da la impresión de que están haciendo las cosas al revés.
En efecto, Sumalindo está obteniendo la certificación del FSC para su operación SLJ II no tanto porque ésta cumpla con las normas del FSC sino para animar a la empresa a alcanzar gradualmente la meta. Parece que la “certificación escalonada” se está colando por la puerta trasera.
Algunos podrán aducir que en las actuales circunstancias esto no es del todo malo. Hoy la principal amenaza para los bosques del “corazón de Borneo” son los planes para talar el bosque y establecer allí plantaciones de palma aceitera; en comparación, las operaciones de madereo pueden percibirse como un uso mejor de la tierra. Pero la decisión de dejar de lado los requisitos de legalidad, por ejemplo el registro [de los límites], ¿no debería ser una medida adoptada en el ámbito político en lugar de que sean los certificadores actuando por su propia cuenta quienes las introduzcan a presión? Y en cuanto a los pueblos indígenas, ¿cómo podrían negociar con la empresa desde una posición fuerte cuando los auditores ya han demostrado su reticencia a insistir en el cumplimiento pleno de la protección de los derechos de las comunidades si esto retrasa la certificación?
Es una pena que estos asuntos no se hayan discutido honestamente mediante un debate con la sociedad civil o los miembros del FSC y Lembaga Ekolabel Indonesia antes del otorgamiento de esta certificación. Ahora es casi inevitable que el nuevo certificado se transforme en el centro de una disputa prolongada entre distintas ONG, los auditores y el FSC.
Por: Marcus Colchester, Forest Peoples Programme, e-mail: marcus@forestpeoples.org
Para más detalles sobre la auditoría, véase: SmartWood, 5 de enero de 2006, Forest Management Public Summary for PT Sumalindo Lestari Jaya II. http://www.rainforest-alliance.org/programs/forestry/smartwood/public-summary-reports.html#indonesia
(1) Carl Lumholtz, 1920, Through Central Borneo: an account of two years’ travel in the land of the head-hunters between the years 1913 and 1917. Oxford University Press, Singapur.