En la región de Banten, en Java Occidental, Indonesia, existe una pequeña comunidad indígena que en gran medida ha sido capaz de evitar el avance de la globalización, la tecnología moderna y otras influencias del mundo exterior, incluida la degradación ambiental. El pueblo Baduy es un grupo tribal recluido que ha vivido durante más de 400 años en forma tradicional y en relativa calma, sin ser perturbados, en una sociedad cerrada, hasta la reciente invasión de las presiones económicas y sociales del mundo exterior. Aunque viven en una zona aislada de bosques tropicales montañosos apenas a 100 kilómetros al sudeste de Jakarta, la capital de Indonesia, en el pasado los Baduy han sido capaces de mantener su comunidad efectivamente separada del resto del mundo.
La población habita una reserva especial de unas 5.200 hectáreas reservada para el pueblo Baduy por el gobierno de Indonesia. Son aproximadamente 7.200 personas que viven en dos clanes separados. El clan interior de los Baduy (Baduy Dalam), apenas unas 350 personas en tres poblados (kampung) en la zona central, son los adherentes más estrictos a las creencias espirituales Baduy, en tanto la población restante vive en la zona del clan exterior (Baduy Luar). Baduy Dalam es el punto central en cuanto a cultura y religión, y el centro de los rituales y lugares sagrados dentro del territorio Baduy. Simbólicamente, los integrantes del clan Baduy Dalam pueden utilizar el color blanco con las tradicionales ropas negras, mientras que es característico del clan Baduy Luar vestirse de negro o azul oscuro. Los Baduy Luar sirven de zona de amortiguación entre los Baduy Dalam y el mundo exterior, y los integrantes del clan exterior actúan como intermediarios para el clan interior, más puro.
Las casas Baduy son uniformemente simples, construidas solamente con materiales naturales como bambú y palma para el techado, sin ventanas, y no tienen sillas ni mesas, ni ningún mobiliario u otro tipo de accesorios. Los Baduy no usan utensilios modernos, equipos mecanizados ni materiales manufacturados como vidrio o plástico, y para sus tradicionales técnicas para el cultivo del arroz no utilizan herramientas modernas y ni siquiera animales domésticos. Dentro del territorio Baduy no hay electricidad ni otras comodidades modernas, y no se permite la entrada de equipos electrónicos, vehículos automotores u otros instrumentos del mundo exterior. Por lo tanto la comunidad Baduy, que rechaza toda forma de modernización y continúa siguiendo prácticas culturales y religiosas únicas definidas por los sistemas legales tradicionales heredados de sus ancestros hace más de cuatrocientos años, es considerada por muchos un anacronismo en la Indonesia de hoy, que se está industrializando rápidamente.
Uno de los aspectos más extraordinarios de la sociedad Baduy es el origen de este grupo tribal, que hasta hoy permanece tras un velo de misterio. Según una leyenda, cuando a principios del siglo XVI las fuerzas musulmanas comenzaron a difundir la religión islámica en Java Occidental y otras partes del archipiélago, un ascético grupo de personas que supuestamente se originó en el antiguo reino hindú de Pajajaran se negó a adoptar la nueva religión. En su lugar, estas personas huyeron a las regiones altas de una cadena de montañas cercana (las montañas Kendeng) y formaron su propio clan religioso basándose en la estricta adherencia a creencias religiosas únicas, quizás con algunas influencias de la religión hindú del reino de Pajajaran antes de que éste cayera en manos de los invasores musulmanes.
Aunque ha habido literatura académica sobre el modo de vida de los Baduy desde principios del colonialismo holandés, mucho de lo que se ha escrito es información de segunda mano, a menudo contradictoria y quizás intencionalmente engañosa. Los Baduy parecen haberse dado cuenta hace mucho tiempo de que una de las mejores formas de asegurar la supervivencia de su cultura es permanecer escondidos tras un manto místico. El conocimiento de la espiritualidad y los rituales se guarda celosamente en el seno de la comunidad, no permitiéndose a ningún extraño entrar a los lugares sagrados ni presenciar los ritos tradicionales en la región Baduy interior.
Los Baduy creen en una deidad central llamada Batara Tunggal y se consideran a sí mismos los descendientes de siete deidades menores que Batara Tunggal envió a la tierra al comienzo de la existencia de la humanidad en el planeta. Para los Baduy lo más sagrado es un lugar remoto cerca del centro de su territorio, donde habría ocurrido este hecho y donde los espíritus de sus ancestros son protegidos y reverenciados; este lugar se conoce como Sasaka Domasa. Sin embargo, todo el territorio Baduy se considera protegido y sagrado, en especial las zonas boscosas más significativas que no se permite perturbar ni alterar. Por consiguiente, estos bosques constituyen una valiosa reserva ambiental y un recurso perpetuo para el uso sustentable de parte de la comunidad.
Hoy, el pueblo Baduy existe en tanto comunidad tradicional, aislada y a pequeña escala rodeada por la moderna sociedad indonesia, que solamente en Java Occidental comprende unos 40 millones de seguidores de la fe islámica. A pesar de las fuerzas exteriores de modernización y de la presión para que esta pequeña comunidad sea asimilada a la sociedad indonesia moderna, la tribu Baduy aún controla su fortaleza en las montañas, donde las prácticas religiosas y culturales han permanecido en gran medida incambiadas hasta hace muy poco tiempo.
Aunque hasta hace poco ha podido mantener un estilo de vida relativamente tradicional, el pueblo Baduy comienza a sufrir la influencia de los cambios del mundo que los rodea, incluidas las fuerzas de la modernidad, la industrialización y la globalización. Irónicamente, el estilo de vida de los Baduy ha sido hasta ahora cultural y ecológicamente sustentable, y han vivido en relativa armonía con el medio ambiente. La sociedad Baduy posee gran sabiduría y conocimiento sobre la conservación y sustentabilidad de los ecosistemas y la interconexión de todos los seres vivos con la tierra y el cosmos.
Hoy, una floreciente población Baduy y los crecientes contactos con el mundo exterior han llevado a los poblados a desarrollar una economía más basada en el mercado, dependiente de los cultivos comerciales y la venta de artesanías. En los últimos años los Baduy han dado mayor énfasis a la producción agroforestal, como la plantación del árbol Albizia para madera, así como frutas, azúcar de palma y otros productos cultivados exclusivamente para su venta en mercados locales, en lugar del antiguo cultivo de arroz de tierras altas (ladang) para su propio sustento.
Estos cambios han comenzado a tener algunas repercusiones culturales, sociales y ambientales que se hacen más evidentes en el creciente uso de ropas no tradicionales al estilo occidental, el consumo de comidas rápidas envasadas y la utilización de otros productos manufacturados comprados con el dinero obtenido de los cultivos comerciales. Aunque la ley tradicional de los Baduy los prohíbe, otros artículos modernos provenientes de fuera del territorio Baduy se están volviendo habituales en los hogares Baduy, tales como termos, radios e incluso teléfonos móviles.
Puede percibirse otro aspecto importante de estos recientes cambios en los impactos de una industria turística local de rápido crecimiento que atiende a forasteros atraídos por la posibilidad de ver y experimentar el incomparable estilo de vida espiritual de los Baduy. Quizás involuntariamente el pueblo Baduy, que ha abierto generosamente sus puertas a los visitantes de fuera, y los mismos turistas, están participando de un proceso gradual que podría degradar este valioso patrimonio cultural y ambiental. Con el tiempo, los cambios provocados por la exposición al constante flujo de turistas podrían destruir los recursos locales que son ahora la principal atracción para los turistas. En tales circunstancias, lo que crea problemas a las comunidades locales no es necesariamente el turismo per se sino, más a menudo, la falta de planificación y administración de la demanda, el acceso y las actividades de los turistas. Las repercusiones del turismo no controlado podrían plantear la mayor amenaza a la cultura Baduy y plantear el gran desafío de poder mantener sus tradiciones sagradas para el futuro.
Por: David Langdon, correo-e: davidlangdon@flinders.edu.au o davidlangdon@bdg.centrin.net.id