Los aldeanos del distrito de Buol, Sulawesi Central, están luchando desde hace 20 años para recuperar sus tierras. Todos sus bosques y tierras tradicionales han sido otorgadas, sin su consentimiento ni su conocimiento, a una de las familias indonesias más ricas y poderosas, el magnate Murdaya Widyawimarta y su esposa Siti Hartati Cakra Murdaya, por intermedio de su holding empresarial Cipta Cakra Murdaya Group, para la creación de una enorme plantación de 22.000 ha de palma aceitera. Ese negocio dejó un saldo dramático: la destrucción de las tierras agrícolas y los bosques que utilizaban más de 6.500 familias.
Cuando la operación comenzó, en 1994, muchos aldeanos se plantaron ante los camiones y se ataron a los árboles para evitar que los cortaran en los bosques de los alrededores de sus aldeas. Sin embargo, con los militares respaldando la operación, poco pudieron hacer. Finalmente, interminables plantaciones industriales de palma aceitera pertenecientes a la compañía PT Hardaya Inti Plantations cubrieron los campos en los que los aldeanos solían plantar árboles frutales y arroz.
Desde 2005, el área dedicada a la palma aceitera en Indonesia casi se ha duplicado, y cubre ahora 8,2 millones de hectáreas, es decir aproximadamente un tercio de toda la tierra arable del país. Sulawesi es uno de los blancos principales de la impresionante expansión que ha tenido este cultivo, incentivada por la creciente demanda mundial de aceite vegetal barato para la fabricación de alimentos y biocombustibles. No obstante, también es el resultado de una injusticia despiadada.
Fondo de pensiones noruego deja de invertir
en ciertas compañías de palma aceiteraIndonesia comparte con Malasia la posición de líder mundial en la producción de aceite de palma, que ha aumentado exponencialmente en los últimos años. En Indonesia, la superficie plantada con palma aceitera aumentó en un 279% entre 1998 y 2008, convirtiendo, legal o ilegalmente, enormes extensiones de bosque tropical en plantaciones industriales, hasta llegar a unos 7 millones de hectáreas en 2009; en ese momento, el gobierno anunció su intención de añadir 18 millones más.
La expansión de las plantaciones de palma aceitera ha provocado numerosos conflictos con las comunidades locales, así como críticas generalizadas debido al desastroso impacto ambiental que ha tenido la destrucción masiva de bosques.
Noruega es uno de los países que invirtió en compañías de aceite de palma (637 millones de dólares en 21 compañías), entre ellas la empresa de Singapur Wilmar International. Sin embargo, el mayor fondo de pensiones escandinavo, Storebrand, anunció recientemente que ya no invertirá más en compañías ‘criminales para el clima’, refiriéndose no sólo a las de energías no renovables como el carbón, que produce grandes volúmenes de emisiones de CO2, sino también a las que producen aceite de palma, cuyo auge es en gran medida responsable de la deforestación en los trópicos y, por consiguiente, una gran fuente de emisiones de carbono.
Fuente : http://www.theecologist.org/News/news_round_up/2259146/norwegian_pension
_giant_drops_investments_in_coal_tar_sands_palm_oil.html;
http://www.u-landsnyt.dk/nyhed/19-11-12/b-redygtig-palmeolie-sv-rt-opdrive-i-
danske-butikk;
http://www.regnskog.no/no/s%C3%B8keresultat/_attachment
/30008/binary/27091?_download=true&_ts=137126c547d
A pesar de las poderosas fuerzas alineadas contra ellos, los aldeanos del distrito de Buol estaban decididos a recuperar sus tierras. Una serie de bloqueos de rutas y otras acciones de protesta obligaron a PT Hardaya a negociar un acuerdo por el cual, en mayo de 2000, la compañía transigió en proveer unas 4.900 ha de tierras para compensar a los aldeanos desplazados, y en establecer un programa de cultivadores externos – conocido en Indonesia como agricultura plasma – según el cual la compañía prepararía y plantaría 2 ha de palma aceitera para cada familia y compraría la cosecha a un precio convenido.
Pero sólo un mes después, la compañía negó haber realizado dicho acuerdo y ofreció en cambio poner en marcha un programa de cultivadores externos en 15.000 ha ubicadas fuera de la concesión, en tierras que el gobierno provincial debería designar.
Para los aldeanos, esto fue un revés doloroso. Diezmados por años de lucha y sin apoyo alguno del gobierno, su protesta terminó extinguiéndose; así, la compañía pudo seguir adelante con sus operaciones y comenzó a expandirse fuera del área de la concesión.
El desmonte y la plantación de palmas aceiteras a lo largo de las riberas de los ríos y sobre las laderas de las montañas, tanto dentro como fuera de la concesión, provocó una fuerte erosión del suelo, y buena parte de éste terminó en el rápido curso del río Buol.
El programa de cultivadores externos prometido por la compañía casi no se ha materializado: hasta ahora, sólo 400 ha han sido destinadas al programa, y la mayor parte de esas tierras han terminado en manos de los políticos locales que apoyaron a la compañía.
Las condiciones de trabajo en la plantación son catastróficas. Más de 3.000 personas trabajan allí, muchas de ellas en tierras que antes les pertenecían. Viven en campamentos desvencijados y se les paga en base al volumen que cosechan.
Hamsi es uno de esos trabajadores; vive allí con su esposa e hijos, en una pieza estrecha de uno de los campamentos de la plantación. Él y su esposa han trabajado duramente, durante largas semanas, desde hace 13 años.
“Por más duro que trabajemos, siempre estamos endeudados”, dice Hamsi.
Si los trabajadores no salen de la pobreza, no es sólo por los magros salarios que paga la compañía: ésta les realiza constantes descuentos, por gastos de todo tipo, desde la electricidad y el agua que consumen en su hogar, hasta las herramientas y el equipo de protección que necesitan para trabajar. A fin de mes, dice Hamsi, ya no queda nada para cobrar.
La esposa de Hamsi, como otras trabajadoras de la plantación, se encarga de pulverizar pesticidas. Uno de los productos que se usa en abundancia es el Gramaxone (paraquat), un herbicida que está prohibido en más de 30 países debido a sus graves efectos sobre la salud humana. Ella cuenta que la compañía no le dio entrenamiento ni equipo protector, y que aplicó pesticidas durante sus embarazos y poco después del parto porque no podía permitirse tomar días libres no pagos.
En 2012, los trabajadores de la plantación formaron un sindicato y desde entonces presionan para obtener mejores condiciones laborales. Decidieron retomar la lucha contra la compañía, bajo la divisa de Foro Tani Buol. En 2012 organizaron un bloqueo de ruta y ocuparon la oficina del alcalde. Los funcionarios del gobierno y de la compañía respondieron prometiendo buscar un arreglo del conflicto territorial, pero nada se concretó. En marzo de 2013, campesinos y trabajadores ocuparon la planta procesadora de la compañía. El gobierno envió a los militares para sacarlos, pero no antes de que se las arreglaran para arrancarle una nueva promesa de solución.
A pesar de los años de promesas incumplidas, los aldeanos piensan con optimismo que pronto recuperarán sus tierras, e incluso están comenzando a hablar de lo que van a hacer con ellas cuando eso suceda. Están de acuerdo en que deberían manejarlas colectivamente y no como propietarios individuales, y reconocen que no van a tener más remedio que seguir produciendo palma aceitera hasta que los árboles actuales lleguen a la madurez y puedan ser reemplazados por otros cultivos.
La experiencia de las comunidades de Buol muestra que los profundos impactos que tienen las plantaciones de palma aceitera sobre la población local pueden agravarse con el tiempo. Los escasos beneficios que provee una plantación, tanto en empleos como a través de programas de cultivo externo, no compensan la pérdida de acceso y control de las tierras y el agua que las comunidades usan para satisfacer sus necesidades de alimento e ingresos.
En ese contexto, la solidaridad y la vigilancia internacional de la situación cobran enorme importancia. Los aldeanos se han esforzado por dar mayor relevancia internacional a su caso, y dicen que una de las maneras de ayudarlos es firmar una petición que enviarán a PT Hardaya Inti Plantation.
Puede leer la petición en apoyo de la lucha de los aldeanos de Buol enhttp://www.grain.org/bulletin_board/entries/4870-petition-for-the-struggle-of-buol-farmers-forum-against-land-grabbing-by-pt-hardaya-inti-plantations, o ponerse en contacto con los aldeanos a través de AGRA: agraindonesia12@gmail.com.
Extractado y adaptado de “Long struggle against Indonesia oil palm land grab”, GRAIN, enero de 2014,http://www.grain.org/article/entries/4868-long-struggle-against-indonesia-oil-palm-land-grab