La reapertura de la fábrica de papel y rayón PT Inti Indorayon Utama en Porsea, Sumatra del Norte, ha desatado nuevamente una fuerte oposición local. La fábrica, ubicada en el centro de un distrito densamente poblado cercano al lago Toba –una de las más grandes reservas de agua dulce del Sudeste Asiático– libera contaminantes al medio ambiente, generalmente sin filtrar, contamina el agua y el aire de la región y destruye las bases de la vida de la población Batak local. Durante los años noventa, evidencia científica demostró que esta fábrica era responsable de distintos perjuicios a la salud de la población local: afecciones de la piel, enfermedades respiratorias y problemas del sistema nervioso son consecuencia de la producción de celulosa y rayón. Por otra parte, la tala –esencial para la producción– ha tenido efectos devastadores sobre la agricultura local: deslizamientos de tierra, fluctuaciones incontrolables en el suministro de agua, daños a plantas y peces. La población local tiene una larga historia de oposición a la fábrica y a las plantaciones que la alimentan (ver boletín 14 de WRM).
Las ONGs y las iglesias indonesias que se han sumado a la protesta contra la reapertura de la fábrica cuentan con el apoyo de la Misión Evangélica Unida (UEM por sus siglas en inglés). En una carta a la presidenta indonesia Megawati Sukarnoputri, la UEM, junto a Misereor, el Trabajo Diaconal de la Iglesia Evangélica Alemana, Watch Indonesia! e INFID, piden al gobierno la no reapertura de la fábrica, para evitar los riesgos a los que se verán sometidos la población y el medio ambiente.
A pesar de que los ambientalistas y el entonces Ministro de Medio Ambiente habían advertido desde un principio sobre las consecuencias previsibles del proyecto, éste fue implementado con el respaldo de Suharto, el anterior mandatario del país. Luego de la caída de Suharto y como resultado de las protestas masivas de la población, se detuvo temporalmente la producción, pero desde ese entonces la compañía ha luchando incesantemente para reiniciarla, al parecer con éxito. Aunque el Ministro de Medio Ambiente indonesio recomendó la clausura definitiva de la planta a principios del año 2000, el gobierno autorizó a la gerencia de la empresa a reiniciar las operaciones en noviembre de 2002. Desde entonces, se han repetido enfrentamientos violentos entre la población local y la policía, con un saldo de dieciocho manifestantes encarcelados, entre ellos dos pastores de la Iglesia Cristiana Protestante de Batak (HKBP por sus siglas en inglés), una de las iglesias miembro de la UEM.
La ONG local KSPPM y la rama de Sumatra del Norte del grupo ambientalista WALHI también apoyan a los manifestantes. Grupos locales han instalado un centro de crisis y una cocina en el barrio vecino de Tarutung para ayudar a las víctimas del conflicto. Un hombre de Porsea que participó en un enfrentamiento en Jakarta declaró: “Al gobierno no le importa el medio ambiente, no le importa el daño que ha causado Indorayon ni tampoco lo que quiere la población local. El gobierno toma partido por la compañía, pero el noventa por ciento de la comunidad no quiere a Indorayon aquí”.
Artículo basado en información obtenida de: “UEM against the reopening of pulp mill in Indonesia. Indorayon puts human life and environment at risk”, Press Release, enero 30, 2003, enviado por Watch Indonesia!, watchindonesia@snafu.de ; “Thousands protest reopening of Indorayon pulp plant”, Down to Earth, Newsletter No. 56, febrero de 2003, dte@gn.apc.org ; http://dte.gn.apc.org