Es imposible pensar en extracción, sin pensar en una vasta red de infraestructura complementaria y, por tanto, en una deforestación y destrucción incluso más amplia.
Con el creciente dominio de los imperios coloniales y luego post-coloniales sobre tierras y pueblos en el Sur Global para la extracción de ‘recursos’, uno de los principales obstáculos y desafíos ha sido el transporte. Es decir, cómo transportar de forma barata los minerales, el caucho, las bananas, el algodón, la madera o el petróleo desde el lugar de extracción hasta los centros industriales, en su mayoría en el Norte Global, donde se procesan estos ‘recursos’, para luego ser transportados nuevamente como productos finales hasta los consumidores.
En la actualidad, esto se resuelve con obras de infraestructura cada vez más expansivas e intrusivas. Incluso los proyectos que a veces se consideran de infraestructura en sí mismos, tales como las represas hidroeléctricas, necesitan, a su vez, de una red de infraestructura para poder acceder a la zona de construcción y para transportar la mercancía (energía), en su mayoría hacia otras industrias extractivas o grandes centros urbanos.
La gran expansión en las redes de infraestructura es empujada entonces por la economía imperante de sobre-producción y consumo que se amplía cada vez más, intensificando las desigualdades y discriminaciones históricas. En otras palabras, se destruyen más bosques y territorios comunitarios para facilitar el paso rápido de las mercancías. Se despoja –casi siempre de forma muy violenta- a cada vez más comunidades de sus bosques y medios de vida y, a la vez, aumenta la opresión de personas con trabajos explotadores.
Por tanto, es imposible pensar en extracción, sin pensar en una vasta red de infraestructura complementaria y, por tanto, en una deforestación y destrucción incluso más amplia a la que casi siempre se alude en los estudios oficiales de impacto ambiental. Por ejemplo, un estudio confirma que, desde el 2005, la deforestación facilitada por las actividades mineras en la Amazonía brasilera ha sido en total 12 veces más grande a la ocurrida dentro de las concesiones mineras. Esto debido, entre otros, a la construcción de infraestructura (vías, rieles, puertos, etc.), la expansión urbana para facilitar la creciente fuerza laboral y el desarrollo de cadenas de suministro asociadas, tales como el carbón vegetal para la fabricación de hierro y acero. (1)
La apertura de caminos y otras vías de acceso también facilitan la expansión de la frontera agroindustrial y otras amenazas a los bosques, tales como la tala ilegal o la minería artesanal. Es decir, la infraestructura no solo es una causa directa de deforestación sino que, además, facilita la entrada de otras industrias a los bosques. El ‘bloqueo de caminos’, por ejemplo, una estrategia utilizada con frecuencia por los pueblos que resisten la entrada de alguna industria a sus tierras, evidencia la interconexión y dependencia directa entre la extracción y la infraestructura. Estos pueblos, sin embargo, deben afrontar a menudo la criminalización y violencia por un lado y, por el otro, una fuerte propaganda por parte de los estados y corporaciones que los estigmatiza como ‘anti-desarrollo.’ Sin embargo, ese mal llamado ‘desarrollo’ se traduce casi siempre en mega-proyectos de extracción e infraestructura que destruyen territorios y bosques en beneficio de las élites y corporaciones globales.
Asimismo, el geógrafo marxista David Harvey explica (2) cómo varios gobiernos, tales como Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos, optaron por invertir precisamente en infraestructura, cuando enfrentaron las profundas crisis económicas del capitalismo moderno. Con diversos programas de urbanización e impulso de obras se logró asimilar el desempleo generado por estas crisis y se canalizó el problema de sobre-acumulación (es decir, cuando no hay incentivos para que el capital se reinvierta).
Durante la reciente crisis financiera de 2007-08, el gobierno Chino, que vio su economía profundamente afectada, creó el mayor programa nacional de infraestructura. Harvey afirma que se construyeron nuevas ciudades, carreteras y rieles de tren de alta velocidad, que conectaron directamente los mercados del sur y norte del país, así como la costa y el interior. Los países que proveyeron a China de las materias primas necesarias para ejecutar este plan, entre los que se encontraban muchos de América Latina, lograron sacar sus economías a flote después de esta crisis. Pero esta estrategia de urbanización rápida dejó un alto costo. La deuda china se disparó y, desde 2014, la mayoría de los países de América Latina vienen profundizado sus problemas económicos. Para resolver esta sobre-acumulación de capital y fuerza laboral, China está invirtiendo de forma agresiva desde 2014 en proyectos de infraestructura en África, Asia y América Latina, ofreciendo acero y cemento a costos muy bajos. Por cierto, muchos de los proyectos de capital chino en el Sur Global ya son, además, focos de conflictos, devastación ambiental y resistencia por parte de las comunidades afectadas. (3)
Queda claro que esta expansión continua de extracción e infraestructura, motor de la economía capitalista, debe detenerse. La idea de conectar geografías regionales e internacionales con proyectos de infraestructura a gran escala se traduce en una mayor explotación y devastación de territorios, bosques y pueblos.
En este escenario, es vital apoyar a las diversas resistencias que los pueblos llevan a cabo para defender sus territorios y bosques. En este sentido, uno de los desafíos quizá sea lograr mayor interconexión entre movimientos, comunidades y grupos que resisten tanto los diversos puntos de extracción y producción, como los de consumo.
Esperamos que este boletín ayude a evidenciar los problemas estructurales de la mega-infraestructura del capitalismo y, al mismo tiempo, contribuya a la reflexión sobre qué infraestructura está siendo requerida y creada desde y para los pueblos del bosque.
(1) Lea el estudio “Mining drives extensive deforestation in Brazilian Amazon”, Nature Communications, 2017
(2) Harvey D, Realization Crisis and the Transformation of Daily Life, 2019, Space and Culture, 22(2), 126–141.
(3) Mire, por ejemplo, China afianza su influencia en África a golpe de infraestructuras, El País, 2018; “Greening” the Belt and Road initiative?: What about people’s rights?, GRAIN, 2019; Hidroeléctricas: una mirada a la inversión china en la Amazonía de Ecuador, Mongabay Latam, 2017