Foto: Survival International.
Otra gran amenaza rodea a algunos grupos en aislamiento: el turismo masivo, que de la mano de operadoras privadas y guías locales, a menudo sobrevuela los territorios identificados para satisfacer a los turistas. En las islas Andaman se organizan “safaris” para ver una nueva atracción turística: los Jarawa, una tribu recientemente contactada que ha comenzado a relacionarse con el mundo exterior. Pero, de qué forma…
Según los antropólogos, los Jarawa son descendientes de algunos de los primeros humanos que emigraron de África hacia otros territorios. Llevan una vida sencilla. Los hombres cazan cerdos y tortugas con arco y flecha, y las mujeres recogen frutos y miel.
A partir de 1998, en que un integrante del grupo de nombre Enmai (ver Historias de resistencia en este número) se quebró la pierna y fue encontrado y llevado a un hospital, los Jarawa comenzaron a aventurarse por los caminos y a dejarse ver. Pero les ha costado muy caro. Como ha ocurrido con varios otros grupos, sucumbieron a enfermedades ante las que no habían desarrollado inmunidad: sarampión, paperas, malaria. Otros adoptaron los vicios de los foráneos: tabaco, alcohol y algún estimulante.
Ahora la tribu Jarawa – de unos 403 integrantes – vive en una reserva en el sur de las islas Andaman, en la Bahía de Bengala, perteneciente a India. Si bien en 2002 el Tribunal Supremo de India ordenó el cierre de la carretera que atraviesa la reserva de los Jarawa, el camino continúa abierto y el lugar atrae a cientos de turistas. A la entrada de la reserva, donde los turistas hacen cola, hay señales que advierten que está prohibido sacar fotos, tener contacto o molestar a los miembros de la tribu, gente confiada, inocente y altamente vulnerable a la explotación. Hay personal policial, supuestamente para protegerlos.
Un periodista del diario británico The Guardian, que estuvo en el lugar para dar cuenta de la situación, relata que cuando se abrió el portón que da paso a la reserva, los turistas comenzaron a sacar fotos y a arrojar bananas y galletitas a Jarawas apostados a los lados de la carretera, como si fueran animales de un zoológico. El periodista filmó a varias jóvenes Jarawa bailando para los turistas, y pudo verse cómo el policía, supuestamente destinado a cuidarlas, le ordenaba a una de las niñas que bailara.
En la tienda Vyas Brothers, en Port Blair, capital de las Islas Andaman, se exponían a la venta artesanías y algunas estatuillas en madera de los Jarawa. El encargado del negocio repartió lo recaudado en el día de “safari” con los Jarawa: 15.000 rupias (US$ 240) para el policía – que debía mantener alejados a los turistas, pero hizo todo lo contrario - , otro tanto para el auto y el chofer, y para los Jarawa… regalitos.
A partir de esta denuncia, la organización de defensa de los derechos de los pueblos indígenas tribales Survival inició una campaña contra los “safaris humanos”. En enero de este año, en lo que parecía un logro, el Tribunal Supremo de India aprobó una “orden provisional” prohibiendo el ingreso de turistas a la carretera que atraviesa la reserva de los Jarawa en las islas Andamán. Pero a los dos meses, otra decisión revocó la orden, seguramente cediendo a las presiones de los operadores turísticos y los intereses comerciales que se mueven en torno al turismo.
Como respuesta, en el mes de abril, Survival lanzó un boicot turístico a las islas Andamán, que ha tenido el respaldo de miles de personas que prometieron que no visitarán las islas hasta que no se ponga fin a estas excursiones, así como de agencias de viajes, que han suprimido a las Islas Andamán como destino turístico (ver http://www.survival.es/
La colonización continúa, de distintas maneras, con distintos rostros, pero adquiere uno de sus peores y más dolorosos aspectos en las acciones que humillan, deterioran y sojuzgan a los pueblos aislados, cada vez más acorralados.
Artículo basado en: “Andaman Islands tribe threatened by lure of mass tourism”, Gethin Chamberlain, The Guardian, http://www.theguardian.com/