Islas Salomón: el madereo como factor principal del abuso sexual de niñas

Imagen
WRM default image

El madereo en los países del Sur ha demostrado su capacidad de generar grandes ingresos por exportaciones para los gobiernos y enormes ganancias para las empresas, pero para las comunidades locales tiene varios aspectos deplorables que ocasionan trastornos sociales y ambientales por todas partes (ver Boletín Nº 34 del WRM).

En las Islas Salomón se ha señalado uno de estos aspectos. Un informe reciente del Centro Cristiano de Asistencia de la Iglesia de Melanesia, basado en un estudio realizado en la región Arosi de la provincia de Makira, reveló que más de 70 niñas de 12 aldeas habían sido explotadas sexualmente por los trabajadores de los campamentos madereros cercanos a las seis aldeas estudiadas.

El informe “Commercial Sexual Exploitation of Children in the Solomon Islands: A Report Focusing on the Presence of the Logging Industry in a Remote Region” investiga la explotación sexual comercial de las niñas o el abuso sexual a cambio de dinero o productos como el arroz, y se enfoca en la presencia de la industria maderera y el papel que ésta juega en el abuso y la explotación de las niñas.

Si bien en el informe no se menciona específicamente ninguna empresa, el madereo en las Islas Salomón es dominado por empresas malasias y, en menor grado, por compañías surcoreanas. Sin embargo, la madera extraída está siendo embarcada en su totalidad a China, para ser utilizada en las instalaciones olímpicas de Beijing.

Al examinar los factores que contribuyen a la explotación sexual comercial de las niñas en la región, la conclusión general que surgió del trabajo del grupo y de las discusiones con el equipo del proyecto es que “el abuso infantil es un problema de larga data en la comunidad, mientras que la explotación sexual comercial de las niñas es un problema más reciente, atribuido mayormente a la presencia de la industria maderera”.

El madereo ha implicado un cambio drástico en el estilo de vida tradicional de las comunidades locales, a partir de la introducción de la economía monetaria y de diferentes costumbres y hábitos de consumo distorsionados. El dinero, como elemento de poder, es manejado por los hombres, principalmente extranjeros. Las mujeres, especialmente las jóvenes (algunas de las cuales no superan los 13 años de edad), se transforman en la presa de estos hombres, víctimas a su vez de la explotación, la alienación y la soledad. Lo que sigue es la discordia y la decadencia social.

Según el informe, “La cuestión del dinero tiene mucho que ver con el surgimiento de la explotación sexual comercial de las niñas. En la mayoría de los casos se citó al dinero como la razón de dicha explotación”. “Al parecer, en la mayor parte de los casos, el dinero se utilizaba en lo que podría considerarse en las aldeas como elementos superfluos, tales como alimentos procesados, casas hechas de material (en lugar de hojas, que es lo habitual), viajes a Honiara (la ciudad capital) en busca de diversión, vestimenta o productos de belleza. Los trabajadores extranjeros representaban una oportunidad para las jóvenes de acceder al dinero y a productos que, normalmente, estarían fuera de su alcance. Esto se vio reflejado también en numerosos casos de niños que visitaban los campamentos para ver películas, mirar la maquinaria o los barcos en que se transporta la madera, cosas que no habrían podido ver de otra forma. De esta manera, las niñas ven a los campamentos madereros como lugares fantásticos, y pueden ser fácilmente persuadidas de abordar los barcos o entrar en las casas y los dormitorios, aumentando así el riesgo de abuso.” “También se mencionan las influencias extranjeras en relación con la pérdida de kastom (prácticas tradicionales o consuetudinarias). El acceso al alcohol, a las drogas y a materiales pornográficos, y la influencia de Honiara (con una tasa de criminalidad más elevada y un estilo de vida más occidental), son consideradas nocivas para los estilos de vida tradicionales.”

El madereo es un negocio que no solo no ofrece una vida digna a las comunidades locales sino que además refuerza y profundiza el abuso de género. Citando las palabras de Ta’ahia, autora de “Logging, a cursed blessing: is this the island way? The plight of the Tawatana Villagers of Makira Island”: “El madereo está matando a nuestra gente. Quizás no de inmediato, pero sí lentamente, y tal vez en más sentidos de los que llegaremos a conocer. Es necesario detener el avance del madereo insustentable en nuestras islas, no solamente para preservar nuestro ambiente o las islas sino, sobre todo, para preservar o conservar lo que significa ser salomonense y, más que nada, la integridad, la libertad y la supervivencia de una raza humana. Sí, todos debemos enfrentar el cambio, y lo hacemos, pero deberíamos preguntarnos: ¿estamos progresando o beneficiándonos con este desarrollo? ¿O será que no estamos mejor que antes, y tal vez hasta estemos peor, ya que estamos perdiendo nuestros recursos y nuestros valores culturales y estamos siendo forzados a cambiar por los negocios turbios y el beneficio a corto plazo de unos pocos hombres?”

Artículo basado en: “Logging sparks rise in child sex abuse-Solomon”, Solomon Star, 1 de agosto de 2007, http://www.solomonstarnews.com/?q=node/14571, enviado por Nina Bulina, Greenpeace Australia Pacific, correo electrónico: nina.bulina@pg.greenpeace.org; “Commercial Sexual Exploitation of Children in the Solomon Islands: A Report Focusing on the Presence of the Logging Industry in a Remote Region”, http://www.anglicanmelanesia.org/download/CCC_CSEC_Report.pdf