Durante la reunión del órgano Subsidiario sobre Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico (SBSTTA por sus siglas en inglés) del Convenio sobre Diversidad Biológica, realizada en Montreal, Canadá entre el 12 y el 16 de noviembre, las ONGs plantearon el tema de la contradicción entre los compromisos asumidos por el Gobierno de Kenia y sus acciones en relación a la conservación de la biodiversidad de los bosques.
El hecho es que mientras los delegados de los gobiernos se reunían en Montreal para promover acciones para asegurar la conservación de la biodiversidad, el reciente anuncio del gobierno de Kenia sobre su intención de dejar a más de 67.000 hectáreas de bosque fuera del régimen de protección ambiental (lo que implica que esos bosques pueden ser explotados comercialmente) muestra a las claras que no asume su compromiso en este sentido. Esta decisión tendría graves consecuencias, especialmente si se tiene en cuenta la críticamente baja cobertura boscosa del país (menos del 2% de la superficie total de Kenia). De llevar a cabo lo anunciado, quedarían afectadas las dos áreas de captaci´pn de agua más grandes de las cinco que existen en el país: el Monte Kenia y los bosques Mau.
En especial, la pérdida de protección ambiental en tan vasta superficie de bosques en Mau tendría consecuencias sociales y ambientales muy complejas y graves. En el bosque Mau oriental afectaría 35.301 hectáreas, equivalente al 54% de la reserva de bosque; en Mau sur-occidental, 22.797 hectáreas o 27% de la reserva de bosque; y en Mau occidental,1.036 hectáreas, que es solamente un 4,5%, pero todo bosque.
El gobierno no está siquiera tomando en cuenta que estos bosques no están vacíos. El pueblo indígena Ogiek, que vive de la caza y la recolección de miel, ha habitado en los bosques Mau durante cientos de años. Hace ya mucho tiempo que los Ogiek luchan por el reconocimiento de sus tierras ancestrales. Después de años de disputa, las autoridades se han negado a reconocer este patrimonio como territorio Ogiek, y en cambio ordenaron a los Ogiek a abandonar el bosque. Los Ogiek tienen derecho a vivir en su hogar ancestral pero el gobierno prefiere pasar sus tierras a manos privadas en vez de conservarlas para beneficio de los Ogiek y de todo el país.
Estas medidas, que implican dejar a los bosques fuera del régimen de protección ambiental conducen a una pérdida significativa de biodiversidad en el país. La Reserva Forestal de Nandi cobija una de las especies amenazadas de extinción a nivel mundial, un pequeño pájaro llamado Eremomela de Turner. Una nueva conversión de estos bosques a explotación comercial, por pequeña que sea, aumentará el riesgo de extinción de ese pájaro.
La conversión del bosque Mau oriental tendrá un impacto devastador sobre la mayor concentración de flamencos del mundo en el lago Nakuru, que está protegida por la legislación internacional (Convención de Ramsar). El gobierno tiene pensado convertir prácticamente toda el área boscosa de la cuenca del lago Nakuru en explotaciones comerciales, lo que implicaría cambios importantes en la calidad y cantidad de agua que alimenta al lago. El valor del lago Nakuru como uno de los parques más populares de Kenia, podría desaparecer junto con los flamencos.
Por otra parte la conversión de los bosques Mau reducirán significativamente la capacidad del ecosistema del bosque de soportar desastres naturales, en particular las sequías, lo que determinará el agravamiento de los impactos. La sequía ha afectado a Kenia desde tiempos históricos. La última, que tuvo lugar en el año 2000, tuvo un impacto sin precedentes sobre el pueblo y la economía del país, llegando incluso al racionamiento del agua y la electricidad, ya que el 70% de la energía eléctrica se produce en plantas hidroeléctricas. Distintos estudios de evaluación han demostrado que la gravedad de este impacto estuvo asociada a la destrucción pasada y actual de los bosques en el país.
En el Monte Kenia, la conversión del tramo de Sagana II en el área Hombe cortará un corredor crítico que además ya está cercado, usado por los elefantes para migrar desde la parte norte al sur del monte Kenia a través del bosque Thigu, generando un conflicto directo entre la vida humana y la vida silvestre. Las repercusiones de la conversión de los bosques del monte Kenia también se reflejarán en los ecosistemas de manglares de la costa oriental africana. Por ejemplo, la deforestación actual en este bosque produce el anegamiento mayor del río Tana y la disminución en la producción de energía de las cinco plantas de generación hidroeléctrica.
La situación descrita anteriormente no es de ninguna forma una excepción. Muchos otros gobiernos que han firmado y ratificado el Convenio sobre Diversidad Biológica (al igual que Kenia) siguen destruyendo esos mismos bosques que se han comprometido a proteger. Entonces la pregunta que se debe plantear es: Cuán serio es el gobierno de Kenia y los de muchos otros países en lo referente a la conservación de la diversidad biológica de los bosques?
Para obtener mayor información sobre este tema, se puede contactar a Kenya Forests Working Group, Michael Gachanja.