El pueblo Ogiek de Kenia –una comunidad de minorías habitantes de la selva, actualmente compuesta por unas 20.000 personas-, ha vivido desde tiempos inmemoriales en la zona de bosques montañosos del Tinet, en Molo, en el distrito Nakuru. Durante décadas los Ogiek han defendido sus derechos contra la arbitrariedad del gobierno colonial y luego del poscolonial, quienes progresivamente los empujaron a zonas marginales. Recién en 1991 se reconocieron parcialmente sus derechos territoriales y se les otorgó una parte del bosque Tinet. Sin embargo, como todavía siguen amenazados por poderosos intereses deseosos de ocupar sus tierras para la explotación maderera, fueron a los tribunales para evitar un desalojo inminente (ver el Boletín 24 del WRM).
El 7 de abril pasado, el tribunal consideró que su pedido no era urgente. Por lo tanto, quedan ahora expuestos a la decisión del gobierno de desalojarlos. Su esfuerzo por mantenerse en el bosque en vías de desaparación se ve amenazado por el estado, que ha asignado a las elites dirigentes grandes parcelas de tierras que antes fueron bosques, además de otorgarles permisos para realizar actividad maderera en los bosques de los Ogiek.
Si Kenia realmente desea conservar estos bosques valiosos y actuar de conformidad con los acuerdos internacionales para la protección de los pueblos indígenas que ha firmado, entonces el gobierno debe respetar y proteger los derechos de asentamiento de los Ogiek en su condición de comunidad de habitantes del bosque. En lugar de obligar a los Ogiek a vivir como marginados, sufriendo inseguridad en sus propias tierras, deberían aplicarse programas para el reasentamiento de los Ogiek en sus territorios tradicionales. Esto aseguraría un futuro mejor para los Ogiek y sus bosques.