El último 17 de abril, mujeres y hombres campesinos del mundo entero celebraron el Día de la Lucha Campesina, en homenaje a los 19 campesinos del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil que el 17 de abril de 1996 fueron asesinados por la policía mientras luchaban por la reforma agraria. Hoy en día, una de las principales luchas de las campesinas y campesinos es exactamente contra la apropiación y la concentración de tierras que afecta profundamente a las comunidades campesinas, indígenas y otras que dependen de los bosques. Esta lucha se ha venido acrecentando todavía más, pero no solo por la continua expansión del agronegocio, la extracción de minerales, petróleo y gas, los monocultivos de árboles, las hidroeléctricas, etc., sino también por nuevos fenómenos como la “apropiación verde de las tierras” en esta era que podemos llamar de "capitalismo o economía verde". Tomamos especial atención al caso de Indonesia, con algunas señales de esperanza y mucha preocupación.
En este boletín, mostramos como el proceso de apropiación y concentración de tierras se profundiza cada vez más en los países del hemisferio Sur, en especial en las regiones con bosques tropicales. En Camboya, el número de familias afectadas por los conflictos de tierras se triplicó en apenas un año. En Brasil, la empresa de eucalipto y celulosa Fibria vendió parte de sus tierras a una empresa del mercado financiero sin dejar de plantar árboles de eucalipto en ellas. Con la venta generó recursos que pretende usar, entre otras cosas, para sus planes de expansión. Otro artículo cuenta como la aprobación por parte de las autoridades en Brasil de un eucalipto genéticamente manipulado sirve como un estímulo más para los futuros planes de expansión de empresas forestales como Suzano. En Liberia, el Banco Mundial propone una “apropiación verde de tierras” al recomendar el mecanismo de “compensación con créditos de biodiversidad”. También advertimos sobre la iniciativa del Consejo de Manejo Forestal (FSC) para certificar como “sustentables” no solo la extracción industrial de madera en bosques y plantaciones de monocultivos de árboles, sino también los llamados “servicios ecosistémicos” en áreas de bosques, dando más legitimidad, o sea, más condiciones para que este tipo de proyectos puedan expandirse. Finalmente, vemos que mientras la apropiación de tierras continúa, hay una serie de elementos, algunos más graves que otros, que empeoran directa o indirectamente el proceso de apropiación y concentración de tierras, inclusive la llamada “apropiación verde de las tierras”.
Esto también ocurre en Indonesia, que está entre los países con la mayor área de bosques tropicales en el mundo. Pero éstos han sido apropiados y en gran parte destruidos por empresas en su mayoría orientadas a la exportación. De acuerdo con la ONG de Indonesia Walhi (1), en las áreas del país consideradas de bosques, el sector maderero controla 25 millones de hectáreas, el de plantaciones de monocultivos de árboles 10,1 millones de hectáreas, el de plantaciones de palma aceitera 12.5 millones de hectáreas y el de la minería 3.2 millones de hectáreas. Estos, junto a otros sectores, controlan alrededor de 57 millones de hectáreas de un total de 120 millones de hectáreas de bosques en el país.
La apropiación y concentración de tierras por parte de este modelo depredador y violento se profundiza todavía más en un contexto de economía o capitalismo “verde”. De acuerdo con la ONG Walhi, la llamada “apropiación verde de las tierras” ya ha resultado en la apropiación de 2.6 millones de hectáreas por actores que promueven proyectos y esquemas del tipo REDD+, orientado hacia el comercio del carbono en beneficio de empresas y países contaminantes del Norte, en especial de Europa. El gobierno de Noruega, por ejemplo, ha invertido en los últimos años en proyectos para “evitar la deforestación” y hacer la llamada “restauración de ecosistemas” en las provincias de Sumatra, Sulawesi, Nusa Tenggara, Kalimantan, Papua y Maluku. Pero se trata de una política incoherente. Mientras invierte en REDD+, también invierte en la continuación y expansión del modelo depredador y violento. En Indonesia, la empresa estatal de Noruega, Statoil, anunció la expansión de las actividades de extracción de petróleo, mientras que el fondo de pensión estatal sigue invirtiendo en la extracción de carbón mineral en general. (3)
Debido a todo esto, el número de comunidades rurales campesinas e indígenas en Indonesia que resisten y buscan defender sus territorios es muy grande. Para tener una idea, datos de la Alianza Campesina por la Reforma Agraria (AGRA por su sigla en Bahasa) apuntan que durante los últimos años el número de hectáreas en disputa entre empresas y comunidades llegó por lo menos a 5.6 millones de hectáreas de tierras, involucrando a casi 1 millón de familias. Los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad del Estado y de las propias empresas han resultado en centenares de personas encarceladas y perseguidas y en decenas heridas o incluso asesinadas, tal como sucedió en el reciente conflicto en un área de la empresa de eucalipto y celulosa Asia Pulp and Paper, APP (2).
A partir de esta gravísima situación y como resultado de las luchas y la presión de muchos años por parte de comunidades y organizaciones en Indonesia, finalmente el gobierno de Indonesia y el ahora presidente, Yoko Widodo, ha dado señales que estaría dispuesto a cambiar el rumbo de las cosas. Por un lado, la Agencia estatal de REDD fue cerrada mientras que, al mismo tiempo, prometió entregar 12 millones de hectáreas de bosques para comunidades indígenas y otras no indígenas para manejar los bosques de forma comunitaria. En este mes de abril, en un evento organizado en la isla de Lombok por Walhi, HuMa, KNPA (Coalición de organizaciones a sociedad civil por la Reforma Agraria) y el Instituto Epistema, la nueva Ministra del Medio Ambiente del país reafirmó este compromiso.
El compromiso es obviamente loable. Sin embargo, para que este “nuevo rumbo” realmente se concretice en la política forestal de Indonesia, es importante:
- que en las 12 millones de hectáreas sean incluidas las áreas en disputa entre las comunidades y las grandes empresas madereras, de plantaciones, de minería, etc., que se apropiaron de ellas;
- que el gobierno reconozca públicamente que los proyectos de tipo REDD+ –todos financiados con recursos de fuera - han sido un fracaso desde el punto de vista de la deforestación. En 2014, según Walhi, la deforestación llegó a 5,6 millones de hectáreas, mientras que el gobierno admite apenas un poco más de 1 millón de hectáreas. Además de esto, sería importante reconocer que REDD+ ha sido un fracaso también desde el punto de vista de las comunidades que recibieron los proyectos, sobre todo porque tuvieron que entregar el control de su territorio para que grandes ONGs y/o empresas de afuera determinen lo que se puede o no realizar en él, llevando a restricciones de uso y prohibiciones (4).
- que el gobierno retome la soberanía sobre la política de sus bosques y reconozca que la forma más efectiva para conservarlos, y con eso mitigar los cambios climáticos relacionados a los bosques, no es el mecanismo REDD+ ni tampoco las nuevas tendencias inspiradas en éste como REDD Azul, REDD de paisaje o la agricultura “climáticamente inteligente”, incentivados principalmente por el Banco Mundial y los gobiernos del Norte (Vea el Boletín de julio de 2014del WRM). La forma más efectiva para conservar los bosques es garantizar por ley que las comunidades que dependen de éstos puedan ejercer el control sobre sus bosques y territorios. La efectividad de esto ha sido demostrada en otros países. Por ejemplo, en Brasil, las tierras indígenas que han sido regularizadas, garantizando el control a las comunidades que viven en éstas, son las áreas de bosques mejor conservadas del país y del mundo.
- que el gobierno priorice, de una vez por todas, una política orientada hacia su propio pueblo, devolviéndole sus tierras, en vez de priorizar, como lo ha hecho hasta ahora, una política orientada hacia las grandes empresas y sus actividades destructoras de bosques y territorios comunales. Según la ONG Walhi, si la política actual del gobierno no cambia, se prevé que las grandes empresas de palma, las madereras, las mineras, etc., aumentarán el control sobre los bosques de Indonesia, pasando de 57 millones de hectáreas que acaparan hoy en día hasta unas 80 millones de hectáreas para 2020. Esto significa la devastación de un área mucho mayor a las 12 millones de hectáreas que el gobierno ha prometido devolver a las comunidades.
Un cambio de rumbo con estos elementos no solo necesita que las comunidades y ONGs estén atentas y vigilantes a todo el proceso para garantizar la devolución de las tierras prometidas por el gobierno. Pero además necesita, sobre todo, la continuación, fortalecimiento y apoyo a las luchas locales de resistencia en defensa de sus territorios y de los bosques para transmitir un claro NO a la continuación de una política gubernamental que permite la apropiación y concentración de tierras, inclusive la apropiación y concentración “verde” de las tierras, por parte de grandes empresas.
Esperamos que la celebración del día 17 de abril de cada año, con acciones y movilizaciones en todo el mundo, sea un incentivo más para esta lucha que es librada por los pueblos de innúmeros países sea fortalecida en todo el mundo.
- http://www.walhi.or.id
- http://wrm.org.uy/es/articulos-del-boletin-wrm/seccion1/plantaciones-industriales-de-arboles-en-lugar-de-alimentacion-local/
- www.zacks.com/stock/news/168321/statoil-awarded-new-exploration-license-offshore-indonesia
www.redd-monitor.org/2015/03/26/norways-climate-pollution-oil-gas-coal-and-carbon-trading/ - http://wrm.org.uy/es/libros-e-informes/redd-una-coleccion-de-conflictos-contradicciones-y-mentiras/