Para el WRM, la lucha de las mujeres es una lucha por libertad y justicia social. Esencialmente, es una demanda por cambios en las estructuras sociales que han ubicado a la mujer en una posición desigual y subordinada. Es así que la lucha por la justicia de género se convierte en una lucha social contra el sistema capitalista y patriarcal dominante, que trata a las mujeres y a la naturaleza de manera similar, ejerciendo violencia contra los cuerpos y las vidas de las mujeres para controlarlas, y contra los bienes comunales como el agua, la tierra, la soberanía e incluso la propia cultura, en su carrera insaciable por la apropiación y el lucro.
La Marcha Mundial de las Mujeres (MMM) es un movimiento de mujeres de diversos orígenes y filiaciones que, organizadas en grupos de base y organizaciones, luchan a favor de la eliminación de las causas que originan la pobreza y la violencia contra las mujeres, causas que identifican como inherentes al actual sistema capitalista y patriarcal.
Las acciones de los grupos que conforman la MMM giran en torno tanto a una agenda feminista como a las reivindicaciones de otros movimientos sociales, lo que hace que la MMM esté inmersa así en las luchas contra la militarización, el libre comercio o las falsas soluciones al cambio climático y a la crisis sistémica.
Del 21 al 25 de noviembre de 2011, bajo el lema “Mujeres en marcha: reforzar la acción colectiva, cambiar el mundo”, 80 mujeres provenientes de 34 países, incluidas delegadas, trabajadoras e integrantes de movimientos aliados, se reunieron en ocasión del VIII Encuentro Internacional en Quezon City, Filipinas, para analizar la situación actual y discutir estrategias.
El texto para el debate elaborado por el Comité Internacional de la MMM para el VIII Encuentro Internacional (1) transmite la idea de que la lucha por la integridad de la mujer es una lucha por justicia social y derechos humanos. Refleja que “la crisis financiera, el desempleo, el endeudamiento en los países del norte crearon posibilidades de cuestionamiento del modelo y del discurso neoliberal, así como de incremento de movilizaciones sociales. Al mismo tiempo, prevalece un retorno de las políticas neoliberales con la utilización de sus mismas viejas recetas, por ejemplo, los recortes de servicios públicos, ataques a los derechos de las trabajadoras, manteniendo y aumentando la tasa de ganancia de las empresas, incluso las financieras, y los presupuestos militares. Aumenta la presión sobre ‘activos reales' como las tierras y los activos fijos resultando en un acaparamiento de los territorios de campesinas, indígenas y pueblos tradicionales”.
Con relación a la posición que ocupa la mujer, el documento analiza cómo “el trabajo realizado por las mujeres, en las múltiples formas que éste pueda tener, está en el centro de la organización económica y mercantil de la sociedad en el sistema capitalista, racista y patriarcal. Las mujeres siguen siendo las responsables del trabajo de cuidados - sea en el hogar, en las comunidades, en el sector de servicios - reproduciendo el modelo que la sociedad capitalista y patriarcal les ha históricamente asignado. Ellas representan la mayoría en áreas que sostienen a comunidades enteras, por ejemplo en la producción agrícola y campesina, en la pesca artesanal y en las manufacturas de pequeña escala. Y también en la producción económica integrada al mercado globalizado, como la costura, la industria del calzado, la agroexportación, y todos aquellos sectores con uso intensivo de mano de obra”.
La division sexual del trabajo asigna el trabajo productivo (producción de mercancías) a los hombres y el trabajo reproductivo (el cuidado de las personas) a las mujeres, estableciendo una jerarquía por la cual el primero es más importante que el segundo. El documento pone de manifiesto cómo el actual modelo capitalista neoliberal “somete la relación de cuidados y entre las personas a las reglas del mercado, basadas en la eficiencia y eficacia para aumentar las ganancias. Esta tensión es aún más evidente en la privatización de los bienes comunes, como los servicios públicos de salud, educación y de distribución del agua. Frente a la inexistencia y al debilitamiento planificado de servicios públicos o comunitarios para el cuidado de las personas (niños, enfermos o ancianos), las mujeres son las que asumen individualmente esta tarea históricamente invisible y sin remuneración”. Incluso en el debate sobre la crisis, las mujeres permanecen invisibilizadas: “el desempleo masculino es enfatizado y se ignora que las mujeres sólo mantuvieron sus empleos porque su inserción en el mercado de trabajo siempre se dio con el no reconocimiento de sus derechos y con salarios menores”.
La violencia es otro instrumento que sirve para el control de las mujeres, y el documento para el debate menciona el acoso sexual utilizado por los hombres para controlar el trabajo de las mujeres en las maquilas, así como la violencia sexual usada para castigar a las mujeres que reclaman sus derechos, o como una forma de sembrar el terror. Esa violencia se ha incrementado con la actual militarización creciente en todos los continentes, que es utilizada para aumentar el control sobre los territorios (incluida el agua, las tierras agrícolas, los recursos minerales y la diversidad biológica), y que supone hasta violaciones y persecuciones de las mujeres que participan en movimientos sociales.
Con relación a la crisis ambiental, el documento del Comité Internacional de la MMM subraya cómo el mercado se presenta como una solución, como el “derecho” a contaminar, transformado en créditos en el mercado de carbono que luego se negocian en la bolsa. El mecanismo REDD (Reducción de emisiones derivadas de la deforestación y degradación de bosques) también fue estudiado por el documento, que concluye que los proyectos REDD aumentan el poder de los gobiernos, las empresas privadas y algunas grandes ONGs, en la medida que toma control sobre los bosques, ignorando y excluyendo a los pueblos originales que han vivido allí durante generaciones.
La MMM llama a las mujeres a fortalecer la acción política para recuperar no solamente el territorio de las mujeres - sus cuerpos y tierras - sino también el agua, la biodiversidad y la cultura de quienes han vivido por generaciones en dichos territorios.
El encuentro finalizó con una marcha colorida, multitudinaria e internacional reclamando el cese de la violencia contra la mujer, lo que incluye, en Filipinas, el retiro de las bases militares estadounidenses.
(1) Artículo basado en el texto elaborado por el Comité Internacional de la MMM para su debate en el VIII Encuentro Internacional, http://www.worldmarchofwomen.or
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