El 17 de abril de 1996, 19 trabajadores rurales sin tierra fueron brutalmente asesinados por la policía durante una manifestación pacífica por la reforma agraria en el estado de Pará, región de la Amazonia, en Brasil. Quien visite el lugar hoy, encontrará un círculo de 19 troncos de castaños quemados, que forman un pequeño bosque. Además de recordar a los trabajadores que murieron y la violencia ejercida, los castaños simbolizan también la resistencia y lucha del pueblo contra el proceso de violación de sus derechos, e inclusive la resistencia del bosque que sufre con la deforestación.
Los castaños son árboles gigantes que están presentes en la región en campos donde el bosque ya fue prácticamente destruido, práctica común en Pará. No obstante, esos mismos árboles difícilmente sobreviven sin el bosque intacto, o sea, claman por la recuperación y el rescate del bosque que garantice la supervivencia y el “buen vivir” de las comunidades locales, bastante destruidos en muchos lugares de Pará.
Hoy, cerca del lugar de la masacre, miles de personas, compañeras y compañeros de los 19 que murieron en 1996, viven en el “Asentamiento 17 de abril”. Consiguieron cambiar una vida de sufrimiento y miseria por una vida con un pedazo de tierra para trabajar y alimentar a sus familias, recuperando su dignidad.
Esta historia, como tantas otras de otros lugares del mundo donde el pueblo lucha y sufre la violación de sus derechos, precisa ser recordada para que sirva de inspiración a todos y todas. El día 17 de abril ha sido proclamado por La Vía Campesina como el Día Internacional de Lucha Campesina y, más recientemente, se convirtió en referencia de la lucha contra el proceso que en inglés se denomina land grabbing, en Brasil se denomina “concentração de terras”, en Mozambique “usurpação de terras”, en castellano “acaparamiento de tierras”, y “l´acaparement des terres” en francés. Se trata de un fenómeno por el cual principalmente empresas, fondos de inversión y los mercados financieros en general, se apropian de grandes extensiones de tierra en países de África, América Latina y Asia, para diferentes usos, como proyectos en gran escala de plantaciones, minería, turismo, usinas hidroeléctricas, producción de alimentos para exportación, etc.
Este proceso no es nuevo; todo lo contrario. Lo que son nuevos son la velocidad y el tamaño de esas apropiaciones de tierras, directamente vinculadas a distintos factores a través de los cuales el capitalismo busca una salida para superar sus crisis. El sistema nunca resuelve sus problemas, como dice el pensador David Harvey, solamente busca nuevas formas de acumulación y especulación en busca de lucro, aumentando el sufrimiento de muchas personas.
Esta coyuntura presenta desafíos para las luchas contra todo tipo de acaparamiento de tierras en los países del Sur:
- una mayor articulación de estas luchas con un nuevo denominador común: la lucha contra el land grabbing, contra la privatización de territorios de uso común para las poblaciones locales, indígenas y tradicionales. Se trata de la misma lucha de esos pueblos para que sus derechos les sean reconocidos, aunque refuerza la importancia de la acción conjunta. Recordamos también a los pescadores que sufren con los avances de las empresas que “acaparan” áreas de mar. Mientras las corporaciones y los gobiernos nacionales generalmente buscan dividir a las comunidades que luchan, el proceso de acaparamiento de tierras nos alerta sobre la necesidad de que los pueblos se junten en sus diferentes luchas.
- una mayor comprensión de cómo las diferentes luchas están vinculadas y conectadas entre sí, si observamos el fenómeno del acaparamiento de tierras.
- buscar comprender cómo la propuesta de la Economía Verde, presente en la Conferencia Rio +20, es una nueva “oportunidad” de los actores que están atrás del land grabbing de continuar explotando y acaparando, no solamente tierras, sino también aire, agua, mar, sea para destruir, sea para preservar la naturaleza como forma de supuestamente ¡“compensar” la destrucción!
Por ello, tenemos que movilizarnos en torno a un claro NO a la economía verde, al acaparamiento de tierras o al acaparamiento del planeta: ¡la concentración de la tierra, del aire, del agua! Y defender que las comunidades mantengan y recuperen el control sobre las áreas de las cuales dependen para su supervivencia, en la tierra y en el mar, no solamente en los países del Sur sino también en los del Norte.
- la necesidad de fortalecer el apoyo y mostrar nuestra solidaridad a las miles de comunidades y pueblos que en este preciso momento buscan defender sus territorios, ríos, bosques y otros ecosistemas valiosos, de los cuales dependen para su supervivencia.
Queremos unirnos a la convocatoria de La Vía Campesina, que realiza un “llamamiento a todos sus miembros y aliados, movimientos de pescadores, organizaciones de trabajadores en la agricultura, grupos de estudiantes y del medio ambiente, movimientos a favor de la justicia social, para organizar acciones en todo el mundo el día 17 de abril, para hacer una masiva demostración de resistencia popular al acaparamiento de tierras y destacar la lucha contra el control corporativo de los recursos agrícolas y naturales”.
Y defendemos junto a Via Campesina que:
- ¡hay que detener el acaparamiento de tierras! y ¡la tierra debe estar en manos de quienes la trabajan!
- es necesario realizar una reforma agraria integral, con el fin de llevar justicia social a las zonas rurales.
- es necesario terminar con el control que algunos pocos inversores y empresas transnacionales ejercen sobre la vida de millones de personas.
- es necesario reforzar el sistema de producción agrícola basado en la agricultura campesina y en la soberanía alimentaria.
Confiamos que la muerte de los 19 campesinos en Pará, ocurrida en 1996, continuará inspirándonos en la lucha de resistencia contra la concentración de tierras, para mantener y reconquistar los territorios y recuperar los bosques y otros ecosistemas, ¡y para que el pueblo que depende de ellos pueda vivir bien, hoy y en el futuro!