Un exhaustivo informe a cargo de Leigh Brownhill y Terisa E. Turner (“Climate Change and Nigerian Women’s Gift to Humanity”) relata y documenta la resistencia nigeriana a la explotación petrolera masiva, que no ha traído beneficio alguno para la gente del país (véase el boletín Nº 56 del WRM), y destaca el papel de las mujeres que lideeran esa lucha.
La organización nigeriana Environmental Rights Action declaró en 2005 que “En Nigeria se quema más gas que en cualquier otra parte del mundo. Es sabido que las cifras disponibles son poco fiables, pero cada día se malgastan de esta forma unos 2.500 millones de metros cúbicos de gas asociados al petróleo crudo. Esto equivale al 40% del gas natural que consumió todo el continente africano en 2001, en tanto la pérdida financiera anual de Nigeria es cercana a los US$ 2.500 millones. La combustión ha generado más gases de efecto invernadero que toda el África subsahariana junta y contiene un cóctel de toxinas que afectan la salud y el sustento de las comunidades locales, exponiendo a los residentes del delta del Níger a un mayor riesgo de muerte prematura y de contraer enfermedades respiratorias infantiles, asma y cáncer”.
En el boletín Nº 100 del WRM también describimos la forma en que grandes extensiones de manglares están siendo lentamente asfixiados por los numerosos derrames de petróleo, que se filtra en las aguas costeras y arroyos y recubre las raíces expuestas de los mangles, que les sirven para respirar.
Sin embargo, el pueblo nigeriano no ha estado observando pasivamente tal destrucción masiva. Los ambientalistas de Nigeria, en especial de los pueblos Ogoni, Ijaw y otros grupos étnicos de la rica zona petrolera del delta del Níger, entre ellos el MOSOP (Movimiento por la supervivencia del pueblo Ogoni), han intentado persistentemente terminar con la combustión de gas por parte de Shell. En respuesta, el 10 de noviembre de 1995 Ken Saro-Wiwa y otros ocho integrantes del MOSOP fueron ahorcados por la dictadura militar de Nigeria (ver el Boletín Nº 27 del WRM).
El 11 de diciembre de 1998, el entonces reciente Consejo de Jóvenes Ijaw, actuando como parte del movimiento multiétnico Chikoko de todo el delta, emitió la Declaración de Kaiama, que declara que todos los recursos naturales pertenecen a las comunidades y exige “que todas las empresas petroleras detengan todas sus actividades de exploración y explotación en la zona Ijaw. Estamos cansados de la combustión de gas, los derrames de petróleo y las explosiones, y de que nos etiqueten como saboteadores y terroristas”.
El 1º de enero de 1999 los activistas del delta del Níger lanzaron la “Operación Cambio Climático” para cerrar las estaciones de bombeo de crudo y la combustión de gas en el delta. Lo que había sido concebido como un programa de diez días de desobediencia civil no violenta, ocupando estaciones de bombeo e intentando apagar las llamas de gas, finalmente duró varias semanas. La Operación Cambio Climático afectó seriamente a cinco empresas petroleras: Agip, Chevron, Mobil, Shell, Texaco. El gobierno militar respaldado por Shell respondió con un estado de emergencia. Se desplegaron dos buques de guerra y 15.000 soldados. Muchas mujeres fueron violadas por los soldados. Desde algunos barcos y un helicóptero pertenecientes a Chevron, los soldados atacaron a los ambientalistas que ocupaban una plataforma de perforación, dando muerte a más de cincuenta personas y destruyendo decenas de hogares.
Decenas de grupos de mujeres del otro lado del delta se movilizaron y formaron una organización marco multiétnica, Niger Delta Women for Justice (“Mujeres del delta del Níger por la justicia”), que salió a las calles en Port Harcourt. Las campesinas nigerianas pidieron la solidaridad de mujeres y demás activistas internacionales en una campaña conjunta para proteger la vida poniendo fin a la depredación del Gran Petróleo. Ambientalistas de Nigeria y el Reino Unido describieron su Operación para terminar con la combustión de gas de Shell como un “regalo a la humanidad”, porque pretendía reducir las emisiones de carbono que amenazan a la humanidad en su conjunto.
Para los participantes de la campaña “regalo a la humanidad”, los ocho años subsiguientes se organizaron en tres ejes: primero, la profundización de la militancia en el delta del Níger en torno a la exigencia de un "control de los recursos" democrático; segundo, el éxito significativo obtenido con la expulsión de las empresas petroleras del delta del Níger; tercero, la experiencia de contrainsurgencia violenta por orden del Estado nigeriano y las empresas petroleras extranjeras. Esta tercera dimensión del periodo subsiguiente dejó en evidencia las relaciones de poder empíricas entre las mujeres que intentan expulsar a los perpetradores del ecocidio y los hombres que lucran con la expansión de la producción petrolera y el aumento de sus mortífieras emisiones.
En 2005 los grupos de mujeres de Nigeria que habían contribuido a la moratoria a la combustión de gas, entre ellos Niger Delta Women for Justice, fueron calificados de “terroristas” por el gobierno que cada vez más se involucraba en la campaña de Estados Unidos de ‘guerra contra el terror’ de los Estados Unidos.
El “regalo a la humanidad” de las mujeres de Nigeria significó un salto en la conciencia mundial en relación con el terrible destino común de toda la humanidad en caso de permitirse que ciertos contaminadores específicos del grupito de los 400 y pico de multimillonarios del mundo sigan haciendo de las suyas fuera de todo control democrático; provocó y aceleró también una ola internacional de movilizaciones de base coordinadas (por más información, véase el informe).
En enero de 2006 la Justicia nigeriana ordenó a Shell detener la combustión de gas natural. Shell apeló la sentencia. El gigante petrolero tampoco ha podido volver a Ogoniland desde 1993. En una entrevista del 23 de setiembre de 2006, Owens Wiwa declaró que “fueron las mujeres Ogoni los agentes más instrumentales en impedir que Shell operara en Ogoniland en la última década. Se trata de un gran éxito, pues no solamente hemos expulsado a Shell en forma no violenta sino que hemos sentado un precedente para toda Nigeria y de hecho el mundo entero: sin el acuerdo de la población local, ninguna empresa petrolera puede entrar. Se ha pagado un precio tremendo en vidas. Pero la revocación de la licencia de operaciones de Shell por parte del gobierno es una gran victoria que se debe en gran medida al compromiso de mujeres aldeanas comunes, organizadas en su mayoría a través de la Federación de Asociaciones de Mujeres Ogoni”.
El cierre de todas las operaciones de Shell en Ogoniland significa menos combustión de gases, menos emisiones de carbono y menos calentamiento global. El cierre no se limita a Ogoniland. En lo que va de 2006 se producen unos 600.000 barriles diarios menos en el delta, es decir cerca de un cuarto de la producción total de Nigeria. Esto conlleva una importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las mujeres de Nigeria encabezaron una notable iniciativa mundial para cortar las emisiones de gases de efecto invernadero. La acción internacional coordinada y sus repercusiones nos sugieren tácticas que, de adoptarse más generalmente hoy, prometen tener éxito en la compleja lucha para revertir el cambio climático.
Extraído y adaptado de: “Climate Change and Nigerian Women’s Gift to Humanity”, por Leigh Brownhill y Terisa E. Turner, Centre for Civil Society, http://www.ukzn.ac.za/ccs/default.asp?2,40,5,1153