En los primeros años de la década del 90, Liberia fue el escenario de una guerra civil que cobró un saldo de 150.000 víctimas fatales y un millón de personas desplazadas o que dejaban el país como refugiados. De enero a noviembre de 1996, la guerra se desencadena nuevamente hasta que finalmente tienen lugar elecciones presidenciales en 1997. Los gobiernos de los países vecinos, así como los gobiernos y compañías europeas -particularmente belgas y franceses- participaron en la entrega de armas a los diferentes grupos comprometidos en el conflicto, a cambio de oro, diamantes y madera rolliza.
Francia proveyó de armas al Frente Patriótico Nacional de Liberia y recibió a cambio madera tropical preciosa. El gobierno de Costa de Marfil también ayudó al NPFL y obtuvo el beneficio de concesiones mineras y de explotación de bosques. El valor total de las exportaciones ilegales de madera desde las zonas controladas por los diferentes grupos armados en conflicto, alcanzaba a 53 millones de dólares al año. Durante el período de la guerra civil liberiana, la importación de madera preciosa tropical en España, proveniente de Libeia, aumentó considerablemente. Desde 1997, el flujo ha recomenzado. Greenpeace-España denunció recientemente que el consumo del país de madera preciosa tropical proveniente de Liberia promueve la destrucción social y ambiental en ese país.
La guerra ahora ha aparentemente terminado, pero los buitres de siempre están prontos para seguir lucrando. Empresas transnacionales madereras –tales como LAMCO (EEUU-Suecia), Bridgestone (Japón), y Oriental Timber Company (Malasia)- apuntan a Liberia, donde el 35% de los bosques húmedos todavía permanecen intocados (ver Boletín 30 del WRM). A pesar de la manifiesta intención del gobierno de “minimizar la destrucción del bosque y promover la gestión sustentable del bosque”, el poder económico y político de los gobiernos y empresas extranjeras, sumado a una economía nacional hecha trizas como resultado de la guerra civil, plantea una amenaza importante a su supervivencia. Y lo que es necesario recalcar es que esos mismos poderosos gobiernos, que en los foros internacionales se muestran como comprometidos con la conservación del bosque tropical, son los que más ansiosos están por sacarle tajada a la destrucción de los bosques de Liberia.
Artículo basado en información proporcionada por: Miguel A. Soto, Greenpeace España, abril del 2000; Autoridad de desarrollo forestal de Liberia, Informe anual 1999; La Guía del Mundo 1997/98.