Malasia: graves efectos de los plaguicidas sobre la salud de trabajador@s de las plantaciones de palma aceitera

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Los plaguicidas perjudican la salud y las vidas de millones de usuarios de plaguicidas de uso agrícola, de sus comunidades y de los consumidores del mundo entero; también causan un gran daño a la diversidad biológica y el ambiente. Los plaguicidas utilizados en las plantaciones de palma aceitera tienen efectos adversos sobre la salud humana y el ambiente. Los trabajadores y trabajadoras agrícolas de las plantaciones de palma aceitera están muy expuestos a los plaguicidas y sufren una serie de trastornos de salud peligrosos, tanto agudos como crónicos, a pesar de que en su gran mayoría ignoran trágicamente sus causas.

Durante los últimos años, Tenaganita y PAN AP han llevado a cabo numerosos estudios en las plantaciones de palma aceitera en Malasia, los cuales han revelado que las condiciones laborales son terribles: las trabajadoras y trabajadores pulverizan los plaguicidas sin tener ningún conocimiento de los peligros que implican; no cuentan con un atuendo adecuado para su protección; sucede incluso que se llegan a sacar las etiquetas de las botellas de plaguicida antes de entregárselas a los trabajadores para que éstos no puedan identificar el producto que están usando.

L@s trabajador@s que se quejan por envenenamiento con plaguicida son tratados con dureza por el personal médico, que a menudo les receta paracetamol para el dolor y cremas para la irritación de la piel. L@s trabajador@s de las plantaciones de palma aceitera no quieren denunciar los casos de envenenamiento con plaguicida por miedo a perder su trabajo o a posibles represalias, porque no pueden permitirse el lujo de no trabajar ni tampoco enfrentar los costos de la atención médica. Los impactos de los pesticidas comprometen la capacidad de las personas para trabajar, ganarse la vida y cumplir funciones dentro de la comunidad.

Los impactos crónicos, que incluyen enfermedades y daños sistémicos, cáncer, problemas reproductivos y desórdenes hormonales, amenazan seriamente la supervivencia de las comunidades rurales a largo plazo. Los desórdenes endocrinos pueden afectar particularmente al feto, perturbando su crecimiento y formación, provocando tanto deficiencias sistémicas y funcionales como niveles de coeficiente intelectual bajos, vulnerabilidad a las enfermedades, problemas de comportamiento y efectos sobre la fertilidad futura. Estos impactos sobre los niños amenazan gravemente el futuro de comunidades enteras, que podrían caer en la desintegración social y económica y en mayor pobreza y sufrimiento.

Las mujeres son particularmente vulnerables, debido a sus características fisiológicas y a las circunstancias socio-culturales y económicas, ya que a menudo son las más pobres entre los pobres. Los impactos sobre la salud de las mujeres (y los niños) son graves, dado que los plaguicidas que las trabajadoras aplican son potencialmente tóxicos para el feto. Las mujeres pueden estar expuestas incluso si no aplican directamente los plaguicidas y, sin embargo, son las que tienen menos posibilidades de recibir entrenamiento para reducir los riesgos. Tal es el caso del glufosinato de amonio, un contaminante de las aguas subterráneas muy peligroso para los humanos, ya que tiene efectos cancerígenos, toxicidad reproductiva, del desarrollo y del sistema nervioso, y toxicidad aguda.

Algunos de los plaguicidas utilizados en las plantaciones de palma aceitera pueden producir enfermedades crónicas y hasta la muerte en los humanos, como el endosulfán, un insecticida químico perturbador del sistema endocrino, que actúa en principio sobre el sistema nervioso y es conocido por interferir con los mecanismos hormonales a muy bajas concentraciones; el 2,4-D dimetilamina y el Diuron, potenciales cancerígenos; el glifosato, la cipermetrina y el  maneb, pesticidas potencialmente capaces de afectar el sistema endocrino.

El paraquat es un plaguicida muy peligroso, del que se sabe que es el mayor causante de envenenamientos entre los trabajadores rurales de las plantaciones de palma aceitera en Malasia. El gobierno malayo anunció la decisión de prohibirlo, pero ésta aún no ha sido implementada debido a las presiones de la industria. Los síntomas del envenenamiento con paraquat son hemorragia nasal, irritación de los ojos, dermatitis de contacto, irritación de la piel, decoloración y caída de las uñas y úlceras abdominales. El daño a los pulmones, por ejemplo, puede no ser evidente hasta varios días después de la absorción. No hay antídoto contra el envenenamiento con paraquat. El desenlace puede ser fatal y en estos casos, la muerte llega por falla respiratoria. En 1994, el gobierno danés impuso prohibiciones y restricciones severas sobre 7 plaguicidas que consideraba una amenaza para la salud, el ambiente o ambos, entre los cuales se incluía el paraquat. La decisión danesa de prohibir el paraquat, que fue promulgada en 1995, se basó en su persistencia y en su toxicidad para organismos que no son el objetivo de su aplicación.

Sin embargo, como ya expresó la oficina regional de Pesticide Action Network for Asia and the Pacific (PAN AP), “en Malasia, las ganancias de las industrias tienen más importancia que la consideración por la salud de las personas.”

Por Sarojeni V. Rengam, PAN Asia and the Pacific, c.e.: sarojeni.rengam@panap.net y panap@panap.net, www.panap.net