Las empresas plantadoras de palma aceitera están haciendo fortunas en Malasia, principalmente gracias al auge actual del agrocombustible, pero nada de esto llega a quienes a costa de su sangre y sudor, hacen que el dinero fluya de esas plantaciones (ver Boletín Nº 134 del WRM). Los trabajadores inmigrantes venidos de Indonesia parecen ser unos de los que salen peor librados.
En las 103 o más plantaciones de palma aceitera de Sabah trabajan unos 200.000 trabajadores inmigrantes legales, así como 134.000 inmigrantes indonesios considerados ilegales. Un artículo de Erwilda Maulia publicado por The Jakarta Post el 17 de setiembre de 2008 informa sobre “prácticas de esclavitud” en las plantaciones de palma aceitera de Sabah, Malasia. La Comisión Nacional de Protección a la Infancia reveló que miles de trabajadores inmigrantes indonesios y sus hijos han sido “sistemáticamente esclavizados”.
La denuncia provino de un grupo de maestros locales indonesios, quienes informaron sobre “un supuesto caso de explotación infantil y varios casos de acoso físico y sexual de hijos de empleados inmigrantes indonesios”. También dijeron que “hay niños de entre seis y 18 años de edad que trabajan durante horas juntando en bolsas las semillas de palma desparramadas por el suelo, a cambio de un pago mínimo. Quienes los obligaban a trabajar eran los administradores de la plantación, y a veces, los propios padres”.
Arist Merdeka Sirait, miembro de un equipo de investigación enviado a las plantaciones de Sabah, dijo: “Los ubican en barracas aisladas sin acceso a ningún transporte, con lo cual no tienen posibilidad alguna de abandonar las plantaciones. Tampoco disponen de agua limpia, de luz ni de otras instalaciones”.
Según el artículo, Arist dijo que hay unos 72.000 hijos de inmigrantes indonesios trabajando en las plantaciones de Sabah, sin horario reglamentario, es decir que trabajan todo el día. No se les da ningún documento de identidad ni certificado de nacimiento, lo cual en los hechos equivale a negarles, entre otros derechos, el de recibir educación formal.
“Llamamos a esto ‘trabajo no remunerado’ (como forma de pago de una deuda, en lugar de pagar con dinero o en especie), pero es una variante moderna de la esclavitud”, añadió Arist. Según él, el ‘trabajo no remunerado’ es común en todas las plantaciones, y las autoridades malayas permiten deliberadamente que persista esa situación.
Para las empresas ambiciosas resulta muy conveniente poder mantener trabajadores “ilegales” y, al esclavizar a sus niños, se aseguran mano de obra barata para el futuro. Para peor, los trabajadores considerados ilegales suelen ser extorsionados por los agentes de seguridad malayos que controlan su documentación, denunció Arist.
El fruto amargo de la palma aceitera parece tener un sabor aún más agrio para los trabajadores de las plantaciones.
Artículo basado en información extraída de: “RI workers, children 'enslaved' in Malaysia, commission says”, Erwida Maulia, The Jakarta Post, 17/09/2008, http://www.thejakartapost.com/news/2008/09/17
/ri-workers-children-039enslaved039-malaysia-commission-says.html.