Para aquellos lectores del boletín del WRM que aún no lo saben, el sur de los Estados Unidos es la región de mayor producción de papel del mundo. Por más de 50 años hemos sido el campo de prueba de todos los métodos imaginables de silvicultura destructiva que, una vez perfeccionados aquí, se exportan al mundo entero. Por ejemplo, desde los años 50 y hasta el día de hoy, hemos convertido casi 17 millones de hectáreas de bosques y tierra arable en plantaciones de monocultivos para madera, lo cual nos ubica en el primer lugar del mundo en este sentido.
El último experimento es el plan de combatir el cambio climático estableciendo más plantaciones de árboles para la producción de etanol. Esto significará una mayor presión sobre los bosques naturales, una corrida para convertir más tierras boscosas en plantaciones, una mayor dependencia de los químicos tóxicos para el manejo forestal, ciclos de crecimiento más cortos que aumentan la presión sobre el suelo y los recursos hídricos, y un mayor empuje para desarrollar e implementar el uso de árboles genéticamente modificados. En una carta enviada recientemente por International Paper al Departamento de Agricultura de Estados Unidos, donde presiona para que se autorice la plantación de eucaliptos genéticamente modificados en Estados Unidos, la empresa sostiene que un crecimiento del mercado de la bioenergía a base de árboles podría duplicar la presión sobre los bosques del sur del país.
Las plantaciones para madera y celulosa acrecientan el cambio climático en lugar de resolverlo. Se ha comprobado que los bosques naturales secuestran grandes cantidades de carbono y se ha mostrado que los agrocombustibles no son un gran sustituto de los combustibles fósiles en lo referente a emisiones. La deforestación y las habituales prácticas forestales empresariales se ubican en segundo lugar entre quienes más contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero, detrás de la quema de combustibles fósiles. Entonces, ¿no tiene más sentido proteger y restaurar nuestros bosques que seguir convirtiéndolos en plantaciones para cortarlas continuamente, en cortas rotaciones, en el apuro por usar menos combustibles fósiles?
Scot Quaranda, Dogwood Alliance, Estados Unidos