Mujeres indígenas Baiga en India: “Nuestra historia debe ser escuchada”

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Mujeres Baiga. Foto: India. Ridan Sun. Focus on the Global South.

“Este bosque es nuestra madre. Tenemos derechos territoriales”.

Esto está escrito en los carteles que mujeres de la aldea de Fulwaripara colocaron a lo largo de sus tierras. Le declaran al gobierno y a otros actores pertinentes que el bosque del que dependen les pertenece. El Departamento de Bosques de la India lo sigue negando. Sus guardias destruyeron los carteles muchas veces – a pesar que algunos estaban hechos de concreto -, y otras muchas veces las mujeres los volvieron a levantar. Debido a esto, diez mujeres fueron encarceladas en los últimos dos años.

Fulwaripara está ubicada en el estado de Chattisgarh, en la región central de la India, donde numerosas comunidades viven en el bosque y corren el riesgo de ser desalojadas de su hogar por programas de conservación, tales como las reservas de tigres, que a menudo se vinculan a proyectos destructivos, como la minería. Las ONGs WWF y la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS) apoyan al Departamento de Bosques de la India en esta región. Ofrecen capacitación, recursos para las patrullas, vehículos y otro tipo de equipamiento a los guardias forestales que llevan a cabo los desalojos. (1)

 

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El cartel dice: Bajo la Clausula (i), Sección 3 de la Ley sobre Derechos de Bosques 2006. RECURSOS DE BOSQUE COMUNITARIO. Solicitante: Presidente, Comité de Derechos de Bosques. Pueblo: Fulbaripara. [significado: la casa donde viven las flores – ful es flor y bari es casa]. Panchayat del pueblo [auto-gobierno comunal]: Baheramura. Bloque de Desarrollo: Kota. Distrito: Bilaspur (Estado de Chattisgarh). Propuesto y aprobado por el Gram Sabha [asamblea del pueblo] de Fulbaripara el 02/03/2017. Demanda entregada al Comité del nivel de Bloque, Kota el 16/03/2017. Foto: Larry Lohmann.

 

Después de enfrentar varios desalojos dentro de su propio territorio a lo largo de los últimos dos siglos, fueron desplazados una vez más por la construcción de una represa, hace 40 años. Finalmente terminaron viviendo en Fulwaripara, al borde de la Reserva de Tigres de Achanakmar.

La Ley de los Derechos sobre los Bosques fue aprobada en India en 2006; es una ley histórica que reconoce los derechos de los pueblos que dependen de los bosques a sus territorios (2). Desde entonces, la aldea de Fulwaripara ha enfrentado todo tipo de hostigamientos por parte de los guardias del Departamento de Bosques, quienes trataron de impedir que presentaran sus reclamos de reconocimiento de sus tierras tribales en virtud de la Ley de los Derechos sobre los Bosques.

Pero los guardias no pudieron detenerlos. Para informar a los funcionarios y guardias del Departamento de Bosques sobre la presentación de su reclamo conforme a la Ley de los Derechos sobre los Bosques, las mujeres escribieron el número de reclamo en los carteles que instalaron en sus tierras. Sin embargo, una decisión reciente de la Suprema Corte dispondría que las comunidades cuyos reclamos en virtud de la Ley de los Derechos sobre los Bosques fueron rechazados, podrían ser desalojadas. Como resultado de una petición realizada por algunas ONG conservacionistas, entre ellas Wildlife Trust of India, Nature Conservation Society, Tiger Research and Conservation Trust y Bombay Natural History Society, junto con funcionarios forestales retirados, la Suprema Corte ordenó que más de un millón de personas que dependen de los bosques podrían ser desalojadas de sus tierras. (3) No se permitió que el proceso de reclamación de Fulwaripara fuera finalizado, de la misma forma que ocurrió con más del 50 por ciento de los casos rechazados. (4) En consecuencia, Fulwaripara enfrenta, una vez más, la amenaza de desalojo.

En la aldea de Fulwaripara, las mujeres siempre han estado al frente de la lucha. Cuando se les preguntó el por qué, simplemente respondieron: “los hombres tienen miedo de hacerlo”. Ellas forman parte de una comunidad indígena Baiga que continúa practicando el uso tradicional de la roza (quema) controlada para la producción de sus cultivos, en lo que denominan el “sistema Bewar”, un tipo de agricultura migratoria. El Bewar está muy criminalizado por el gobierno y los conservacionistas.

Este es el testimonio de una mujer Baiga de la aldea de Fulwaripara (5):

La historia de nuestro asentamiento

Los Adivasi (indígenas) Baigas asentados en Fulwaripara han vivido en esta región durante más de 200 años. Sin embargo, fueron desplazados en numerosas ocasiones. Por lo que podemos recordar, nuestros antepasados ​​se establecieron en Belghana hace unos 200 años. Solía ser una zona montañosa antes de la construcción de la línea ferroviaria. Vivíamos en lo que ahora es la zona de mercado de Belghana. Más tarde, la construcción de carreteras y una línea de ferrocarril destruyeron nuestro patrimonio y nos establecimos en Behramuda. Inicialmente se establecieron siete hogares (de 3 a 4 familias cada uno), de los cuales cinco eran Baiga y dos eran Gonds. A partir de ese momento comenzamos a perder nuestra tierra.

El abuelo de Phuleswari, una mujer de la comunidad que ha estado dos veces en la cárcel debido a esta lucha, había hipotecado 9 acres (casi 4 hectáreas) de tierra por Rs 140 (alrededor de 2 dólares) durante la época de hambruna. Más tarde se hicieron falsos papeles de la tierra. Recuerdo que recién habíamos cosechado arroz y lo habíamos llevado al lugar de la trilla cuando los invasores de tierras se lo llevaron todo.

Los nombres de las aldeas de la zona también hacen referencia a la historia Baiga y a su relación con los tigres de la región. La Mata Choraha era un lugar de veneración en Behramuda para los Baigas, y todos los años hacíamos rituales. Pero perdimos nuestro lugar de veneración, ya que fue tomado por otros cuando nos expulsaron a la fuerza. El día anterior a la celebración anual de la cosecha de arroz, llamada cherchera (o poush puni), cada hogar ofrecía una ofrenda a los dioses y contribuía con el sacrificio de una cabra. La cabra era decapitada y colocada al pie de los dioses - “budadev”. Comíamos carne con arroz nuevo y celebrábamos. Cada hogar también daba ofrendas al anciano del pueblo (mukadam), que bendecía las casas cantando mantras y ofreciendo agua bendita. Este ritual, creemos, trae buena lluvia para la próxima temporada. En las ceremonias hindúes se quema una forma de resina del árbol Shorea robusta como incienso y el anciano Baiga lo ofrece, junto con coco y nueces de betel, a budadev.

En Akti solíamos celebrar el festival anual de la primavera y, otra vez, venerábamos al budadev. Este culto es para pedir buenas cosechas de setas. Sembrábamos kanki (arroz quebrado), maíz, kodo (un tipo de mijo), kutki (un tipo de mijo), arroz paddy, jowar (un tipo de mijo), todo tipo de semillas bewar y también kheera (pepino). Ofrecíamos bebidas y se realizaba la ceremonia Bidri para la bendición y protección de los cultivos. Cada hogar donaba algo y también daba un kilo de arroz.

Solíamos hacer nuestro tradicional cultivo Bewar, pero después, personas influyentes que tenían vínculos con la administración de gobierno y especialmente con el Departamento de Bosques, nos echaron. Al final la tierra fue ocupada por otras comunidades que practicaban agricultura sedentaria. Los Baigas son una comunidad amante de la paz y han evitado la confrontación, por lo que han sido los más castigados. Los Baigas siempre fueron sometidos, así que abandonaron sus hogares y se adentraron más en el bosque.

Luego, cuando volvimos a desarraigarnos, construimos nuestras chozas en la zona donde después se instaló la represa “Madhav Rao Jalasaya”. Después de que se construyó la represa tuvimos que mudarnos de nuevo y durante los últimos 35-40 años hemos estado en Fulwaripara. Las familias también han crecido en este período.

Nuestra relación con el bosque

Los Baiga siempre temíamos a los guardias del Departamento de Bosques del gobierno. Somos artesanos del bambú pero en esa época no podíamos hacer nuestras artesanías. Los guardias forestales subían a las colinas y entraban al bosque para atraparnos. Las mujeres nos escondíamos en el bosque para confeccionar nuestros productos y regresábamos a casa tarde en la noche. Nuestros hijos sabían dónde podíamos estar, así que esperaban a que los funcionarios forestales se hubieran ido para entrar al bosque y avisarnos que ya podíamos salir.

Solíamos esconder nuestras cestas de bambú dentro de estanques o pozos llenos de agua. Los sábados y domingos llevábamos nuestros productos al mercado para intercambiarlos, comprar y obtener otros productos. Guardábamos nuestras artesanías en una pequeña choza abandonada en el bosque, y si las descubrían, negábamos que fueran nuestras. Pero ahora la situación ha cambiado, ya no tenemos miedo a los guardias del Departamento Forestal. Decidimos dar 5 Rs por hogar (menos de un dólar) a los guardias a cambio de bambú. La recolección de bambú ha sido un importante motivo de discordia entre nosotros y el Departamento de Bosques del gobierno.

Desde que existe una Ley para los Derechos sobre los Bosques, luchamos por nuestros derechos en nuestras tierras y bosques, los cuales nos han  permitido subsistir desde hace siglos. Hemos protegido esta tierra y el bosque como si fueran nuestros hijos, y también por nuestros ancestros, que están enterrados en esta tierra.

El sistema de cultivo Bewar: parte integral de nuestro sustento

Los Baigas solían cultivar entre 8 y 10 variedades de mijo, maíz y 5 variedades de leguminosas, todo distribuido en pequeñas parcelas. El sistema de cultivo Bewar, una forma de agricultura itinerante, comprende un cultivo mixto. Solíamos cortar pequeñas parcelas de selva degradada donde irían hombres y mujeres. Luego, en esa parcela, quemábamos los arbustos y restos de otras plantas y entonces sembrábamos las semillas en el terreno quemado.

Esto se completaba por lo general en verano, y la siembra del kutki (un tipo de mijo) se llevaba a cabo en mayo-junio, después de las primeras lluvias. En julio, sembrábamos sawan y selar. El sawan se cosechaba en septiembre-octubre y el kutki en octubre-noviembre. El primero que cortábamos era el sawan y después el kodo y el kutki. El kutki y el sawan son plantas que se reproducen por brotes desde la base, por eso se corta la planta que está sobre el suelo, mientras que las raíces y los brotes en crecimiento se dejan intactos. La misma parcela producía dos y hasta tres veces. Se cosechaba kutki en toda la zona. Cuando el fuego había sido bueno, obteníamos buenas cosechas.

El gobierno solía darnos algunas herramientas, como la “tangiya”, con las que limpiábamos las parcelas para el cultivo Bewar (conocido como kheti). Antes teníamos herramientas básicas como azadón, machete y palo de excavar, y toda la familia trabajaba. Pero más tarde, cuando nuestra población creció y se talaron árboles grandes, el gobierno nos pidió que abandonáramos la agricultura Bewar. El gobierno prohibió el método Bewar y pidió a los Baigas que se establecieran en las planicies y comenzaran a practicar la agricultura permanente.

La temporada de los monzones solía ser buena en aquella época, había lluvias abundantes. Pero ahora aparecieron las represas, que no permiten que el agua vaya al océano. Como resultado, cada vez hay menos olas, lo que crea menos marea y por lo tanto hay menos lluvias. A través del océano, el agua se evapora y luego cae la lluvia. Junto con las lluvias solían aparecer muchos peces, cangrejos y serpientes. Me acuerdo cómo jugábamos con las serpientes que abundaban con las lluvias incesantes. La prohibición del gobierno de realizar el sistema Bewar también ha contribuido a que hubiera menos lluvias. Hoy en día, ni siquiera vemos tanta agua en los estanques.

Deberíamos poder volver a realizar nuestro cultivo tradicional Bewar, ya que aumenta la abundancia del bosque y sus recursos y también aumenta las precipitaciones de lluvia.

Solíamos cocinar en ollas de barro y casi siempre teníamos bedra (un tipo de leguminosa). En ese momento no existía un sistema de distribución pública, que ahora nos da algo de arroz gratis. Teníamos muy poco dinero y muy poco para comer. Pero lo que comemos ahora no tiene el mismo sabor que nuestra comida de antes. Ahora tenemos más legumbres y arroz, pero el sabor es diferente. En muchas áreas siguen teniendo sawan y kutki.

Los tigres, nuestros antepasados

Escuchamos decir que el gobierno está tratando de aumentar el número de tigres dentro del Parque Nacional Achanakmar [cerca de su comunidad] desplazando pueblos y personas. Seis pueblos fueron desplazados hace algunos años, y el gobierno dice que les dieron tierras y compensación. Pero el dinero como compensación no es la solución. El gobierno debe otorgar a los Baigas tierras fértiles y derechos sobre los bosques para su sustento y existencia.

Hemos convivido con los tigres desde nuestros orígenes y veneramos a los tigres como nuestros antepasados. No tenemos ningún problema con la conservación de los tigres y creemos que sobrevivirán solo si permanecemos en nuestras comunidades. No desplazando a la gente de sus aldeas. Los Baigas sabemos cómo alejar a los tigres a través de nuestros mantras y adoraciones, así que no tenemos ningún problema. Antes había más tigres, pero ahora casi no se ven.

Es necesaria la solidaridad internacional con las comunidades Adivasi (indígenas) de India. Nuestra historia debe ser escuchada; eso presionaría al gobierno. Debemos recuperar nuestras tierras y bosques, por los que hemos luchado e incluso ido a la cárcel.

Testimonio tomado por Devijt Nandi, de All India Forum of Forest Movements (AIFFM)

 

(1) Ver en Survival International, Indígenas son expulsados ilegalmente y Tribus de las reservas de tigres

(2) Por más información sobre la Ley sobre los Derechos sobre los Bosques, ver el artículo “India: La lucha por los bosques en la encrucijada”, Boletín 205 del WRM, 2014

(3) Ver comunicados de prensa de All India Forum of Forest Movements (AIFFM): 22 febrero y 28 de febrero

(4) Supreme Court reports on rejected forest rights claims from states, Down to Earth, febrero de 2019

(5) El testimonio fue tomado en la aldea de Fulwaripara en febrero de 2019. El nombre de la mujer que brindó el testimonio se mantiene en el anonimato por razones de seguridad.