Iniciamos el año 2014, abordando una vez más el tema “servicios ambientales”. En un boletín anterior sobre dicho asunto – número 175 de 2012 –, constatamos que es imposible ponerle un precio a las funciones esenciales que la naturaleza cumple para garantizar el bien estar de la vida en la tierra. Afirmamos que es necesario defender - en lugar de vender - la tierra, los bosques y sus funciones, además de los derechos de las poblaciones que dependen de ellos. Pero constatamos también que para los mercados, el comercio de servicios ambientales – dominado por el capital financiero – representa un nuevo negocio promisor, una nueva fuente de beneficios. (1)
Consideramos que es importante que dediquemos un nuevo boletín al tema “servicios ambientales” porque su “mercado” está aumentando, sin que muchos lo sepan. Queremos alertarlos sobre la creciente tendencia mundial en la que el mecanismo del “pago por servicios ambientales” está transformándose en un “comercio de servicios ambientales”. O sea, los grandes proyectos de “desarrollo” continúan, pero se enfatiza que la destrucción causada viene siendo “compensada”. Se busca vender la idea de que los “servicios ambientales” destruidos por esos proyectos no se perdieron realmente porque estarían siendo conservados en áreas “similares” en otro lugar. En el artículo temático de este boletín se argumenta que ello ha demostrado ser una gran amenaza para las comunidades que procuran defender sus territorios, sea en la zona destruida, sea en la zona elegida para ser conservada.
¿Por qué ahora está aumentando tanto el comercio de “servicios ambientales”? La última ronda de la conferencia anual sobre los problemas del cambio climático (la COP 19), que tuvo lugar en noviembre de 2013 en Polonia, nos da algunas pistas. Por un lado, poco se avanzó, para variar, con relación a la defensa del clima; no se tomaron decisiones sobre una reducción drástica de la contaminación en los países más industrializados, lo que provocó que un grupo importante de ONGs decidiera simbólicamente abandonar el evento. Por otro lado, diversos análisis muestran que lo que sí habría avanzado en dicha conferencia son las negociaciones por un acuerdo sobre REDD+, uno de los “servicios ambientales” que más han incentivado los gobiernos de los países contaminadores del Norte y que implica la capacidad de los bosques de absorber CO2, con la idea de que pudieran absorber parte de la contaminación atmosférica producida por los países contaminadores. Pero se conocen, cada vez más, los muchos problemas con REDD+, sobre todo para las comunidades que viven en las zonas de los proyectos. Y también por el hecho de que hasta hoy el mecanismo REDD+ no ha tenido impacto positivo sobre el clima, principalmente cuando se usa para falsamente “compensar” por la contaminación que ocurre en los países industrializados del Norte.
Es lo que se propone, por ejemplo, en uno de los programas subnacionales de REDD+ más avanzado del mundo: el acuerdo entre el estado contaminador de California (EEUU) y los estados con bosques tropicales de Acre (Brasil) y Chiapas (México). ¿Habrá llegado el momento, entonces, de enfrentar realmente el problema del cambio climático?
Parecería que no, pues la tendencia es insistir en falsas soluciones. Una iniciativa poco divulgada se lanzó paralelamente a la Conferencia del Clima, con el nombre de “Iniciativa para los Paisajes Sustentables Boscosos” (ISFL) (Initiative for Sustainable Forest Landscapes) que será administrada por el “Fondo BioCarbono” (BioCarbon Fund) del Banco Mundial y será financiada inicialmente por tres grandes países contaminadores del Norte: Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega. Empresas multinacionales vinculadas a la agricultura industrial, como Unilever y Bunge, se involucraron en la iniciativa desde el comienzo; se trata, por lo tanto, de una colaboración público-privada. El fondo busca expandir prácticas y tecnologías de planificación de “manejo sustentable” en zonas no solamente boscosas sino también agrícolas, aplicando la llamada “agricultura inteligente”. O sea, no se habla más de bosques sino de paisajes enteros o de “paisajes boscosos”; lo que se justifica con el argumento de que es necesario tener una visión “holística” y conservar no sólo los bosques sino el paisaje en su totalidad. En la creación de esta iniciativa, el Banco Mundial usa como argumento el hecho de que en la última década, mientras se destinaba mucho tiempo para intentar detener la deforestación con REDD+, se perdió una zona boscosa del tamaño de Europa Occidental debido a la tala.
Sin embargo, se sabe que el Banco Mundial es un importante propulsor de actividades contaminadoras y destructivas, que incluso provocan la deforestación tropical, y, al mismo tiempo, apoya y promueve la idea de la compensación de dichas actividades mediante el comercio de “servicios ambientales”, que incluye proyectos REDD+ y créditos de biodiversidad. Como el número de proyectos destructores es alarmante y creciente, la posibilidad de disponer de “paisajes” – léase, regiones enteras – con bosques, otros ecosistemas, comunidades, áreas agrícolas, etc. se muestra atractiva porque también abre más oportunidades para compensar actividades contaminadoras. Es en el “paisaje” que existen todos los “servicios ambientales” que han sido definidos hasta el momento y que pueden ser mercantilizados en los mercados financieros: además de la función de las plantas de absorción de CO2, hay otros “servicios ambientales” del “paisaje”, por ejemplo, los recursos hídricos, los suelos, la biodiversidad de fauna y flora, la belleza panorámica de los paisajes e inclusive los conocimientos de los pueblos tradicionales.
Y aún más: el “paisaje” boscoso o agrícola ofrece oportunidades para nuevos negocios “sustentables” en la perspectiva empresarial, por ejemplo, las relacionadas con el agronegocio. Se habla, por ejemplo, de plantar arroz transgénico, que supuestamente usaría menos fertilizantes y, por lo tanto, sería benéfico para el clima. Esa propuesta ha sido denunciada recientemente por numerosas organizaciones durante la última ronda de la OMC en Bali, Indonesia, pero, aún así, se la incluye en la categoría de “agricultura inteligente”. (3)
Sinceramente, poco se puede esperar de las iniciativas de órganos como el Banco Mundial – un símbolo de la hegemonía del capitalismo global, en asociación con empresas transnacionales – en relación con la adopción de medidas para atacar estructuralmente la deforestación o el cambio climático y para combatir sus causas directas y, principalmente, las indirectas, como el actual sistema de producción y consumo creciente y depredador – dominado justamente por empresas transnacionales. Lo que el Banco hace es engañarnos a tod@s, como siempre, tornando el debate complejo, además de confundirnos al hablar de una visión “holística” o de una “agricultura inteligente”. Nos corresponde a todos y todas buscar la comprensión total de cada nueva propuesta, como, por ejemplo, el creciente comercio de “servicios ambientales”, y posteriormente unirnos y organizarnos para combatirlas.
¡Buena lectura!
Fuentes:
(1) Boletín nº 175 del WRM – Servicios Ambientales.
(2) BioCarbon Fund launches $280 million initiative for sustainable forest landscapes,
http://www.worldbank.org/en/news/feature/2013/11/20/biocarbon-fund-initiative-promote
-sustainable-forest-landscapes.
(3) Manifiesto contra REDD con arroz,
http://www.radiotemblor.org/index.php/manifiesto-contra-redd-con-arroz/