A principios de este año ocurrió algo extraño: Papúa Occidental ocupó los titulares de la prensa. La noticia fue el descubrimiento de una nueva especie de pájaro que se alimenta de miel, un ave del paraíso “perdida”, un canguro que habita en los árboles --prácticamente en extinción--, 20 especies nuevas de ranas, cuatro especies nuevas de mariposas y cinco especies nuevas de palmeras. Las especies fueron encontradas durante una expedición a las Montañas Foja, organizada por Conservation International y el Instituto Indonesio de Ciencias. “Es lo más cercano al Jardín del Edén que se puede encontrar en la Tierra”, declaró Bruce Beehler, codirector del grupo. Sus palabras fueron debidamente registradas en los periódicos de todo el mundo.
El hecho de que Papúa Occidental sea un territorio ocupado rara vez se convierte en noticia. Debería. Las 250 tribus que han vivido allí durante unos 40.000 años no tienen derecho a escoger su propio gobierno. Tienen escaso control sobre su tierra y recursos. El país está inundado de soldados indonesios en busca del menor signo de resistencia. Quienquiera que sugiera que los papuanos deberían ser libres, es torturado o asesinado. Filep Karma y Yusak Pakage cumplen sentencias de 15 y 10 años de prisión por izar la bandera de Papúa Occidental. El país no deja entrar a periodistas y supervisores de derechos humanos.
Papúa Occidental permaneció bajo el control de los holandeses cuando Indonesia se convirtió en un nuevo estado nacional en 1949. La situación permaneció incambiada hasta 1961, cuando Papúa Occidental realizó un congreso y declaró que el país era independiente.
Indonesia invadió pocos meses después. John F Kennedy aprobó la ocupación del gobierno indonesio y dijo de los papuanos que vivían “en la edad de piedra”. La ONU intervino. En 1969, siete años después de que Indonesia invadiera su país, los papuanos fueron a las urnas. Es decir, fueron a votar aproximadamente 1.000 de ellos, escogidos a dedo por el ejército indonesio para representar a la población de un millón. Antes de la votación los soldados los amenazaron a ellos y a sus familias con matarlos si votaban mal. El resultado fue un voto unánime a favor del gobierno indonesio. Para su vergüenza, la ONU ratificó el resultado.
Desde entonces Indonesia ha intentado borrar la cultura papuana. Las estimaciones de las cifras de personas asesinadas desde la ocupación van de 100.000 a 800.000. En un intento por dominar la cultura papuana, el gobierno indonesio ha trasladado alrededor de un millón de personas a los campos de transmigración instalados en el bosque.
Indonesia vendió el petróleo, el oro, el cobre, la madera y el gas de Papúa Occidental a compañías extranjeras o indonesias.
Los bosques de Papúa Occidental abarcan una superficie de cerca de 34,6 millones de hectáreas. De esto, Indonesia declaró casi 28 millones de hectáreas como bosque de producción. Las empresas madereras se trasladaron allí con el apoyo del ejército y merced a cometer violaciones a los derechos humanos. En años recientes, el madereo se ha acelerado a medida que son cortados los bosques de Sumatra, Sulawesi y Kalimantán.
En diciembre de 2005, el Banco Asiático de Desarrollo aprobó una partida de 350 millones de dólares del proyecto de 5.500 millones de dólares propuesto para una planta industrial de extracción y licuefacción de gas, dirigida por la transnacional petrolera BP en la Bahía Bintuni. El proyecto de BP representa una amenaza a los manglares, las zonas de pesca y las formas de sustento de las comunidades locales. Numerosos papuanos se oponen al emprendimiento con el argumento de que Indonesia no tiene derecho a tomar decisiones sobre los recursos de lo que constituyen sus territorios.
La mina Grasberg en Papúa Occidental es la mina de oro y cobre más grande del mundo. Está dirigida por una filial de Freeport-McMoRan, con sede en los Estados Unidos. Freeport es el mayor contribuyente del gobierno indonesio. Pero pocos papuanos reciben algún tipo de beneficio de ello. Quienes viven cerca de la mina sufren violaciones a los derechos humanos por parte de las fuerzas de seguridad indonesias contratadas por la empresa para proteger sus actividades. Freeport ha eliminado una montaña sagrada, dejando un ancho cráter y un sistema hídrico envenenado.
El 16 de marzo de 2006, cinco miembros de las fuerzas de seguridad fueron asesinados después de que una manifestación pacífica contra Freeport, realizada en la capital Jayapura, se tornó violenta. También fue asesinado un civil. Informes de la página Web de la Campaña Indonesia TAPOL sobre Derechos Humanos indican que la violencia comenzó cuando la policía disparó a los manifestantes, posiblemente con balas de goma, y utilizó gases lacrimógenos y vehículos blindados para dispersar a los manifestantes. Por lo menos 57 personas fueron arrestadas. En los días siguientes a la manifestación, la policía disparó sobre dormitorios estudiantiles y golpeó a gente que había detenido. Alrededor de 1.200 estudiantes huyeron a las montañas y a los alrededores de Jayapura para escapar a las represalias de la policía.
En un mensaje de apoyo a la campaña Papúa Occidental Libre, con sede en el Reino Unido, Noam Chomsky escribe: “Los crímenes cometidos contra la población de Papúa Occidental figuran entre los más ignominiosos de los últimos años. Las potencias occidentales tienen mucho sobre lo que responder, y por lo menos deberían utilizar sus vastos medios para lograr el retiro del ejército de ocupación indonesio y terminar con la vergonzante explotación de los recursos y la destrucción del ambiente, las vidas y las sociedades de la gente de Papúa Occidental, quienes ya han sufrido demasiado”.
Tal vez Bruce Beehler, codirector de la expedición de Conservation International y el Instituto Indonesio de Ciencias debería estudiar más de cerca a Papúa Occidental. Tal vez entonces descubra que el país se parece un poco más al infierno en la tierra que al Jardín del Edén.
Por Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org, www.chrislang.blogspot.com