Durante los últimos meses, Perú ha ocupado los titulares de la prensa internacional debido el deterioro político e institucional que lo afecta. En línea con dicho deterioro, la selva amazónica sigue degradándose. La extracción petrolera (ver Boletines 1 y 8 del WRM) y la presencia de poderosas empresas madereras malayas (ver Boletines 3 y 34 del WRM), constituyen dos causas fundamentales del deterioro creciente de la Amazonía peruana. A ellas se suman actualmente la actividad depredatoria de empresarios madereros locales y el cultivo de coca destinado a alimentar el mercado mundial de cocaína.
Un reducido grupo de grandes madereros que opera en la zona de Alto Yavarí, Galvez y Yaquerana está saqueando las existencia de maderas nobles -especialmente cedro y caoba- de esa área, que ha sido considerada por el Plan Director de las Areas Naturales del Perú como una de las prioritarias para la conservación. Por otra parte, la zona está habitada por varias naciones indígenas. La mayor población corresponde a los Mayoruna o Matsés, aunque también hay evidencias de la existencia de cómo mínimo tres grupos indígenas no contactados, como los Mayos y los Remo-Aukas. Asimismo, en las cabeceras del Tapiche hay una comunidad de Capanahuas. Dado que todos estos grupos tienen a la caza de animales silvestres y a la recolección como fuente principal de alimentos, la apertura de carreteras en la selva, seguida del ingreso de actores externos, significa la pérdida de sus medios de vida y constituye una amenaza para su supervivencia material y cultural.
La mayoría de los contratos de explotación han sido otorgados mediante soborno. Además, muchos de los madereros están extrayendo a tasas de hasta 20 veces por encima de las permitidas, las cuales son del orden de 100 a 200 m3 por contrato. Los indígenas que son utilizados para la extracción reciben compensaciones míseras y son objeto de engaño respecto de los volúmenes reales extraídos. La madera sale de contrabando a través de la frontera con Brasil y su destino final es el mercado de Estados Unidos, Europa y Japón.
Por otra parte, se ha informado que la zona del alto Yaquerana y alto Tapiche está controlada por narcotraficantes colombianos, que utilizan la actividad maderera para encubrir el transporte por vía fluvial de combustible destinado a la producción de clorohidrato de cocaína en laboratorios clandestinos escondidos en el corazón de la selva. Según estos informes, existen también numerosas áreas de plantaciones de coca en zonas donde se cortó la selva.
Organizaciones ambientalistas del Perú están comenzando a trabajar en pro de la creación de una gran Reserva Indígena en la zona, que abarque el actual territorio de los Mayoruna, de los grupos indígenas incontactados, y la Reserva Comunal Tamshiyacu Tahuayo. No obstante, y si bien la declaración de un área como protegida es un paso importante, no resultaría suficiente para asegurar la conservación de la Amazonía Peruana y la supervivencia de los pueblos que en ella habitan, teniendo en cuenta el caos político y la corrupción imperantes en el país.
Artículo basado en información obtenida de: José Alvarez, 15/4/2000;