Perú y Ecuador: los últimos Pueblos Libres asediados por petroleras y madereros

Imagen
WRM default image

A finales del 2007, el gobierno peruano dio paso a la explotación de nuevos lotes petroleros en la provincia de Loreto, frontera con Ecuador: los lotes 67 y 121 a la compañía Barrett Resources Corporation de Estados Unidos y el 39 a Repsol YPF de España.

Dichos lotes, según evidencias presentados por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) en 2003 y 2005, son territorio de los “Pueblos Libres [1]” Tagaeri y Taromenane, que viven en aislamiento voluntario. Las evidencias recogen información de varios encuentros oculares de soldados y moradores de la región, como también trochas, sonidos, y evidencia física, incluyendo lanzas cruzadas y cerámicas.

La petrolera Barrett planea realizar 8,000 Km. de líneas sísmicas en un espacio relativamente pequeño, lo que implica un nivel increíblemente intenso y sin precedentes en toda la Amazonía peruana. Igualmente planea establecer 5 bases logísticas, 61 campamentos, 61 helipuertos, y llevar mas de 1,000 trabajadores, todo dentro del corazón de la propuesta Reserva Territorial Napo Tigre. Todo este movimiento, ruido, deforestación y destrucción sin duda amenazaría la existencia de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, ya que implicaría la posibilidad de que los indígenas sean ahuyentados por los obreros petroleros de sus zonas tradicionales de caza, constituyéndose este desplazamiento forzoso de los pueblos indígenas aislados, en una vulneración a sus derechos territoriales, de acuerdo con los artículos 16º y 18º del Convenio 169 [2] de la Organización Internacional del Trabajo.

Es muy obvio que el programa de sísmica no fue diseñado para tomar en cuenta a estos pueblos. La fase de exploración petrolera significa peinar el bosque con trochas para hacer detonar cargas sísmicas a pequeños trechos. “Estas exploraciones convierten a la selva en un papel cuadriculado, en cada uno de los vértices la horadan y meten cartuchos de dinamita cuyo estallido les servirá para dibujar una especie de escáner del subsuelo”... “para los habitantes selváticos resulta una suerte de tela de araña imposible de esquivar” [3]

Por otra parte, Barrett planea contar con traductores para comunicarse con los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y para esto pretende “usar” a miembros de las comunidades Waorani ecuatorianas, para incluirlos en el plan de contacto como traductores. Esta propuesta plantea llevarlos al Perú, “entrenarlos” y a través de ellos establecer contacto con los Taromenane. Este acto manifiestamente viola el artículo 3 del convenio 169 de la OIT.

El Estudio de Impacto Ambiental no presenta ninguna precaución para evitar encuentros con los indígenas. Muy por el contrario, sólo existe un plan de acciones para después de un encuentro “no forzado”. Estos encuentros exponen a estos pueblos a una gravísima situación dada su extrema vulnerabilidad, ya que carecen de defensas biológicas frente a enfermedades comunes que podrían introducir los trabajadores petroleros, tales como sarampión o gripe. Epidemias de tales enfermedades pueden diezmar rápidamente poblaciones enteras, como ya ha sucedido con anterioridad.

Se repite la historia de 1955 en Ecuador, cuando  un grupo de evangélicos estadounidenses del Instituto Lingüístico de Verano, enviaban regalos desde una cesta suspendida de una avioneta en vuelo a los grupos indígenas Waorani. Con este método lograron su amistad y finalmente su reducción en un espacio que era el 10% de su territorio original, para que la Texaco entrara a explotar impunemente su tierra, mientras la población era diezmada por las enfermedades introducidas. Ahora el plan de Barrett contempla realizar regalos de collares, frazadas, fósforos, peines, etc., en tanto que Repsol planea comunicarse con megáfonos, en caso de ser atacados, con frases como “¿Les molesta algo?”, “no hemos venido por sus mujeres, nosotros tenemos nuestras mujeres en nuestras propias villas”.

La petrolera española Repsol tiene una negra historia en Perú: violaciones de los derechos de los trabajadores y despidos masivos, contaminación en la refinería La Pampila. Como Pluspetrol, derramó 5.500 barriles de petróleo desde una lancha en el Rio Marañon, en la selva norte peruana, afectando la Reserva Pacaya Samiria y las poblaciones Cocamas-Cocamillas. Durante el desarrollo del proyecto Camisea se denunciaron agresiones a las comunidades Machiguengas y afectaciones a pueblos indígenas no contactados, así como en la Reserva Nahua y Kugapakori y sitios sagrados como es el cañon Pongo de Mainique y la reserva Comunal de Vilcabamba “Pavilk Nikitine” (Oilwatch 2002).

Por otra parte, los pueblos indígenas en aislamiento voluntario Tagaeri y Taromenane tienen una importante presencia al otro lado de la frontera. El Estado ecuatoriano ha establecido para su supervivencia una zona intangible de 650.000 hectáreas entre los ríos Curaray y Nashiño. No obstante la creación de esta zona, vedada a cualquier tipo de actividad, los miembros de este clan siguen sufriendo la presión generada por la extracción de recursos naturales dentro de sus territorios. Los reportes de avistamientos, huellas, utensilios y otros objetos de valor antropológico a lo largo de todo el río Nashiño y el medio y alto Curaray (en la parte peruana), permiten asumir que miembros de este grupo vienen huyendo del acoso que sufren por la cacería y la tala ilegal de madera dentro de su territorio en el lado ecuatoriano.

La Comisión Interamericana de Derechos Humano, ha dictaminado medidas cautelares que el Ecuador debería implementar para la protección de los Pueblos Libres. Hasta la fecha, éstas se han traducido en planes de acciones que todavía están en papel, mientras las amenazas siguen presentes en la cotidianidad de la selva. Sin embargo, este escenario se complica aún más con la presencia de estas dos petroleras en la frontera y peor aún, con las declaraciones del gobierno peruano de que no existen pruebas firmes de la presencia de pueblos aislados en esa región del país. El permitir la adjudicación de los lotes 67 y 121 a la empresa Barrett y el 39 a la Repsol pone en riesgo la ya frágil Zona Intangible establecida en Ecuador para proteger a los pueblos Tagaeri y Taromenane.

Finalmente, cabe resaltar que ningún mecanismo ha evitado que el contacto entre miembros foráneos a estos grupos humanos desemboque en la extinción de los mismos debido a la propagación de enfermedades o contacto violento largamente documentado. Por lo tanto, la única medida eficiente para la supervivencia de estas culturas es evitar el contacto, respetar su territorio, el uso que estos pueblos dan a sus recursos y el derecho a su libre autodeterminación de mantenerse aislados.

Por Nathalia Bonilla, Campaña de Bosques, Acción Ecológica, Ecuador, foresta@accionecologica.org

[1]  Nombre con que reconocen a sus hermanos la Nacionalidad Waorani del Ecuador

[2] Fuente  carta de Finding Species al Ministerio del Ambiente de Perú, 2007

[3] Cabo de Villa Miguel Ángel 1997 LA SELVA DE LOS FANTASMAS ERRANTES. Cicame, Pompeya Ecuador (pg33-34)