Por qué motivos no se puede certificar a Veracel, desde la perspectiva de la sociedad

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Una vez más, Stora Enso y Aracruz utilizan su poderío económico para engañar y engatusar. Además de engañar y engatusar al pueblo brasileño, ahora están engañando y engatusando a la sociedad del Norte con el objetivo de aumentar el precio de sus productos, aumentar sus ventas y por lo tanto, ¡sus ganancias!. Con ese propósito, la empresa de celulosa Veracel se presentó voluntariamente a la certificación FSC y recurrió a la empresa SGS ICS, con sede en San Pablo, como certificadora. Montó en escena un teatro, en el que los actores pertenecen a la propia empresa y el público está formado por socios financiados para mostrar que no hay conflictos. Una vez más, la sociedad se quedó afuera. Nuevamente, se cuenta la historia de la forma que conviene a las empresas y por personas sin compromiso ni responsabilidad con el medio ambiente, el futuro de las próximas generaciones y del planeta. Frente a esto, la sociedad reacciona y argumenta:

Por qué motivos Veracel no puede ser certificada:

Marlene Pataxó, de la Aldea Meio da Mata, en uno de los discursos de la 6ª Asamblea del Frente de Resistencia y Lucha Pataxó, realizada los días 17, 18 y 19 de agosto, relata llorando las dificultades vividas por su gente. “Veracel dice que tiene una sociedad con los indios Pataxó, esto es una mentira; esa empresa invadió nuestro territorio y plantó eucaliptos. Eso le costó muy caro a nuestra gente, que ahora vive acorralada y con miedo porque la empresa tiene seguridad privada dentro del eucaliptal para impedir que los indios ejerzan su derecho de ir y venir libremente según nuestra cultura, nuestros hábitos. Nuestras nacientes y nuestros ríos están contaminados por el veneno usado en la plantación. Soy madre de 14 hijos, necesito asegurarles sus derechos y su sustento. Por lo tanto, imploro a las autoridades que determinen el fin de la plantación de eucalipto en nuestras tierras, que están bajo dominio de la empresa Veracel Celulose, la que continúa agrediendo a nuestro medio ambiente. Una empresa que actúa de esa forma y que provoca la muerte de mi gente nunca podrá recibir una certificación”.

El Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra -MST- propone que las tierras brasileñas se destinen a los trabajadores brasileños y no a empresas como Veracel, que se apropian de nuestros recursos naturales, explotan nuestra fuerza de trabajo y envian sus ganancias para fuera de Brasil. “Precisamos sembrar alimentos para alimentar a nuestra gente”, dice Cabacinha, integrante del MST. Para él, es una vergüenza que una región como ésta, con tantas riquezas naturales y con un clima propicio para la agricultura, tenga a tanta gente que pasa hambre. “El avance del eucalipto expulsa a los pequeños productores agrícolas, ya sea por la presión del agronegocio o por el aislamiento en medio del desierto verde”, dice Evanildo Costa, integrante de la dirección estadual del MST.

Eliezer Lucas Tavares Leite, ingeniero agrónomo y agricultor, afirma que certificar a la empresa Veracel significa continuar masacrando a la gente y condenarla a muerte. “Fuimos los mayores productores de frutas del mundo. El número de empleos generados anualmente para la población era de 28.497. No podemos de ninguna forma compararlo com el número irrisorio de empleos generados por la empresa que es de apenas 741. Muchas familias están pasando hambre, la violencia crece día a día. Con la certificación en su poder, la empresa seguramente aumentará la plantación de eucalipto, comprometiendo aún más nuestro sustento”.

Melquíades Spínola, ambientalista e integrante de CEPEDES, recalca que estamos frente a un 'infierno verde' porque nada sobrevive a esta destrucción. “La naturaleza y las personas están agonizando. Falta trabajo, falta comida, falta la belleza escénica a la que tenemos derecho. Aquí, en la región del extremo sur, después de la plantación de eucaliptos se produjo una violenta reducción de la biodiversidad, exterminio de fauna y flora, disminución de los cursos de agua, contaminación del suelo y del agua por el uso exagerado de venenos. Varios rios y arroyos se están secando. Están plantando eucaliptos dentro de las ciudades, dentro de cementerios y en zonas de Preservación Permanente, lo cual está prohibido por ley; o sea, ellos no respetan ni a vivos ni a muertos. La gente perdió su tierra, su cultura y está perdiendo su dignidad”. Y agrega: “La única cosa perfecta en Veracel es la mente fértil y la capacidad intelectual de los directores y funcionarios de la empresa para inventar tanta mentira, tanto engaño, así como la competencia para esconder la verdad, los delitos cometidos. Es un crimen contra la humanidad conceder la certificación a una empresa como Veracel”.

El avance del eucalipto en la región sur de Bahía, por parte de la empresa Veracel Celulose, está causando bastante preocupación, afirman los representantes de CIMI, región sur, Comisión Pastoral de la Tierra, Centro de Estudios y Acción Social, Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, Cédula de la Tierra - Sur, Juventud Campesina e indios Tupinambá. Se constató que la "plaga" ya llegó a algunas poblaciones de la región sur, perjudicando el sustento de los trabajadores del campo. “La reforma agraria está siendo inviabilizada por la falta de tierras en el extremo sur y también lo está en la región sur de Bahía”, relata Jairson, integrante de la Federación de los Trabajadores de la Agricultura (Fetag/Ba) y del Sindicato de los Trabajadores Rurales.

Organizaciones del sur y del extremo sur de Bahía se reunieron para lograr un emprendimiento regional protagonizado por la sociedad rural y urbana en el que las actividades no utilicen solo la racionalidad económica sino la racionalidad ambiental y humana, compatibles con la cultura de la población local y la sustentabilidad social y ambiental.

Por todo esto, la sociedad toma una posición muy firme: las plantaciones de árboles no son BOSQUES y no deben certificarse por los motivos antes expuestos y además, porque expulsan directa e indirectamente a la gente del campo, principalmente a los pequeños productores rurales, causando falta de alimentos y aumento de los precios de los mismos; concentra la tierra en manos de pocos, dejando a la mayoría de la gente sin oportunidades de conseguir su sustento; aumenta el desempleo en el campo; aumenta el número de familias desempleadas en las periferias de las ciudades; aumenta la violencia y la prostitución; es decir, provoca desequilibrio social, ambiental y económico.

Enviado por: Ivonete Gonçalves, correo electrónico: cepedes@cepedes.org.br