El Dr Conor Wilson Boyd --presidente de Weyerhaeuser Forestlands International, una empresa propietaria de un total de 11 millones de hectáreas en Norte América y establecida en 32 países-- realizó una presentación durante una reunión organizada por el Iwokrama International Rainforest Centre for Rainforest Conservation and Development (Centro Internacional de Bosque Tropicales Iwokrama para la Conservación y el Desarrollo de los Bosques Tropicales) el pasado mes de octubre en Georgetown.
La presentación del presidente de Weyerhaeuser fue enfocada principalmente hacia la promoción de plantaciones. Sin embargo si --como dijo el Dr Boyd-- "la perspectiva empresarial de las compañías debería tomar en consideración los impactos sociales y ambientales en las comunidades", entonces está claro que las plantaciones de árboles no deberían ser promocionadas a escala industrial, que es precisamente lo que empresas como Weyerhaeuser están haciendo.
Los monocultivos a gran escala --que son el tipo de plantaciones que están siendo implementadas por compañías tales como ésta a través del mundo-- ya han probado tener efectos perjudiciales tanto sobre la gente como sobre el ambiente, entre ellos la deforestación. Las plantaciones no "alivian la presión sobre los bosques nativos". Por el contrario, ellas constituyen el paso final de un proceso de degradación del bosque que termina por sustituir los biodiversos bosques locales con monocultivos de árboles exóticos.
Lo anterior no es sólo una cuestión "ambiental", sino que es también un problema social. Los pueblos que habitan los bosques o que dependen de los mismos perciben a las plantaciones como un desastre aún peor que la tala, ya que las plantaciones expropian sus territorios permanentemente. Esto significa que son privados de todos los recursos suministrados por el bosque, incluyendo alimentos medicinas, fibras, leña, material de construcción, etc.
El Dr Boyd también sostuvo que las plantaciones generan empleo y agregó que crean más puestos de trabajo que los proyectos de agricultura intensiva. Esto es totalmente falso. Las plantaciones generan muy pocos puestos de trabajo y los mismos son estacionales, de baja calidad y se generan sólo durante la fase de plantación. Una vez que los árboles han sido plantados, el empleo cae drásticamente hasta el momento de la cosecha. Pero aún durante la cosecha, la tecnología moderna en uso implica que se requieran sólo unos pocos trabajadores para operar las modernas máquinas cosechadoras.
El verdadero problema que Weyerhaeuser está ahora enfrentando --el mismo que las demás empresas madereras-- es que han agotado los recursos forestales mundiales a través de prácticas forestales insustentables y ahora necesitan vastas cantidades de materia prima barata para continuar en el negocio. En consecuencia, lo que están haciendo ahora es moverse hacia el sur para encontrar tierras y mano de obra baratas, bajos estándares ambientales y crecimiento rápido de los árboles, de manera de asegurar su propio abastecimiento de madera --el suyo propio, no el de "el mundo"-- para así poder continuar promoviendo los insustentables niveles de consumo en el norte. El mismo discurso presentado en Guyana está siendo planteado por ejecutivos de las empresas madereras en los países del sur. Mientras tanto, las poblaciones locales y el medio ambiente continúan sufriendo los impactos de las plantaciones "sustentables" que estas empresas promueven para su propio beneficio.
Artículo basado en información obtenida de: Andrew Richards, "Plantations seen as vital to forest sustainability", Stabroek News, 26/10/00.