Durante años los “expertos” del enfoque forestal dominante se equivocaron al identificar las principales causas de la deforestación, al igual que al plantear soluciones para salvar los bosques. Según ellos, una de las principales causas de la deforestación era el uso de leña por “los pobres”. La solución que proponían era por lo tanto establecer plantaciones de eucalipto como fuente de leña para “los pobres”. Según ellos, quienes viven en los bosques eran los responsables de la deforestación y por tanto era necesario que fueran sacados de allí, a fin de que los bosques quedaran protegidos de ellos. La gente fue entonces expulsada de sus tierras, con el pretexto de que así se estaba protegiendo los bosques. Este enfoque simplista de “culpabilizar a los pobres” ni siquiera propuso como solución al problema que, si los pobres eran la principal causa de la deforestación, todos los esfuerzos deberían dirigirse a la erradicación de la pobreza. Por el contrario, sus principales esfuerzos se orientaron ¡a erradicar a los pobres de los bosques!
Al tiempo que estos expertos hacían su trabajo, también lo hacían los verdaderos agentes de la destrucción. Las empresas madereras siguieron cortando, legal e ilegalmente. Los constructores de represas siguieron represando los ríos e inundando millones de hectáreas de bosques con el agua de los embalses. Los cultivos de exportación y la ganadería provocaron la corta de más y más áreas de bosque. Las plantaciones industriales --para celulosa, madera, palma aceitera y otras-- fueron sustituyendo vastas superficies de bosques ricos en biodiversidad por monocultivos de especies exóticas. Las empresas mineras y petroleras siguieron destruyendo y contaminando los bosques.
Todos estos procesos han generado, y siguen generando, graves impactos ambientales a nivel local y global, todos los cuales resultan en sufrimiento humano. Millones de personas viven en los bosques y/o obtienen sus medios de vida de los mismos. Por ende, la deforestación ha generado pobreza, simplemente porque todos esos millones de personas se ven privadas del acceso a sus medios de vida una vez que los bosques han desaparecido o cuando son “reasentados” en algún otro lugar. Es causa asimismo de violaciones a los derechos humanos. Muchas personas han sido asesinadas --y otras continúan siendo asesinadas-- por defender sus derechos y por proteger los mismos bosques que los gobiernos del mundo aducen proteger.
Sin embargo, resultaría incorrecto destacar solamente causas directas de la deforestación tales como el madereo, la industria camaronera, las plantaciones, las represas, etc. Es necesario profundizar en el tema y señalar que por detrás de estas causas hay otras --subyacentes-- que constituyen la raíz del problema. Entre ellas está el tema del consumo excesivo en el Norte, que genera una demanda siempre creciente de materia prima barata --madera, petróleo, minerales, etc.-- y alimentos también baratos, tales como soja, carne o camarones. Hay además actores fundamentales que hacen viable este suministro de productos a bajo precio, tales como el FMI, el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo, las consultoras del Norte, las agencias de crédito a la exportación, las agencias bilaterales de “asistencia". Y en el medio se ubican funcionarios gubernamentales corruptos e igualmente corruptos empresarios y funcionarios del norte actuando como corruptores. El resultado final es la deforestación y la violación de los derechos de las poblaciones locales.
Este número del Boletín del WRM incluye --al igual que la mayoría de los anteriores-- situaciones típicas donde los bosques están amenazados debido a la acción combinada de diferentes actores tales como los gobiernos, las multinacionales, las agencias multi y bilaterales, y a la vez están siendo protegidos por pueblos indígenas y por otros pobladores locales. La realidad nos muestra entonces que no son “los pobres” quienes destruyen los bosques, sino intereses muy poderosos a nivel local e internacional. La protección de los bosques implica por lo tanto apoyar las luchas de las poblaciones locales por sus derechos, y simultáneamente trabajar para generar condiciones para que se haga posible abordar las causas de fondo de la deforestación a nivel nacional e internacional. Tan sólo cuando eso suceda los bosques estarán a salvo y los pueblos que habitan los bosques o que de ellos dependen podrán vivir en paz y en armonía con la naturaleza.