En los últimos 5 a 6 años, el tema forestal ha ganado nuevamente destaque en el ámbito internacional. Pero lo hizo de una forma muy particular: a través del debate sobre cómo conservar al máximo el carbono presente en los bosques. La reducción de las emisiones de carbono que resultan de la deforestación y degradación forestal ha sido objeto de la elaboración de políticas en las conferencias mundiales del clima, con énfasis en una palabra rara y de difícil comprensión para muchos: REDD o, más recientemente, REDD+.
Si bien la intención de combatir y reducir la deforestación es muy loable, plantearla a partir de un interés principal en el carbono y los mecanismos REDD+ implica de antemano no priorizar a las comunidades que viven de los bosques ni a sus problemas. Tampoco considera el papel crucial de los bosques en la conservación de la mayor parte de la biodiversidad y de los recursos hídricos del planeta. REDD+ es una visión reducida del problema de la deforestación, que atiende a intereses de grandes contaminadores de los países industrializados en la medida que los exime de cambiar sus sistemas contaminantes. Y aún más, REDD+ ha causado más problemas a los pueblos de los bosques.
Analizamos, en este boletín, algunos ‘pecados’ de REDD+, centrando nuestra atención en los riesgos que representa para los pueblos de los bosques, principalmente los relacionados con sus derechos territoriales y el uso tradicional del bosque para su sustento. En este sentido, queremos ver más de cerca dos experiencias de proyectos REDD, uno más antiguo en Brasil y otro más reciente en la República Democrática del Congo. Nos interesa, sobretodo, conocer la visión y la experiencia de las comunidades directamente impactadas. Observamos que enfrentan varios problemas graves.
A partir de más de cinco años de debates a nivel internacional que involucraron a gobiernos, ONGs, investigadores, corporaciones, consultores, bancos, etc. y de la lectura de los relatos sobre los proyectos piloto REDD – que pretenden ser experiencias ejemplares a seguir – nos surge una pregunta: ¿se pueden ‘arreglar’ los problemas del mecanismo REDD+, en el que siguen gastándose enormes cantidades de recursos en reuniones, consultas, conferencias y proyectos?
Creemos que el momento actual muestra más que nunca que es necesario tomar otros caminos más allá de REDD+. En primer lugar, es imprescindible actualizar y analizar las causas directas e indirectas de la deforestación tanto en el ámbito de cada país como en el ámbito internacional. Esto se ha hecho escasa e insuficientemente en los últimos años y sin la participación indispensable de los pueblos que viven en los bosques y de las organizaciones que trabajan directamente con ellos en la temática de la deforestación.
En segundo lugar, es necesario reconocer la contribución que han hecho los pueblos que habitan el bosque para su conservación, algo que los que promueven los proyectos REDD+ no hacen, simplemente porque la presencia de comunidades en los bosques para ellos representa un ‘problema’. Es así porque, según los promotores de proyectos, el uso comunitario del bosque compromete negativamente los cálculos de las cantidades de carbono que los especialistas en el tema afirman que podrían ser conservados en una determinada área de bosque de un proyecto REDD. Observamos en la práctica una política más o menos explícita de exclusión de las comunidades de los bosques que solían usar.
La tendencia probable de que REDD+ se transforme únicamente en mecanismo de mercado contribuye inclusive a que los contaminadores puedan seguir contaminando, compensados por el carbono supuestamente almacenado en los bosques preservados, y a que aumente la contaminación industrial. Se posterga así la aplicación de medidas estructurales para resolver la crisis climática, que está relacionada con modelos de producción y consumo absolutamente indeseables que benefician a una minoría de la población mundial y acaban destruyendo los bosques mucho más que lo que cualquier proyecto de mecanismo REDD+ sería capaz de conservar.