Samoa: un enfoque desde la sociedad civil para asegurar el manejo comunitario del bosque

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Samoa tiene un territorio de 2.935 kilómetros cuadrados que comprende dos islas principales, Upolu y Savaii, y siete islas más pequeñas. Más de las dos terceras partes de los 178.000 habitantes del país viven en Upolu. Las tierras altas centrales de Upolu y Savaii están escasamente pobladas. La mayor parte de la población se concentra en la costa. Más del 81% de las tierras del país se encuentra bajo el sistema de propiedad tradicional, y el resto se divide entre tierras de propiedad estatal (11%), de Samoa Land Corporation (5%) y de particulares en régimen de propiedad privada (3%).

De las 283.700 hectáreas de tierra de Upolu y Savaii, unas 158.000 mantienen bosque nativo, en tanto que 106.000 hectáreas están clasificadas como tierra de cultivo, 9.910 están dedicadas a la ganadería extensiva, y 5.379 son plantaciones establecidas.

La biodiversidad de Samoa ha sufrido una rápida transformación desde la época previa al inicio de su contacto con Europa, cuando la tierra estaba "vestida desde la costa a la cumbre por bosque virgen y los nativos parecían divertirse domesticando palomas torcazas, tórtolas, y loros", tal como lo describió Bougainville entre 1766 y 1769. En aquellos días, los samoanos convivían armoniosamente con el medio ambiente natural que satisfacía todas sus necesidades. Los árboles proporcionaban madera para la construcción de casas y utensilios, el suelo proveía los cultivos, las montañas brindaban cuencas para los ríos claros, y la fauna y la flora el alimento.

Las demandas de la sociedad moderna cambiaron rápidamente el medio ambiente, especialmente en las últimas tres décadas, y los recursos se han explotado en formas cada vez menos sustentables. La tala de bosque para la agricultura, la caza excesiva, los proyectos de desarrollo comercial, la expansión urbana descontrolada y las operaciones de madereo han contribuido colectivamente a la degradación ambiental. Un índice dramático de este impacto es que entre 1954 y 1990 se perdió más del 64% del bosque nativo. El bosque de tierras bajas que todavía existe es muy escaso, y se ha incrementado mucho la presión sobre los bosques en las colinas y tierras altas. Los pájaros que, según los ancianos, antes deambulaban libremente por el campo, hoy solamente se encuentran en las tierras altas o están en peligro de extinción. La introducción de las armas de fuego aumentó la caza de palomas a tal punto que hoy son difíciles de encontrar en el bosque. Las viejas canciones y proverbios son las únicas formas en que la mayoría de la población conoce la existencia de estas especies de palomas y pájaros. La población del murciélago frutero común (Artibeus jamaicensis), por ejemplo, ha disminuido drásticamente, en parte debido a la caza para la exportación, que sumó 33.000 ejemplares de esta especie entre 1981 y 1989.

En combinación con las influencias humanas están las perturbaciones generadas por los desastres y eventos naturales, como ciclones, incendios de bosques y terremotos. Dos recientes ciclones, Ofa (1990) y Val (1991) fueron los más graves de la historia reciente del país, y produjeron enormes impactos sobre la población de aves y murciélagos fruteros. Con el transcurso del tiempo, sería posible que bosques, animales y plantas se recuperaran de estos desastres. Sin embargo, la tala a gran escala, la introducción de especies exóticas y la caza excesiva, amenazan con frustrar esta recuperación. La caza de palomas sin permitir que su población llegue a los niveles anteriores al ciclón, es un ejemplo de cómo los impactos humanos se combinan con la naturaleza para producir cambios acelerados en los recursos, promoviendo así la extinción de especies. Estos cambios afectarán en última instancia el futuro de todo lo samoano, a menos que el pueblo de Samoa trabaje unido para asegurar la conservación y el uso sustentable de los recursos para el futuro.

Muchos de los desastres naturales que destruyeron gran parte de nuestros bosques fueron causados por la deforestación de grandes áreas en otras regiones, y por el cambio climático originado por las emisiones de gases de efecto invernadero y el uso de combustible fósil en los países industrializados del norte.
La cuestión de la deuda ecológica constituye un reclamo de justicia de países tales como Samoa. Durante demasiado tiempo, nosotros y nuestra herencia de recursos naturales, hemos sido explotados continuamente por los países del norte. Ahora es tiempo que los recursos del sur, que hoy almacenan y disfrutan los países del norte, sean repatriados a donde pertenecen: el sur. Samoa como país pequeño podría hacer maravillas si una pequeña porción de esa riqueza ecológica que vale miles y miles de millones de dólares fuera devuelta a los países del sur. Entonces podríamos abordar en forma realista muchos de nuestros problemas, pasando de la degradación a la conservación de los bosques, en conjunto con las comunidades de las aldeas como propietarias y administradoras de estos recursos.

Para Samoa está claro que los esfuerzos colectivos del gobierno, las ONGs, y en particular de los poblados, constituyen un paso adelante para frenar muchas de las amenazas que pesan sobre los recursos de los bosques. Como propietarios del 81% de las tierras y bosques de Samoa, los poblados son la avanzada de nuestros esfuerzos. Las estructuras existentes en los poblados, que determinan las prácticas de buen gobierno, la toma de decisiones, la puesta en práctica de las mismas y el control de las malas prácticas serán los instrumentos que sostendrán los futuros esfuerzos de conservación de los bosques.

La primera ONG ambientalista de Samoa, Ole Siosiomaga Society Incorporated (OLSSI), fue fundada en 1990 por un grupo de pobladores locales genuinamente preocupados por la preservación y conservación del medio ambiente, el manejo de los bosques, la creación de conciencia sobre los temas ambientales y la promoción del uso sustentable de los recursos naturales en Samoa. Durante sus 11 años de existencia, OLSSI ha sido capaz de ampliar sus esfuerzos en la preservación del medio ambiente y la conservación de los bosques, a través del manejo de una serie de proyectos de desarrollo sustentable ecológicamente adecuados, trabajando además en la generación de conciencia educativa y en la defensa de temas ambientales y de bosques. Gran parte del trabajo de OLSSI se ha centrado en la participación comunitaria y en asegurar que las comunidades, en tanto beneficiarias, sean las verdaderas receptoras y beneficiarias de los recursos movilizados para instrumentar estos proyectos.

La asociación multisectorial pondrá un freno a los incendios y a la deforestación, controlará las prácticas de subsistencia que talan áreas nuevas de bosque prístino, asegurará la conservación de la diversidad biológica, actuará como catalizadora en iniciativas de conservación colectivas en los poblados, y permitirá que los pobladores se adueñen del manejo de los bosques y eviten actividades que perjudiquen la sustentabilidad de este recurso vital. Por: Fiu Mataese Elisara-La'ulu, Director Ejecutivo, Ole Siosiomaga Society Incorporated (OLSSI), correo electrónico: ngo_siosiomaga@samoa.ws