Se debe prohibir la liberación de los árboles transgénicos

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Desde que la ciencia forestal occidental definió a los bosques como entidades predominantemente productoras de madera, los esfuerzos se han concentrado en aumentar la productividad de un único producto: la madera. Los bosques diversos fueron simplificados, desmalezando todas las especies que no le interesaban a la industria, y promoviendo la predominancia absoluta de los árboles “valiosos” en el bosque.

Visto desde un enfoque reduccionista, el paso siguiente resultaba obvio: sustituir los bosques por grandes filas de plantaciones de monocultivo de árboles de crecimiento rápido. Durante las últimas décadas, unas pocas especies de eucalipto, pino y acacia, comenzaron a abarcar grandes áreas que antes habían estado cubiertas por bosques o praderas, reduciendo sustancialmente la biodiversidad del bosque y apropiándose de las tierras y las formas de sustento de las poblaciones locales. Se las definió como “plantaciones de bosque” o “bosques plantados”, ocultando el hecho de que no tenían nada en común con los bosques y, lo que es más importante, escondiendo sus enormes impactos negativos tanto sociales como ambientales.

Pero eso no era suficiente. La industria quería más, así que el siguiente paso fue iniciar un proceso de selección genética, por medio del cual se tomaron en cuenta solamente algunos rasgos genéticos, como el crecimiento rápido, la altura, el diámetro, la calidad de la madera, y los troncos rectos con pocas ramas. De esta forma se empobreció aún más la base genética de las especies elegidas. Muy pronto esos “superárboles” comenzaron a ser clonados y las plantaciones pasaron a ser de una sola especie y clonales al mismo tiempo.

Dentro de esa lógica, no había nada más evidente que la necesidad de dar un paso más hacia los árboles modificados genéticamente (transgénicos) para hacerlos todavía más a la medida de la industria.

Sin embargo, los peligros que involucran los árboles transgénicos son en cierta forma incluso más graves que los de los cultivos agrícolas transgénicos. Los árboles viven más tiempo, lo que implica que los cambios en su metabolismo pueden tener lugar muchos años después de que han sido plantados. Al mismo tiempo, también se diferencian de los cultivos en que son mayoritariamente no domesticados y el conocimiento científico sobre los ecosistemas de bosque es escaso. Esto implica que los potenciales riesgos ecológicos y de otro tipo que se asocian a los árboles transgénicos sean, por lejos, más grandes que en el caso de los cultivos.

Además, los árboles transgénicos exacerbarían los impactos del modelo de monocultivo a gran escala de las plantaciones, que representa un problema cada vez mayor para las comunidades y organizaciones locales en todo el mundo, precisamente debido a sus impactos. El agua se agotaría más rápido debido a árboles de crecimiento aún más rápido; la destrucción de la biodiversidad se acelerará dando paso a desiertos biológicos poblados de árboles transgénicos resistentes a los insectos, sin flores, ni frutos, ni semillas; el suelo se destruiría a un ritmo aún mayor a raíz del aumento en la extracción de biomasa, la mecanización intensiva y el mayor uso de agroquímicos; aumentaría la cantidad de comunidades que se verían privadas de sus medios de sustento y serían desplazadas para hacer lugar a más de estos “desiertos verdes”.

Por éstas y muchas otras razones, el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) y Amigos de la Tierra Internacional (ATI) han decidido producir un informe sobre los árboles transgénicos, que ya se ha finalizado y cuyos hallazgos se presentarán durante la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático el mes que viene en Buenos Aires, Argentina.

La principal razón para haber elegido esa circunstancia para la presentación es que en su última reunión a fines de 2003, la Convención sobre Cambio Climático autorizó explícitamente la inclusión de los árboles transgénicos como “sumideros de carbono” en el marco del Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto. Esa decisión tan grave se tomó en el último minuto, prácticamente sin discusión ni participación de los grupos involucrados y los gobiernos. Este resultado tan absolutamente inesperado y peligroso tiene por consecuencia que hoy esta Convención no solo apoya la expansión de las plantaciones de monocultivo de árboles, supuestamente, para que actúen como “sumideros de carbono” sin tener en cuenta sus impactos sociales y ambientales negativos, sino que además, permite que esas mismas plantaciones estén compuestas por árboles transgénicos, multiplicando así los impactos y agregando nuevos riesgos e incertidumbres.

En Buenos Aires, conjuntamente con muchos otros grupos, haremos un llamado a todos los gobiernos presentes en la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático, para darle un cambio de rumbo al tema y que se prohíba la liberación de los árboles transgénicos.

P.S. El estudio del WRM y ATI, realizado por el investigador Chris Lang (“Genetically Modified Trees: the ultimate threat to forests"), será publicado en ingles y español y estará muy pronto disponible en la página web del WRM (http://www.wrm.org.uy/publicaciones/inicio.html) y en la página de ATI (http://www.foei.org/esp/publications/index.html). También estará disponible en formato impreso en ambos idiomas en las oficinas del WRM y ATI. Una vez prontas las ediciones correspondientes, lo comunicaremos a todos nuestros lectores.